Fuera de juego
La autoridad se tiene o no se tiene, pero no se negocia. El candidato Borrell lleva demasiado tiempo mendigando autoridad para ser cre¨ªble. Cada vez que Borrell hace saber que ¨¦l tambi¨¦n quiere estar en las reuniones de Almunia con Aznar, cada vez que levanta la mano para decir que el que habla en nombre del partido es ¨¦l y no otro, por ejemplo el ciudadano Felipe Gonz¨¢lez, no gana un cent¨ªmetro de poder y, en cambio, pierde muchas dosis de autoridad. Los caminos por los que la autoridad se conquista son muy oscuros. A los que llevan puesto el atributo de autoridad se les llama l¨ªderes carism¨¢ticos, porque poniendo un nombre a las cosas tenemos la sensaci¨®n de atraparlas. Pero la autoridad sigue estando en el misterioso terreno de las relaciones de seducci¨®n entre y sobre los hombres. Naturalmente, el apoyo firme de un partido ayuda a conformar el carisma. Del mismo modo que el sufragio universal es la mejor peana para asegurar que poder y autoridad van juntos. El poder es la medicina m¨¢s eficaz para convertir a un candidato sin atributos precisos en l¨ªder carism¨¢tico. Pero no es suficiente. Si lo fuera, Aznar estar¨ªa volando por encima del pa¨ªs sin que nadie atendiera las voces de quienes osaran resistirse a sus encantos. Borrell no tiene ni poder, ni un partido unido detr¨¢s suyo. Si no ha sabido convertir en carisma el apoyo que le dieron los militantes en las primarias no lo va a resolver en querellas de organigrama que, c¨®mo el mismo ha dicho, "no interesan a los parados".El problema de Borrell es que su miedo permanente a que las l¨ªneas de defensa (del Gobierno o del partido) se adelanten y le dejen en fuera de juego es id¨¦ntico al que tiene el PSOE en su conjunto. Desde que estall¨® la tregua de ETA los socialistas est¨¢n dando la sensaci¨®n de sufrir por miedo a quedarse fuera de la foto del fin de la violencia. Ante un tema tan delicado la ansiedad es mala consejera. Porque cuando el presidente del Gobierno anuncia su intenci¨®n de iniciar los contactos con ETA, que no haya tenido la delicadeza exigible con la oposici¨®n es una minucia al lado del cuerpo central del mensaje. Las quejas del PSOE s¨®lo transmiten sensaci¨®n de impotencia, s¨®lo aumentan la sospecha de que no ha asumido que la historia es tan caprichosa que puede que ETA deje de matar durante el mandato de este pobre hombre que, dec¨ªan, no ten¨ªa que durar ni media legislatura.
El PSOE advierte ahora al PP que no debe aceptar el chantaje de ETA. ETA todav¨ªa no ha exigido nada. ?Por qu¨¦ querer adelantar el debate? El tiempo juega a favor del fin de la violencia. No tiene sentido querer anticiparse. Probablemente el presidente del Gobierno ha cometido un error de ritmo al querer, ya desde ahora, convertir la negociaci¨®n en bilateral. Probablemente ETA le tienda alguna trampa, por ejemplo, al nombrar los interlocutores, que obligue al presidente a rectificar. Las prisas de Aznar para consagrarse como estadista pueden provocar alg¨²n accidente de recorrido. El poder siempre quiere m¨¢s y Aznar deber¨ªa saber que no tiene ninguna necesidad de precipitarse: lo ¨²nico que necesita -¨¦l y todos- es que el proceso acabe bien. La recompensa ya se le dar¨¢ por a?adidura. Y si la sociedad no quiere d¨¢rsela, no se la dar¨¢ en cualquier caso. Pero todo esto son cuestiones menores, humanas, muy humanas, al lado del fin de la violencia. Un partido pol¨ªtico al que le ha tocado vivir este tiempo en la oposici¨®n tiene que ser muy prudente. M¨¢s sabiendo que el Gobierno no dudar¨¢, si la oportunidad se tercia, en colocarle alguna celada, porque, como se ha visto en el pasado, para el PP todo vale con tal de debilitar al adversario. La prudencia obliga al PSOE a mantenerse pegado al PP en materia de tregua: la ciudadan¨ªa quiere que se arrope al Gobierno que es quien debe gestionar el proceso. Quejarse por minucias perjudica al que lo hace. Si entrar en el Gobierno vasco puede hacer que el PSOE pierda el s¨ªndrome del fuera de juego, que Dios ilumine a Ibarretxe y a Redondo y la coalici¨®n se firme pronto. Ser¨¢ lo mejor para todos.
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