LA COMA ( PATERNA) A tres kil¨®metros de todo
El extra?o no pasa desapercibido en el barrio de La Coma, sobre todo si hace preguntas. Un ni?o de unos 12 a?os se acerca dando saltos con la mirada clavada en la c¨¢mara del fot¨®grafo. ?l tambi¨¦n lleva una peque?a de colores en el bolsillo y la ense?a de inmediato. Dice que le cost¨® exactamente lo que le cost¨® "estirar el brazo". Al ni?o no le gusta lo que dice un vecino del barrio, que acaba de plantear sus quejas a los periodistas. Se enreda entre las piernas de los adultos y en un tono claramente intimidatorio le hace ver que ya est¨¢ hablando demasiado. Es m¨¢s que probable que su c¨¢mara no tenga certificado de garant¨ªa, ni manual de instrucciones, pero tampoco lo tendr¨¢ f¨¢cil si necesita repararla alg¨²n d¨ªa. En su barrio no hay tiendas. A pocos metros de all¨ª, cerca de la pintada que aparece en la fotograf¨ªa (Vivir en La Coma, morir en el gueto), un chaval de 14 a?os pregunta para qu¨¦ tendr¨ªa que ir a la escuela. Dice que lo que de verdad le falta a su barrio son unos recreativos y un videoclub, "para ver pel¨ªculas pornigr¨¢ficas". Tiene tres hermanos y un amigo que lo observa todo desde su coche, mientras habla con alguien desde su tel¨¦fono m¨®vil. "Escribe tambi¨¦n que no tenemos nada m¨¢s que un bar para los jubilados", apunta antes de irse. Al se?or de la conversaci¨®n anterior le entr¨® algo de prisa despu¨¦s de la advertencia, pero ya hab¨ªa dicho pr¨¢cticamente todo lo que quer¨ªa decir. Que no hay derecho a que los chavales destrocen las verjas de los colegios -hay dos colegios p¨²blicos, La Coma y el Antonio Ferrandis-, que falta mucho civismo y que a las ¨²ltimas palmeras que plantaron en el barrio les faltan ramas enteras, que alguien arranc¨® de cuajo. "Si hab¨¦is dejado el coche por aqu¨ª, igual ya no le queda ni el retrovisor", advierte otro curioso. Es parte de la leyenda del barrio, pero como los refranes, se mantiene viva por algo. "Ni el retrovisor, ni las ruedas, aqu¨ª te lo levantan todo", a?ade. De las palabras del alcalde socialista de Paterna, Francisco Borruey, se deduce que la polic¨ªa tiene trabajo extra en La Coma. Cuenta el primer edil que a veces el m¨¦dico pide que le acompa?e la polic¨ªa, porque el nivel de delincuencia y drogadicci¨®n es muy alto. "En La Coma no hay instituto, ni centro de Educaci¨®n Secundaria, ni Centro de Salud [aunque el proyecto est¨¢ terminado]. No hay supermercado, ni zona deportiva, ni piscina. No hay nada", dice Borruey, quien no oculta un cierto grado de abandono, del que culpa, en parte, a la Generalitat. Asegura que no es casualidad que cinco de los siete Barrios de Acci¨®n Preferente (BAP) de la Comunidad est¨¦n ubicados en municipios gobernados por el PSPV: "En todos ellos hay un electorado leal a los partidos de izquierda y las esperanzas no se las da la derecha", es su argumento. En su opini¨®n, la meta ideal ser¨ªa que La Coma dejase de ser un BAP, pero el Ayuntamiento no puede hacer frente a todas las carencias. Tanto el PSPV como Borruey critican que la comisi¨®n mixta entre Generalitat y Ayuntamiento creada a partir del Plan Conjunto de Actuaci¨®n de 1988 para sacar de la marginaci¨®n a los BAP es inoperante. En el caso de Paterna, el alcalde denuncia que los responsables territoriales de las consejer¨ªas implicadas ni siquiera acuden a las reuniones de la comisi¨®n. La Coma es un n¨²cleo aislado de unos 5.000 habitantes, con una notable carencia de infraestructuras y un conjunto de fincas uniformes, propiedad del Instituto Valenciano de la Vivienda, que depende del Consell, cuya ubicaci¨®n no fomenta la convivencia. Las 1.200 viviendas p¨²blicas albergan a familias con escasos recursos econ¨®micos, cuyos miembros viven a menudo hacinados. El nivel de desescolarizaci¨®n es muy alto, y las drogas y el paro son dos elementos comunes en la juventud. "Decir que vives en La Coma es suficiente para que no te den trabajo", se lamenta una vecina que tuvo que dejar su piso en Valencia tras una amenaza de desahucio. A esta mujer no le gust¨® ninguno de los dos colegios del barrio y prefiri¨® matricular a sus dos hijas en Burjassot, lo que le obliga a coger varios autobuses diarios. "Supe que ven¨ªa a La Coma el d¨ªa que me entregaron las llaves, ahora me cuesta encontrar un empleo", reitera. Un elemento dinamizador ha sido el Colegio Mayor de La Coma, en el que se celebran charlas y tertulias sobre temas de actualidad, aunque la asistencia no sea alta. No obstante, el movimiento vecinal saca adelante muchas iniciativas. Adem¨¢s de bibliotecas, el barrio cuenta con un mercado municipal, pero la distancia a los n¨²cleos urbanos (unos tres kil¨®metros) lo hace insuficiente. Los Talleres de Inserci¨®n Social para los j¨®venes cada vez se hacen menos, dice el PSPV. "De la coma al ret¨¦n, un santiam¨¦n", dice una pintada. "Apoyo a las mujeres maltratadas", reza otra.
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