La polic¨ªa sospecha que sectas destructivas est¨¢n infiltrando fieles en la Administraci¨®n
Los expertos advierten de que el adepto antepone el inter¨¦s del l¨ªder al de su jefe laboral
No le han pagado el copyright a la mafia, pero la t¨¦cnica viene a ser la misma. Expertos de la polic¨ªa y de asociaciones de lucha contra las sectas destructivas en Espa?a sospechan que los principales grupos de manipulaci¨®n psicol¨®gica, fundamentalmente de ultraderecha, est¨¢n tratando de introducir a sus adeptos en la admistraci¨®n p¨²blica y en las principales empresas privadas. El objetivo: aumentar su poder de influencia en la sociedad. Eliseo Guti¨¦rrez ?vila, inspector jefe del grupo antisectas, y Mar¨ªa Rosa Boladeras, presidenta de AIS (Asesoramiento e Informaci¨®n sobre Sectas), coinciden en que el peligro radica en la sumisi¨®n de los fieles: "Si tienen que elegir, obedecer¨¢n a su mes¨ªas".
El inspector Guti¨¦rrez ?vila lo tiene dif¨ªcil, muy dif¨ªcil. Su trabajo consiste en demostrar que un ciudadano ejemplar -con nombre, apellidos, domicilio conocido y una brillante hoja de servicios- se dedica a sustraer informaci¨®n sensible de un organismo p¨²blico por orden del l¨ªder de la secta a la que pertenece. Una secta que no s¨®lo no se reconoce como tal, sino que -y aqu¨ª viene el m¨¢s dif¨ªcil todav¨ªa- figura inscrita legalmente en Espa?a, bien en el registro de entidades religiosas o en el de asociaciones culturales o deportivas."Yo tengo el convencimiento moral", asegura el inspector jefe, "de que la nueva t¨¢ctica de las sectas destructivas pasa precisamente por ah¨ª: por aprovecharse de los fieles que trabajan en lugares relevantes de la Administraci¨®n". Tambi¨¦n se tienen noticias, admite el polic¨ªa, de que determinados grupos sectarios -principalmente de ultraderecha- est¨¢n formando a cuadros de mando para introducirlos en empresas privadas. Pero Eliseo Guti¨¦rrez no puede dar nombres. Ni siquiera los de las sectas sospechosas. "Lo terrible", reflexiona, "es que este tipo de grupos se beneficia precisamente de la libertad de creencias que existe en Espa?a para captar adeptos, dinero, poder; muchos de ellos para inculcar sus ideas totalitarias".
De ah¨ª que el pasado martes, en el Congreso de los Diputados, el ministro del Interior, Jaime Mayor Oreja, se encontrara en la dif¨ªcil papeleta de hablar de sectas destructivas sin nombrar a ninguna, de ofrecer cifras de su implantaci¨®n en Espa?a -m¨¢s de 200, m¨¢s de 100.000 adeptos- sin poder desvelar el origen de sus datos. Falta en Espa?a un listado oficial de sectas, de grupos que utilizan de manera deliberada las t¨¦cnicas de manipulaci¨®n de la personalidad para conseguir dinero y poder. La polic¨ªa y los grupos m¨¢s serios de lucha contra las sectas tienen que recurrir a los listados de los parlamentos franc¨¦s y belga -por citar dos ejemplos cercanos- para saber qu¨¦ se considera secta en Europa y qu¨¦ no. Aqu¨ª s¨®lo se sabe que el fantasma existe, pero no el castillo en donde habita. Al menos, oficialmente.
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