Oro a precio de bananas
Mazinho, el l¨ªder del Celta, fue comprado al Valencia por 150 millones
"Me han vendido a precio de bananas", exclam¨® Mazinho, entre quejumbroso e ir¨®nico, cuando en el verano de 1996 el Celta le compr¨® al Valencia por s¨®lo 150 millones de pesetas. Con el dinero televisivo corriendo a¨²n fresquito por el mercado, aquel fue el verano de Ronaldo, de Rivaldo, de Romario, del Madrid de Capello... Narcotizados de millones, los directivos buscaban nombres nuevos, sensaciones fuertes, cuanto m¨¢s caras mejor, y Mazinho, campe¨®n del mundo en 1994, parec¨ªa ya muy visto a sus 30 a?os. Por razones nunca aclaradas, su entonces entrenador, Luis Aragon¨¦s, tampoco lo quer¨ªa. Y el Celta encontr¨® la oportunidad del siglo para edificar en torno al brasile?o y al ruso Mostovoi el equipo que el pasado s¨¢bado alcanz¨® el liderato de la Liga.El mismo verano que Mazinho se vio en Brasil abandonado por el Valencia, otro brasile?o que tambi¨¦n jugaba de medio centro, Flavio Concei?ao, se convirti¨® en motivo de una interminable disputa entre Real Madrid y Deportivo. Para gran enojo de Capello, los coru?eses se llevaron la pieza tras pagar 850 millones, y desde entonces, no se han vuelto a tener noticias de Flavio, pese a que cada domingo comparece puntualmente en la alineaci¨®n titular. De Mazinho ya pocas dudas caben. Antes incluso de su memorable actuaci¨®n del s¨¢bado en el Bernabeu, el entrenador del Barcelona, Louis Van Gaal, ya le hab¨ªa se?alado como el mejor extranjero de la Liga pasada en la encuesta que todos los a?os realiza este peri¨®dico.
Mazinho es de esa clase de centrocampistas brasile?os que juegan a Jekyll y Hyde: tan pronto parece Guardiola como se transforma en Desailly; ahora es un estilista que elabora el f¨²tbol con paciencia y rigor, y dos minutos despu¨¦s irrumpe como un tanque desbocado para arramplar con cualquier bal¨®n que pretende llevarse el contrario. Si Mostovoi encarna el ingenio en el equipo de V¨ªctor Fern¨¢ndez, nadie cuestiona que Mazinho es el coraz¨®n. Iomar do Nascimento (Santa Rita-Brasil, 1966) responde adem¨¢s al prototipo de futbolista brasile?o que contradice el modelo m¨¢s conocido, el de los juerguistas y mujeriegos incapaces de adaptarse a las exigencias del superprofesionalismo europeo. Al contrario, Mazinho, como reconoci¨® su antiguo t¨¦cnico Fernando Santos, es el jugador con el que sue?an los entrenadores: met¨®dico, disciplinado y siempre dispuesto a dar la cara por el equipo. En el chal¨¦ donde vive junto a su esposa, Valeria -jugadora del club Teis, de la Divisi¨®n de Honor de voleibol femenino- , sus tres hijos y sus suegros, se ha hecho instalar un gimnasio para entrenarse por su cuenta. Como otros brasile?os, es tambi¨¦n muy religioso, tanto que se le pudo ver leyendo la Biblia en medio del jolgorio organizado en el avi¨®n que tra¨ªa al Celta de regreso tras su gran triunfo en Birmingham frente al Aston Villa.
Aunque ahora parezca el medio centro perfecto, lo cierto es que Mazinho se pas¨® la mitad de su carrera jugando de lateral derecho. ?sa fue la funci¨®n que cumpli¨® durante siete temporadas en el Vasco de Gama y la que se le encomend¨® tambi¨¦n en la selecci¨®n brasile?a que acudi¨® al Mundial de Italia90. Tras ese campeonato, se qued¨® en el calcio, en el modesto Lecce, donde sufrir¨ªa la primera transformaci¨®n de su carrera. El entrenador, el antiguo astro polaco Zbegneiw Boniek , se lo dijo muy claro: "Tu sitio es el centro del campo". A la temporada siguiente ya lo fich¨® el Fiorentina, pero una lesi¨®n le impidi¨® jugar durante cinco meses y acab¨® abandonando el club. El augurio de su representante fue demoledor: "Las puertas de Europa se te han cerrado para siempre".
Pero Mazinho volvi¨® a brillar en el Palmeiras de Roberto Carlos y Edmundo, fue campe¨®n del mundo en Estados Unidos, y Parreira se le llev¨® al Valencia. All¨ª hizo una temporada formidable, pero en la segunda, Aragon¨¦s descubri¨® que no le gustaba. De vacaciones en Brasil, Mazinho ve¨ªa con incredulidad que su equipo ya no contaba con ¨¦l. Durante muchos d¨ªas se resisti¨® a la oferta del Celta, cuyos directivos fueron a verle con folletos tur¨ªsticos de Vigo para mostrarle las excelencias de su r¨ªa. Tres a?os despu¨¦s, Mazinho se permite abandonar por un momento su cl¨¢sica modestia para reconocer: "La verdad es que pocos fichajes puede haber tan rentables como el m¨ªo".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.