Consecuencias
Ignoro, mientras escribo esto, si la C¨¢mara de los Lores habr¨¢ tenido coraz¨®n y coraje para restablecer la justicia en este inmenso, mundial mot¨ªn de la Bounty que clama contra Pinochet. Pero me pongo en lo peor, y aun en este caso no pierdo la esperanza.Uno, porque el incansable Garz¨®n podr¨¢ y deber¨¢ pedir a Chile la extradici¨®n del susodicho, bas¨¢ndose en el Tratado de Extradici¨®n firmado entre aquel pa¨ªs y Espa?a en 1992, en cuyo art¨ªculo 3? se se?ala que "dar¨¢n lugar a extradici¨®n los delitos incluidos en convenios multilaterales en los que ambos pa¨ªses sean parte"; sin reparar en que en el art¨ªculo 5? se establece que no se tendr¨¢ en cuenta esta medida para los "delitos pol¨ªticos o conexos", puesto que en el mismo apartado se aclara que no se admitir¨¢n como tales "el atentado contra la vida, la integridad f¨ªsica o libertad de un jefe de Estado o de Gobierno o de un miembro de su familia; el terrorismo; los cr¨ªmenes de guerra, y los que se cometen contra la paz y la seguridad de la Humanidad, de conformidad con el derecho internacional". O sea.
Dos, porque hasta el Vaticano se ha mantenido cauto, pese a las presiones ejercidas por el subsecretario de Relaciones Exteriores de Chile, Mariano Fern¨¢ndez, sobre el secretario de Estado papal, monse?or Sedano, que fue nuncio y reaccionario cuando el golpe de Pinochet. La rumorolog¨ªa romana insin¨²a que Juan Pablo II pedir¨ªa al senador morticio que pidiera perd¨®n.
Tres, porque hay claros indicios en parte de la clase pol¨ªtica chilena pinochetista de que algunos descansar¨¢n mejor si el pr¨®cer descansa a su vez de Senado, y se retira. Y cuatro, porque si, finalmente, Pinochet levanta el vuelo hacia casa en el avi¨®n que le ha estado esperando: ?en qu¨¦ pa¨ªs en el que no haya una orden de extradici¨®n podr¨¢ repostar el aparato?
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