Molt Honorable "barman"
"Voy a tomarme un descanso de menos de 48 horas para disfrutar de las fiestas de Benidorm y el lunes por la ma?ana volver¨¦ a mi despacho para seguir trabajando". Las intenciones del presidente de la Generalitat, Eduardo Zaplana, formuladas el s¨¢bado a mediod¨ªa al ser preguntado por la situaci¨®n de las negociaciones sobre la lengua, se cumplieron por la noche. Zaplana cambi¨® el traje oscuro institucional por el blus¨®n granate que distingue a los miembros de su pe?a, El Picarol, y se puso a servir copas a los visitantes. Los visitantes fueron muchos, y los m¨¢s ilustres fueron llegando a lo largo del d¨ªa: el consejero de Obras P¨²blicas, Jos¨¦ Ram¨®n Garc¨ªa Ant¨®n, fue a la comida; el alcalde de Alicante, Luis D¨ªaz Alperi, apareci¨® en la escenificaci¨®n del hallazgo de la Virgen; el presidente de la Diputaci¨®n alicantina, Julio de Espa?a, estuvo presente en el desfile del humor, al que fall¨® su hom¨®logo castellonense, Carlos Fabra, que en a?os anteriores despertaba c¨¢balas sobre si era un personaje del desfile infiltrado en la tribuna de autoridades. El desembarco popular en las fiestas del pueblo adoptivo del presidente es habitual y tiene como destino inequ¨ªvoco el bar de dos plantas que su pe?a alquila para las fiestas, en el que los cargos p¨²blicos que pertenecen a El Picarol cumplen estricta y literalmente con su obligaci¨®n de servir a los ciudadanos. Y adem¨¢s, sin recibir nada a cambio, ya que las normas sociales de las fiestas de Benidorm obligan a las pe?as a invitar a beber y comer a todo aquel que lo solicite. Los que llevaban el blus¨®n granate eran los m¨¢s integrados y jaraneros. Era el caso del subsecretario de Urbanismo, Fernando Modrego, que con sombrero a lo Indiana Jones y fumando puritos de hacendado cafetero lo mismo ejerc¨ªa de pinchadiscos con m¨¢s ¨¢nimo que acierto que arrimaba el hombro tras la barra con el presidente. Y en el polo opuesto, el consejero de Cultura, Francisco Camps, que tras hablar con el de Presidencia, Jos¨¦ Joaqu¨ªn Ripoll, merodeaba en la fiesta sopesando, quiz¨¢, los riesgos de pronunciar la frase de la noche: "Eduardo, ponme un whisky".
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