Bla bla bla...ROSA REG?S
Algunos de nuestros pol¨ªticos deber¨ªan ir a la escuela de pol¨ªticos si las hubiera, pero como no las hay, no estar¨ªa de m¨¢s que entendieran que los ciudadanos no merecen esas peroratas vac¨ªas de contenido, esas acusaciones sin fundamento hacia otros pol¨ªticos, ese presumir de programa cuando no se han tomado la molestia de decirnos cu¨¢l es. La opini¨®n que un pol¨ªtico tiene de otro no nos importa, a ver si se enteran de una vez; lo que queremos conocer de los pol¨ªticos son sus ideas. Sus creencias y sus obsesiones ya las sabemos y las padecemos, y sus opiniones sobre los rivales, tambi¨¦n. En un peri¨®dico de Barcelona ha aparecido hace unos d¨ªas una peque?a cr¨®nica sobre las afirmaciones de ciertos pol¨ªticos que no tiene desperdicio. Comienza con las siempre reconfortantes palabras del se?or Duran Lleida, ese hombre que se debate entre la defensa y el ataque del, alternativamente, presidente del Ejecutivo de la naci¨®n, si es que se me permite esta herej¨ªa, y el jefe de la coalici¨®n de la que forma parte, es decir, Jordi Pujol. Se dice en la cr¨®nica que el se?or Duran Lleida afirm¨®: "No soy capaz de apreciar hoy en el candidato del PSC otra cosa que no sean fantas¨ªas". El hecho de que el se?or Duran no sea "capaz" de apreciar otra cosa no es un desprecio para Pasqual Maragall como pretende, sino el mero reconocimiento de sus propias limitaciones intelectuales, del mismo modo que afirmar que no se es capaz de subir una monta?a no es un defecto de la monta?a, sino una limitaci¨®n del que lo afirma. Puede que sea una limitaci¨®n pulmonar del que as¨ª habla, puede que sea una limitaci¨®n cardiaca, puede que le comiencen a fallar las piernas o que no aguante el sol y la intemperie. O podr¨ªa tomarse como una manifestaci¨®n de profunda humildad, si no fuera porque casa mal con la actitud a que nos tiene acostumbrados el se?or Duran, siempre tan convencido de estar en la verdad y de mantenerse en el filo de la balanza. O quiz¨¢ esa incapacidad no le venga del intelecto, sino de los kil¨®metros que separan su discurso y el del se?or Maragall, que vislumbra entre brumas y confunde con la quimera, la fantas¨ªa, el sue?o. Ya se sabe a qu¨¦ transformaciones la distancia someti¨® a los molinos de viento. Aunque bien es verdad que no fue s¨®lo la distancia. A los ciudadanos que no simpatizamos con la turbia historia de la democracia cristiana en tant¨ªsimos pa¨ªses, tambi¨¦n nos parece fantasioso el discurso del se?or Duran como venimos demostrando en las urnas, ese estar siempre a medio camino entre CiU y el PP, un segmento de opini¨®n y de ideas cada vez m¨¢s reducido, como todo el mundo ha podido comprobar en estos dos a?os, donde el se?or Duran se pasa los d¨ªas bailando y haciendo piruetas en sus visitas de uno a otro, en las presiones a que pretende someterlos, en las promesas que les hace, sin obtener jam¨¢s una respuesta, lo que no le impide seguir cambiando de estrategia. Del programa y de las ideas del se?or Duran, los ciudadanos conocemos m¨¢s que nada las superficiales puntualizaciones a las afirmaciones de los dem¨¢s, sean de Pujol, de Aznar y ahora, al fin, de Maragall. En cuanto a su actuaci¨®n de gobierno, la experiencia nos demuestra que all¨ª donde UDC tiene su feudo, el m¨¢s puro y carca conservadurismo es ley. Esto es lo que sabemos. y no porque ¨¦l nos lo haya dicho ni lo haya justificado, sino porque lo hemos sufrido en nuestra propia carne. Unas l¨ªneas m¨¢s abajo, el se?or Duran afirma que la coalici¨®n de CDC y UDC est¨¢ "muy cohesionada", afirmaci¨®n que contradice lo que dijo hace unas semanas o unos meses, contradicciones todas que lleva a?os manteniendo. Del mismo modo que nunca acabamos de saber si el nacionalismo de Duran es m¨¢s intenso que el del se?or Pujol o el cristianismo del se?or Pujol es m¨¢s profundo que el del se?or Duran, los dos grandes pilares de las creencias de uno y otro. Por si todo esto fuera poco, afirma el se?or Duran que la gente "necesita saber que nos ponemos de acuerdo" (se refiere a los dos partidos que forman la coalici¨®n CiU). Pues bien, sepa el se?or Duran que la gente no siente esta necesidad en absoluto, convencida como est¨¢ de que, hoy por hoy, la coalici¨®n es indestructible: ni la CDC de Pujol puede prescindir de los votos de la UDC de Duran, ni la UDC de Duran ser¨ªa nada sin la CDC de Pujol. De esto nadie, ni las bases ni los aparatos de los respectivos partidos, tiene la menor duda. Y mucho menos todos los dem¨¢s ciudadanos. En este mismo art¨ªculo, hay tambi¨¦n unas curiosas declaraciones de Josep Llu¨ªs Carod-Rovira que me han dejado pasmada. Dice as¨ª: "El ¨²nico cambio pol¨ªtico real en Catalu?a vendr¨¢ cuando la mayor¨ªa de la sociedad gobierne en lugar de la clase social acomodada que domina la vida pol¨ªtica catalana desde las c¨²pulas de CDC, UDC y PSC...". A lo mejor estoy mal informada, pero ?no es la mayor¨ªa de la sociedad la que ha ido a las urnas en varias ocasiones y ha elegido a los gobernantes que, nos gusten o no, nos representan hoy a todos? Y si no es as¨ª, ?d¨®nde est¨¢ esta mayor¨ªa? ?Qui¨¦n la representa? ?A qui¨¦n tenemos que votar para que gobierne esta mayor¨ªa de la sociedad a la que se refiere el se?or Carod-Rovira y que ha de traer el verdadero cambio a Catalu?a, el cambio que tantos de nosotros deseamos? ?Que nos lo digan, por favor! Con tanto bla bla bla, es muy dif¨ªcil saber qu¨¦ quieren decir los pol¨ªticos y qu¨¦ les mueve a decir lo que dicen. Y es que, tengan o no tengan resuelto su programa, tengan o no tengan las ideas claras, como no pueden perder la ocasi¨®n de hablar, van diciendo frases sin sentido que vagamente se refieren a hechos concretos que han ocurrido ese d¨ªa o el d¨ªa anterior, tal vez para que pensemos que se mantienen informados, que est¨¢n al d¨ªa, y para que sepamos que tienen muy claro que ellos y solamente ellos son los hombres capaces de regir los destinos de una patria que, de todos modos, cada uno ve a su manera, siempre, por supuesto, de la ¨²nica posible para ser la verdadera, la que tenemos que aceptar todos. No se toman la molestia de analizar lo que dicen, pero cualquier persona que los oiga despotricar se dar¨¢ cuenta de que sus palabras no son m¨¢s que lamentos que esconden frustraci¨®n y miedo. Sea como fuere, ellos siguen porque est¨¢n convencidos de que en esta sociedad medi¨¢tica en la que vivimos lo importante es salir en la prensa, la radio y la televisi¨®n, que es lo que les da votos. Y en esto tal vez no les falte raz¨®n. Aunque un poco m¨¢s de respeto por s¨ª mismos, un poco m¨¢s de temor a lo que quede de sus vanos discursos, no estar¨ªa de m¨¢s: les evitar¨ªa decir, y a nosotros o¨ªr, esta sarta de banalidades, de incongruencias y de tonter¨ªas con que ellos mismos -y solos- se echan tierra por encima.
Rosa Reg¨¤s es escritora.
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