Los hornos altos son tambi¨¦n memoria
Aplaudo y defiendo con entusiasmo la declaraci¨®n del alto horno n¨²mero 1 de Altos Hornos de Vizcaya (AHV) y el inmueble del Muelle de Churruca en Portugalete como patrimonio hist¨®rico y arquitect¨®nico por el Departamento de Cultura del Gobierno vasco, y agradecer¨ªa que otras decisiones vinieran parejas y r¨¢pidas.Tambi¨¦n, agradezco el esfuerzo, sensibilidad y buen hacer de la Asociaci¨®n Vasca de Patrimonio Industrial y Obra P¨²blica y de otros muchos profesionales, ciudadanosy vecinos impulsores de estas medidas de protecci¨®n. Lamento que tal conservaci¨®n no la hayamos defendido p¨²blicamente y de manera mayoritaria los propios vecinos de Sestao, Margen Izquierda y Zona Minera. Tampoco se han dado pronunciamiento institucionales locales previos favorables a tales declaraciones por el Gobierno vasco. Creo que es hora de manifestarse con contundencia haciendo extensivo el pronunciamiento al conjunto patrimonial, afortunadamente investigado, documentado, publicado y difundido gracias al esfuerzo de profesionales y aficionados, muchos de ellos vinculados a la Margen Izquierda. Sin duda, el inter¨¦s institucional est¨¢ aflorando a medida que observamos la velocidad de las transformaciones, la frialdad y distancia de las demoliciones y el evidente riesgo de quedarnos sin parte de nuestra memoria. Vamos con retraso y el esfuerzo sensibilizador y pedag¨®gico previo brilla por su ausencia, tanto por la paralizaci¨®n de los proyectos muse¨ªsticos (Museos T¨¦cnico y Minero) como por los escasos proyectos de conservaci¨®n. La mayor¨ªa de las actuaciones en nuestro territorio son urban¨ªsticas y de implantaci¨®n industrial y de servicios. En todos los casos, vinculadas a las urgencias econ¨®micas que siguen explicando todo, sin que a m¨ª me terminen de convencer. Cuando se alude a las intervenciones integrales e interdisciplinares as¨ª como a la utilizaci¨®n de todos los recursos disponibles para la revitalizaci¨®n de nuestra zona, sabemos que hay m¨¢s discurso ret¨®rico que pr¨¢ctico. Se sigue sin involucrar a todos los agentes sociales y profesionales en la cacareada revitalizaci¨®n. Seguiremos esperando. La Acer¨ªa Compacta de Bizkaia, desde el mes de julio hasta la fecha, y con mayor dedicaci¨®n desde la declaraci¨®n de Monumento Hist¨®rico del alto horno n¨²mero 1, no hace m¨¢s que recordarnos, d¨ªa s¨ª, d¨ªa no, la equivocaci¨®n de la decisi¨®n adoptada. Tambi¨¦n nos recuerda ACB las dificultades que tal decisi¨®n genera a los proyectos de modernizaci¨®n y expansi¨®n en la acer¨ªa, imputando los coste derivados de la decisi¨®n p¨²blica a la propia Administraci¨®n. No puedo menos que manifestar mi desacuerdo con las reiterativas razones que esgrime la ACB. Creo que no todas las previsiones que hizo AHV en el pasado o ahora hace la ACB deben coincidir con otras apreciaciones sociales o institucionales. Es m¨¢s, a¨²n acudiendo al principio de legalidad y a un sentido de la propiedad tan exquisito como el que posee, debieran, cuando menos, hacer gala de magnanimidad, vecindad y respeto. La ACB deber¨ªa haber calculado para sus nuevos proyectos la conservaci¨®n del patrimonio que heredaba de la extinta AHV, aunque no hubiera todav¨ªa ninguna medida protectora, ya que la reclamaci¨®n social la conoc¨ªa perfectamente. Durante estos cien a?os, las muestras de inter¨¦s dadas por la empresa para conservar el patrimonio industrial han brillado por su ausencia. Las dificultades t¨¦cnicas "insalvables" que la conservaci¨®n le plantea a ACB habr¨¢ que considerarlas tambi¨¦n t¨¦cnicamente, para ver si son insalvables y verdaderamente no hay alternativas. En su d¨ªa, tampoco hab¨ªa alternativas para el muelle de chatarra. Me parece que hay tantos metros disponibles y de su propiedad que no doy cr¨¦dito al enfado de la ACB por los que tendr¨¢ que dedicar a esta reserva patrimonial, que explica nuestro siglo como otros monumentos (d¨®lmenes, estradas, puentes, caser¨ªos, torres, castillos, iglesias, cascos antiguos, catedrales, ferrer¨ªas) explican sus ¨¦pocas respectivas. Es probable que todo este cat¨¢logo de recuerdos ayuden a entender mejor a esta insatisfacci¨®n llamada hombre. Seguimos callados en Sestao y la zona por la costumbre de callar ante tanto poder¨ªo, por tanta necesidad pasada o actual y por tanta estopa repartida y recibida. Hemos soportado -m¨¢s nuestros padres y abuelos- todo lo que ha venido de su parte porque nos daban trabajo y pagaban, pensando equivocadamente que el trabajo dado y mal pagado era para callar, como ahora. Sestao y el entorno han sido pueblos que miraban a la r¨ªa. Y cuando no lo hacemos es porque no podemos, pero debe quedar claro que no renunciamos a seguir mir¨¢ndola. Por encima de sus propiedades nos asiste el derecho de recuperar la r¨ªa como espacio social, de ocio y paisajistico. No ser¨¦ tan inocente para negar la historia, pero tampoco ingenuo para asumir que las cosas son como son sin remedio. El desarrollismo confuso y feo de nuestro siglo nos ha regalado hacinamiento, pobreza, falta de movilidad, contaminaciones varias y libre disposici¨®n de terrenos comunales para la implantaci¨®n de industrias y servicios siempre considerados como el man¨¢ salvador. La improvisaci¨®n urban¨ªstica, al margen de las mejoras evidentes de los ¨²ltimos 20 a?os, ha sido el marco para el perfecto desarrollo del permanente parcheo. Hoy el papel se acent¨²a con las ¨²ltimas manifestaciones de industrializaci¨®n en el sector servicios (Consorcio de Aguas, Petronor, Superpuerto, elkartegis, grandes ¨¢reas comerciales, viales) que no hacen sino acumular los excedentes metropolitanos para los que siempre se encuentra el terreno necesario y una disponibilidad pol¨ªtica que me cuesta entender. Espero que las servidumbres pasadas sean ocasi¨®n de reconocimientos tangibles, cuantificables y para todos. La revitalizaci¨®n de nuestra comarca tambi¨¦n requiere una decidida intervenci¨®n para conservar el patrimonio industrial que ayuda a explicar parte de la historia de nuestro siglo, en el que AHV, Sestao, la Margen Izquierda y Zona Minera son referencias imprescindibles, por mucho que algunos desmemoriados insistan en no caer en la cuenta.
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