La guitarra siamesa

Para Charlie Hunter la m¨²sica surge tanto m¨¢s luminosa y estimulante cuanto menos miedo se le tiene a la hibridaci¨®n de g¨¦neros y estilos. Pero este joven guitarrista ha ido a¨²n m¨¢s lejos y para aspirar al ideal integrador maneja un instrumento singular que calza en un solo cuerpo tres cuerdas bajas y cinco agudas, lo que le permite desdoblarse como solista y acompa?ante. No se puede pedir m¨¢s flexibilidad funcional.A los mandos de esta aut¨¦ntica guitarra siamesa, Hunter desarrolla una t¨¦cnica compleja que le convierte en un improvisador bien organizado y cauto, con un concepto muy lejano al de los guitarristas lanzadera de alta velocidad. En su concierto de presentaci¨®n en Madrid se agradeci¨® la exposici¨®n reposada de ideas, pero tambi¨¦n se ech¨® en falta fluidez y fantas¨ªa r¨ªtmica. Es posible que el bater¨ªa Willard Dyson hubiera podido disimular este aspecto, pero su baquetear estricto anduvo algo corto de imaginaci¨®n din¨¢mica y sutileza t¨ªmbrica. En consecuencia, la velada de funk tenue y casi camer¨ªstico que Hunter centr¨® en composiciones propias y en la recreaci¨®n de un cl¨¢sico de Stevie Wonder, Higher ground, encontr¨® a su campe¨®n en el centelleante Bryan Carrot, un m¨²sico espl¨¦ndido que confirm¨® en cada intervenci¨®n aquella m¨¢xima de que, al menos en el jazz, no hay vibrafonista malo.