Errores
ADOLF BELTRAN Lo dijo Claudio Alba el otro d¨ªa: "Los errores se pagan". El camionero que permaneci¨® durante casi dos a?os acusado de haber matado a tres mujeres en Castell¨®n, hasta que confes¨® esos cr¨ªmenes el supuesto autor de otras dos muertes, puso m¨¢s l¨®gica que resentimiento en su declaraci¨®n. Efectivamente, los errores se pagan, tarde o temprano. Y no es bueno dejar que se acumulen sin responder a sus consecuencias. Puede uno hacerse el loco, como los responsables policiales y el subdelegado del Gobierno que cargaron tres cad¨¢veres sobre las espaldas de Alba, o puede sacar pecho y retar a quienes piden explicaciones, como ha hecho Zaplana, fiel a su estilo bronco, cuando se le han amontonado sobre la mesa esc¨¢ndalos que afectan a consejeros y ex consejeros de su gobierno, a concejales y ex concejales de su partido, a asesores y ex asesores de su confianza. "Si alguien me lo acredita, dimitir¨¦ yo mismo ma?ana", asegur¨® el presidente de la Generalitat con gesto duro, en alusi¨®n a las noticias publicadas sobre la modificaci¨®n del plan urban¨ªstico de Benic¨¤ssim que incluye la recalificaci¨®n de un terreno asomado al mar cuyo propietario es el titular de Sanidad, Joaqu¨ªn Farn¨®s. Cometi¨®, as¨ª, el l¨ªder del PP valenciano una equivocaci¨®n para salir al paso de otro error. ?Equivocaci¨®n? La doctrina oficial da por sentado que los populares nunca se equivocan. Tampoco el consejero de Hacienda, Jos¨¦ Luis Olivas, ni, otra vez, el subdelegado del Gobierno en Castell¨®n, Vicente S¨¢nchez Peral, cuando remiten cartas al alcalde de Benic¨¤ssim en las que se describe un alud de proyectos e inversiones, "siempre que la calificaci¨®n de los terrenos liberados as¨ª lo permita"; es decir, siempre que se apruebe la modificaci¨®n urban¨ªstica que, casualmente, permite a Farn¨®s construir un edificio con el doble de volumetr¨ªa. El Ayuntamiento de Orihuela, la televisi¨®n valenciana, el sistema p¨²blico sanitario, -gracias al triste caso de la hepatitis C, pero tambi¨¦n a una gesti¨®n, como m¨ªnimo, confusa-, la Diputaci¨®n de Castell¨®n, el Ayuntamiento de Alicante... Los escenarios del esc¨¢ndalo o de la pol¨¦mica son variados y en ellos se mueven unos cargos p¨²blicos cuya actitud es absolutamente impermeable a la autocr¨ªtica. S¨®lo un director general, debido a la ilegalidad de unas obras en su residencia, y un consejero, Luis Fernando Cartagena, apremiado, seg¨²n las malas lenguas, por las repercusiones que su caso judicial tendr¨ªa para gentes m¨¢s poderosas, han dimitido hasta ahora. Al presidente, parece no quitarle el sue?o la sucesi¨®n de errores. ?l sabr¨¢ lo que hace, pero la sensaci¨®n de que alguien ha extendido una patente de corso conduce, tarde o temprano, al desastre. S¨®lo hay que esperar.
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