Estella ?again and again?
La libertad desencanta, la liberaci¨®n exalta. Gernika ha desencantado -seg¨²n propias declaraciones- a quienes en Lizarra encuentran motivo de uni¨®n y exaltaci¨®n. Marx, c¨®mo no, llevaba raz¨®n y podemos darle la vuelta a uno de sus m¨¢s c¨¦lebres t¨®picos, igual que ¨¦l mismo puso cabeza abajo la dial¨¦ctica de Hegel: el grito de guerra que en su d¨ªa lanzara el pintor vitoriano-londinense-estell¨¦s Gustavo de Maeztu en un registro c¨®mico-cosmopolita, "For Londres, for Estella!", se ha te?ido ahora de exaltadores tintes ¨¦pico-patri¨®ticos: "For Stormont, for Lizarra"! Volvemos a Estella again and again. Begin the begining, volver a empezar o regresar adonde sol¨ªamos, que siglo y medio no es nada. Stormont podr¨ªa traducirse por monte tormentoso y de Montejurra, que es el monte que hay en Estella, qu¨¦ vamos a decir. Resumiendo mucho, diremos que Estella fue hace siglo y medio (largo) el escenario de la exaltaci¨®n m¨ªtica de las esencias, por entonces sustanciadas en el lema Dios, Patria, Rey; que medio siglo despu¨¦s la exaltaci¨®n de los or¨ªgenes volvi¨® a la Capital del Ega para enriquecerse con el grito de Dios, Patria, Rey, Fueros -sobre todo Fueros, la Ley Originaria anterior a toda Ley que hace de la necesidad y de la costumbre virtud-; que el Ega vio las tormentosas reuniones en las que se vot¨® el Estatuto Vasco y que a un paso de Estella, en las faldas de Montejurra, Mola y dem¨¢s espadones levantiscos conspiraron sin mucho disimulo para gestar la sublevaci¨®n armada contra la legitimidad republicana -c¨®mo no, en nombre de algo anterior a toda legalidad instituida: el orden natural de las cosas impuesto a veces por Dios, en ocasiones por la Patria, de vez en cuando por el Rey y casi siempre por la fidelidad a los m¨ªticos Or¨ªgenes-. La sublevaci¨®n de la tropa levantisca, como de costumbre, madrug¨® mucho en Estella y rigi¨® en la ciudad desde el 17 de julio de 1936. Lizarra, como los territorios norteafricanos, siempre una hora por delante en materia de levantamientos armados, alzamientos patri¨®ticos, pronunciamientos m¨ªticos y revueltas originarias. Si se ha de hacer tabla rasa, volver a empezar y remontarse a todo lo anterior, es obligado el regreso a Estella, a ser posible una hora antes de alg¨²n acontecimiento decisivo, como unas elecciones. Y de Estella al monte no hay m¨¢s que un paso, f¨¢cil de dar si los acontecimientos nos desencantan. Se oyen estos d¨ªas amenazas de echarse a la calle, caso de no lograrse algunas vindicaciones inmediatas. Natural como el agua del Ega. Puestos en Estella, el tentador paso siguiente es ver hasta d¨®nde llega el or¨¦gano del monte. Llegar de nuevo a Estella es mucho m¨¢s que volver al pasado: es regresar a una exaltaci¨®n liberadora que trae ecos de matxinadas, zamacoladas, gamazadas, carlistadas, cruzadas y dem¨¢s intentos -logrados o frustrados- de hacer tabla rasa y devolverle al orden originario lo suyo. De otro manera no se entiende el ¨²ltimo comunicado de ETA, que manifiesta su ilusi¨®n por el regreso de toda la familia al punto de inicio de todas las largas marchas liberadoras, de todos los saltos al monte. De otro modo no se explica que quienes nos acostamos el d¨ªa anterior a la pasada campa?a electoral sin mayor inclinaci¨®n por los or¨ªgenes m¨ªticos ni por la sublevaci¨®n africano-estellesa de los generales insurreccionales, amaneci¨¦semos en plena campa?a, en el fragor simplificador de la contienda, como nacionalistas de la m¨¢s rancia estirpe y como franquistas de toda la vida. Imposible reconocerse a s¨ª mismo a la vista del espantajo que nos devolv¨ªa el espejo electoral. Imposible, a no ser que tuvi¨¦semos ante nosotros el espejo deformante de una liberaci¨®n en marcha, dispuesta como casi todas ellas a liberarnos de nosotros mismos, llenos de demonios desconocidos. Si estamos hablando de alguna larga marcha por la liberaci¨®n, Lizarra es el lugar adecuado para echar a andar y probablemente coger el camino del monte. Si hablamos de los desencantos, dificultades y responsabilidades de ser en libertad, entonces la ciudad del Ega trae a la memoria toda su pasado, y con ¨¦l viene la m¨¢xima de Georges Santayana seg¨²n la cual, los pueblos que no han aprendido nada de su historia, est¨¢n condenados a volver a Estella.
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