Vagabundos enfermos y cada vez m¨¢s j¨®venes

En la sociedad ya no predomina la idea del enfermo mental como ese "loco al que hay que encerrar", y cada vez se le acepta m¨¢s como un paciente que puede llevar una vida normalizada si est¨¢ bien atendido. Pero la sociedad est¨¢ lejos de facilitar su integraci¨®n. "Todav¨ªa no hemos logrado un sistema para darles trabajo, y sin trabajo no hay integraci¨®n", indica Antonio Espino, jefe de psiquiatr¨ªa de centro de salud mental de Majadahonda. Espino destaca, como una de las pocas iniciativas al respecto, la fundaci¨®n creada en Andaluc¨ªa para movilizar recursos, que ha merecido un elogioso comentario en el bolet¨ªn de la Asociaci¨®n Mundial para la Rehabilitaci¨®n Psicosocial. "La enfermedad mental afecta a la vida del enfermo y de su entorno. Se ha de crear todav¨ªa una red de recursos capaces de dise?ar respuestas adecuadas a cada paciente y luego buscar financiaci¨®n para ello. Porque el Estado no va a poder con todo, pero la sociedad s¨ª puede", a?ade Espino.La sociedad s¨ª puede, pero la familia sola no. Y muchas veces, la externalizaci¨®n ha hecho recaer sobre la familia un peso que ¨¦sta no est¨¢ en condiciones de soportar porque no cuenta con los apoyos externos necesarios ni ha recibido el entrenamiento adecuado para afrontar el cuidado de un enfermo que produce mucho sufrimiento y poca compensaci¨®n.

Hay algo que la familia vive de forma muy angustiosa: el temor a la reca¨ªda. 69.000 firmas se presentaron el a?o pasado ante el Parlamento catal¨¢n para reclamar que se creara un servicio de atenci¨®n domiciliaria de urgencia psiqui¨¢trica, una iniciativa que no ha tenido a¨²n respuesta. Pero, adem¨¢s, hay muchos enfermos que no tienen una familia que pueda o quiera ocuparse de ellos. Y a veces terminan engrosando las filas de los sin techo.

El Ayuntamiento de Barcelona ha iniciado un plan de atenci¨®n intregal de indigentes que, aunque todav¨ªa no dispone de datos, permite aventurar que una buena parte -seguramente m¨¢s de la mitad- de las 2.000 personas que cada a?o son atendidas en los servicios municipales tienen un trastorno mental severo. "Muchos ni siquiera son conscientes de ello y por eso no piden ayuda. Pero legalmente tampoco podemos internarlos si no quieren, de modo que ¨¦ste es un problema muy grave al que hay que buscar respuestas sanitarias y sociales urgentes", indica Marina S¨¢nchez, responsable municipal de pobreza y salud mental.

As¨ª lo corrobora Ram¨®n Nor¨®, de Arrels, una organizaci¨®n humanitaria que se ocupa de los sin techo. "La mayor parte de ellos tiene problemas mentales y de alcoholismo. Y lo m¨¢s preocupante es que cada vez son m¨¢s j¨®venes". El promedio de edad de los sin techo de Barcelona deber¨ªa inducir, seg¨²n Nor¨®, a una profunda reflexi¨®n: 44 a?os los hombres, 43 las mujeres.