Caviar y mantequilla
El comentarista que ilustr¨® el Bar?a-Tenerife para los televidentes de Canal Sat¨¦lite puso sobre el c¨¦sped del Camp Nou la primera alusi¨®n gastron¨®mica: una temprana jugada de Rivaldo fue "caviar sobre el campo", dijo; despu¨¦s de aquel caviar, y durante mucho tiempo, la mezcla fue absoluta en los dos contendientes: gofio mezclado con pl¨¢tanos, con queso, y tambi¨¦n con mantequilla, gofio con caf¨¦ brasile?o y tambi¨¦n con agua de firgas, mantequilla holandesa, mantequilla sosa, butifarra de r¨¦gimen; una primera parte diet¨¦tica hecha con alimentos pesados que ambos equipos diger¨ªan como si se les hubieran atragantado las alb¨®ndigas de la Liga. La vista se mud¨® de sitio y tanto los tinerfe?os como los barcelonistas empezaron a mirar hacia sus banquillos o hacia sus gradas de oro o de mucha plata: De la Pe?a, Nadal, Guardiola, Luis Enrique, Pellegrino (?que adem¨¢s estaban en el palco!), o Felipe, Juanele, Jokanovic, Hapal, Kodro... Los aficionados tan mudables del Bar?a vivieron la famosa incertidumbre de los ¨²ltimos minutos despu¨¦s del gol s¨²bito de Makaay, mantequilla en las venas, y desde las gradas florecieron los pa?uelos blancos que en este caso caer¨ªan sobre Van Gaal, mantequilla en el alma, como una lluvia de gofio. La atm¨®sfera era tan pesada en los minutos intermedios de la realidad del empate y la ilusi¨®n de la victoria de los tinerfe?os que de pronto se inund¨® el campo de viejas premoniciones recientes: el Bar?a del caviar tiene mantequilla en las botas, ya perdi¨® la convicci¨®n de ganar, y el Tenerife, que tiene en su conjunto cierta densidad de mantequilla y algunos toques cariocas que le vienen de antiguo, amenaz¨® con apropiarse del caviar, que mezclado con gofio causa estragos en un ¨¢rea cuya defensa no es capaz de digerir alimentos fuertes. Fue por poco tiempo esa ilusi¨®n isle?a porque en aquel prado de tulipanes se iba a producir la conjunci¨®n que ha hecho que este equipo dubitativo que es el Bar?a en defensa empezara a prosperar arriba gracias justamente a su cantidad de caviar puro: Rivaldo dice que Dios invent¨® el f¨²tbol para hacer felices a algunos brasile?os; esa es la felicidad con la que ha ilustrado su juego, para salvar con el caviar la butifarra de mantequilla; en compa?¨ªa de Kluivert, que une a su cara de ni?o competitivo los pies m¨¢s generosos del f¨²tbol espa?ol, Rivaldo le ayud¨® a Van Gaal a recoger los papeles perdidos. Y la afici¨®n infiel tach¨® de momento las pancartas con las que denosta o a?ora a Johan Cruyff mientras el otro holand¨¦s toma notas como si fuera Bartleby el escribiente. Es curioso: mientras el Bar?a fue caviar, su juego se pareci¨® al que predicaba aquel holand¨¦s errante, y cuando el Tenerife tambi¨¦n se dio a s¨ª mismo su buena dosis de ese alimento de ricos, el equipo de Lillo se parec¨ªa al a?orado conjunto de los tiempos de Valdano.
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