El Celta triunf¨® con un gran f¨²tbol
En Chamart¨ªn, triunf¨® el f¨²tbol de toda la vida, lo que se entiende por buen juego, la facilidad para juntarse alrededor del bal¨®n, para tocarlo con precisi¨®n y criterio, para expresarse de forma tranquila, con naturalidad. O sea, triunf¨® el Celta, que someti¨® al Madrid sin contemplaciones. El equipo m¨¢s lujoso del f¨²tbol espa?ol fue muy poca cosa. S¨®lo el orgullo le dio una posibilidad. El orgullo y Guti, injustamente olvidado por Hiddink. Guti hizo en el Madrid lo mismo que el Celta durante todo el partido: jugar estupendamente.En los tiempos del esfuerzo, la presi¨®n y el f¨²tbol agitado, el Celta ha decidido interpretar el juego con naturalidad y sencillez. Lleg¨® al Bernab¨¦u con fama de equipo bueno y la acredit¨® en un partido atractivo, mejor llevado por el Celta, que meti¨® al Madrid en graves problemas. Lo hizo con unas pocas reglas b¨¢sicas: la pelota es importante, su buena utilizaci¨®n resulta decisiva, alrededor de ella se agrupan la mayor cantidad posible de jugadores, no se traslada (se toca) y la jugada termina por aparecer. Reglas tan antiguas como el f¨²tbol que funcionaron, funcionan y funcionar¨¢n. Para eso se necesita convicci¨®n y buenos jugadores. El Celta dispuso de las dos condiciones y confirm¨® su prestigio.
REAL MADRID 1 - CELTA 2
Real Madrid: Illgner; Panucci (Rojas, m.60), Sanchis, Fernando Sanz, Roberto Carlos; Seedorf (Guti, m.54), Redondo, Ra¨²l, Jarni (Suker, m.60; Morientes y Savio.Celta: Dutruel; Michel Salgado, C¨¢ceres, Eggen, Berges; Karpin, Mazinho, Mostovoi (?scar Vales, m.84), Makelele; Penev (Cadete, m.77) y S¨¢nchez (Tom¨¢s, m.65). Goles: 0-1. M.27. Penev, de penalti cometido por Roberto Carlos sobre Makelele. 0-2. M.53. Makelele, de cabeza en semiplancha, a pase de Karpin. 1-2. M. 62. Roberto Carlos, de tremendo zurdazo en un lanzamiento de falta desde la frontal. ?rbitro: Medina Cantalejo. Mostr¨® tarjeta amarilla a Mazinho, Fernando Sanz, Karpin, C¨¢ceres, Mostovoi, Roberto Carlos, Eggen y Suker. Santiago Bernab¨¦u. Suker envi¨® al palo, en el minuto 75, con 1-2, un penalti sancionado por un agarr¨®n de Michel Salgado a Savio.
El encuentro fue notable, aunque desigual en lo estrictamente futbol¨ªstico. El Celta actu¨® con un rigor cartesiano que sac¨® los colores al lujoso Madrid actual. Su ¨²nica respuesta a la excelente propuesta gallega fue un juego aguerrido, con una tendencia intempestiva, sin un trazo definido. El Celta jug¨® y el Madrid combati¨®. Una contradicci¨®n con la historia.
El Celta super¨® con facilidad al Madrid en el primer tiempo. Por juego, por claridad de ideas, por determinaci¨®n. En ning¨²n instante se sinti¨® apurado por el escenario y por el cartel madridista. Si hab¨ªa que llegar al ¨¢rea de Illgner, se hac¨ªa de forma masiva, a veces con la incorporaci¨®n simult¨¢nea de los dos laterales. Rarezas de ese calibre todav¨ªa son posibles en la Liga espa?ola. Conviene defenderlas frente a los voceros del tacticismo y el defensivismo.
En el orden individual, Mazinho dirigi¨® la orquesta con virtuosismo, Mostovoi desbord¨® con frecuencia y el resto actu¨® sin inhibiciones. A los madridistas se le acumularon los deberes y no supieron resolverlos nunca. Se le fundieron los circuitos. La famosa ala izquierda pas¨® desapercibida. Roberto Carlos y Jarni apenas llegaron a posiciones de tiro o de centro. En realidad, tuvieron que preocuparse de contener a Karpin y Michel Salgado. De Ra¨²l no hubo noticias. De Morientes, tampoco. Savio sufri¨® un acoso dur¨ªsimo.
Antes de que el Madrid viera algo de luz, y eso ocurri¨® fundamentalmente por la espl¨¦ndida contribuci¨®n de Guti, el Celta dio un curso de eso que se llama el f¨²tbol de toda la vida, el juego bien hecho, la sensaci¨®n de naturalidad que se expres¨® en el primer tiempo de manera constante y en el segundo con algo m¨¢s de dispersi¨®n. El segundo gol concret¨® punto por punto todo el ideario del equipo gallego, un monumento al toque y al juego colectivo que naci¨® en su ¨¢rea. Lo dem¨¢s se escribe con guiones: Penev-S¨¢nchez-Penev-Mazinho-Karpin-Michel Salgado-Karpin. Una obra de arte.
Durante un breve periodo, al Madrid le levant¨® el orgullo. Se lanz¨® en tromba, de manera desordenada, pero con decisi¨®n. Guti dio sentido a todo aquello con su facilidad para moverse en la media punta y enganchar por aqu¨ª y por all¨¢. Pareci¨® que el Madrid ten¨ªa alguna posibilidad, marc¨® un gol y desperdici¨® un penalti, pero el Celta no afloj¨®. Illgner sac¨® majestuosamente un remate de Michel Salgado y otro de Karpin. Era el signo de un partido espl¨¦ndido. El Madrid, sin f¨²tbol, pero con coraz¨®n. El Celta con lo esencial: con un gran juego, con el juego de toda la vida, el de antes, el de ahora y el de siempre. No nos vayan a confundir con otras panoplias.
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