Hobsbawm y Valencia
MANUEL PERIS No s¨¦ muy bien por qu¨¦ pero cuando hace unas semanas los amigos del Foro Ciudadano de Valencia me encargaron que moderara un debate sobre la ciudad y la huerta me vino a la cabeza el recuerdo de mi abuelo Bernardo y el nombre de Eric Hobsbawm. Que me acordara de mi abuelo era normal, porque naci¨® a finales del XIX en una barraca de l"Horta Nord que yo a¨²n pude conocer y muri¨® en un piso de la periferia de la ciudad hace pocos a?os. Los barrios que se formaron durante su larga vida y las casas que habit¨® podr¨ªan ilustrar la transformaci¨®n que ha sufrido la huerta y la ciudad en el siglo que acaba. Pero ?a cuento de qu¨¦ evocaba la espigada figura del gran historiador brit¨¢nico? Intent¨¦ apartar la imagen dici¨¦ndome que tal vez en mi memoria se hubiera operado una especie de cari?osa transferencia de la sabidur¨ªa del anciano profesor a la figura del abuelo. Pero hay neuronas que no s¨®lo son traviesas, sino que encima son tozudas. Esta deb¨ªa ser muy terca y para evitar que su obstinaci¨®n acabara por obsesionarme, la dej¨¦ retozar. A fin de cuentas puede que el nexo de uni¨®n entre ambos personajes s¨®lo fuera la portada de la Historia del siglo XX de Hobsbawm, en la que se reproduc¨ªa el cuadro Los constructores, una de esas obras de Leger en la que aparecen alba?iles en las vigas del edificio que est¨¢n haciendo. Repas¨¦ el libro. En el prefacio encontr¨¦ la clave. "La simple contemplaci¨®n de la misma ciudad -por ejemplo Valencia o Palermo- con un lapso de treinta a?os me ha dado en ocasiones idea de la velocidad y la escala de la transformaci¨®n social ocurrida en el tercer cuarto de este siglo", escribe. Trescientas p¨¢ginas despu¨¦s, Hobsbawm vuelve a recurrir a la imagen de estas dos ciudades para ilustrar la revoluci¨®n social operada entre los a?os 1945 y 1990: "Qu¨¦ distinta era, por ejemplo, la Valencia de principios de los ochenta a la de principios de los cincuenta, la ¨²ltima en que este autor visit¨® esa parte de Espa?a. Cu¨¢n desorientado se sinti¨® un campesino siciliano (...) cuando regres¨® a las afueras de Palermo, que entretanto hab¨ªan quedado irreconocibles debido a la actuaci¨®n de las inmobiliarias". El tema de la Punta acapar¨® el debate, a fin de cuentas es la punta del iceberg que amenaza lo que queda de la Huerta. La intervenci¨®n del representante de la empresa que pretende construir la llamada ZAL portuaria, lejos de despejar dudas s¨®lo hizo que sembrar inquietudes: a¨²n no han realizado un estudio del impacto ambiental. Y el futuro a medio plazo de la propia ZAL es incierto. "Hacer una previsi¨®n m¨¢s all¨¢ de cinco a?os de lo que ser¨¢n las actividades portuarias es ciencia ficci¨®n", asegur¨® Juan Antonio Delgado, director econ¨®mico financiero de la empresa. Despu¨¦s de cinco a?os, una vez liquidada la huerta, si los terrenos ya no tiene utilidad portuaria, ?qu¨¦ har¨¢n con ellos?, ?m¨¢s pisos? ?estamos ante una nueva operaci¨®n de especulaci¨®n inmobilairia? Al final de su obra, Hobsbawm plantea los dos grandes problemas a los que hoy se enfrenta la humanidad: la explosi¨®n demogr¨¢fica y la destrucci¨®n del medio ambiente. Y concluye: "Si la humanidad ha de tener un futuro no ser¨¢ prolongando el pasado o el presente". Hay que inventar el futuro.
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