El profesorado ante el futuro
El autor reivindica el papel de los profesores como agentes del cambio educativo y la necesidad de tenerlos en cuenta en las decisiones relativas a la tarea docente.
La idea de la educaci¨®n permanente, dise?ada a finales de los a?os sesenta, seg¨²n la cual todos debemos proseguir estudios y aprender a lo largo de la vida, se va afianzando. Concomitante con lo anterior, hay que formular el principio seg¨²n el cual todos debemos ser conscientes de nuestro papel educador para con los dem¨¢s a lo largo de la vida.De hecho, la tarea docente futura ser¨¢ cada vez m¨¢s una tarea de todos los miembros de la sociedad, empezando por los educadores profesionales, los padres y dem¨¢s miembros de la familia, seguidos por la comunidad, los hombres de fe, los pol¨ªticos, periodistas y empresarios, entre otros agentes sociales p¨²blicos y privados. Adem¨¢s, las responsabilidades de los educadores profesionales ser¨¢n crecientemente complejas y de mayor alcance, tanto en la ense?anza como en la orientaci¨®n y en la formaci¨®n anticipatoria, creativa e innovadora de los j¨®venes actores de futuro, del mismo modo que en la culturizaci¨®n, actualizaci¨®n o reciclaje profesional de los mayores necesitados de nuevas oportunidades de participaci¨®n en la vida activa o simplemente en el ocio cultural.
Contrariamente a ideas y pr¨¢cticas muy extendidas, es la ense?anza la que debe adaptarse al ense?ado. Es el alumno el que debe ocupar el centro de todo acto educativo y, a medida que adquiere madurez, el alumno debe sentirse cada vez m¨¢s libre de decidir por s¨ª mismo lo que quiere aprender y en lo que desea formarse, todo ello sin desmedro de la disciplina y el esfuerzo que todo proceso educativo exige de parte del alumno adem¨¢s de la intensa interacci¨®n que con el respectivo profesor-tutor debe establecerse.
En vista de todo ello, la docencia es cada vez m¨¢s un arte adem¨¢s de una profesi¨®n, con bases cient¨ªficas y crecientemente tecnificada, en la que se impone la calidad en todas sus actividades profesionales y humanas, frente a simples cualidades parciales por excepcionales que ¨¦stas sean. Por todo ello, el profesorado as¨ª entendido y ejercido es clave principal de la calidad educativa.
En todo caso, son muchas las nuevas prioridades que se avecinan al educador de cara al siglo XXI, aunque a veces sean simplemente tareas tradicionales enfocadas desde una nueva ¨®ptica y ejercitadas con nuevos medios, en particular tecnol¨®gicos o de organizaci¨®n, en un af¨¢n omnicomprensivo e integrador. A tal fin hay que permitir, propiciar y desarrollar la m¨¢s plena participaci¨®n de los docentes tanto en la formulaci¨®n de nuevas metas educativas, en el desarrollo curricular, en el dise?o de la organizaci¨®n escolar, en los planes de formaci¨®n en servicio del propio profesorado, en el desarrollo de m¨¦todos pedag¨®gicos y en la introducci¨®n de nuevas tecnolog¨ªas y material educativos.
Al profesorado se le pide cada vez m¨¢s. Cada vez que surge un nuevo problema o se identifica una nueva aspiraci¨®n cultural, social, pol¨ªtica o econ¨®mica, siempre se cita el papel de las instituciones educativas y se asignan nuevos cometidos a los profesores, aunque rara vez acompa?ados de los medios necesarios y de un reconocimiento social tangible, otrora m¨¢s frecuente. Sobre todo, a menudo se cae en el dirigismo, con poca o ninguna investigaci¨®n o experimentaci¨®n previa, y desde luego sin apenas consulta y mucho menos con una participaci¨®n activa en la formulaci¨®n de los proyectos o programas.
Ante el nuevo siglo en ciernes habr¨¢ que asociar a los profesores, de una vez por todas, en cuantas evaluaciones se lleven a cabo as¨ª como en cuantas decisiones ata?en a su tarea docente, de cuya eficacia tanto se espera, creando a tal fin los mecanismos m¨¢s sencillos posibles.
Vocaci¨®n, ejemplaridad, dedicaci¨®n y sentido de responsabilidad son valores que no se ejercen o logran por dinero u otros medios, si bien su esp¨ªritu se desarrolla con finalidad profesional en todo centro de formaci¨®n del profesorado que merezca tal nombre y tanto m¨¢s en la medida en que el clima social circundante a la funci¨®n docente sea propicio a reconocer el decisivo papel del profesorado en la formaci¨®n de quienes les son encomendados. De ah¨ª tambi¨¦n que el principal papel que desde tiempos inmemoriales ha tenido el profesorado haya sido el de tutor, es decir, el de maestro, gu¨ªa orientados e incluso amigo de quienes tratan de aprender con ¨¦l y gracias a ¨¦l, papel que hay que reivindicar y recuperar hoy en d¨ªa quiz¨¢ como m¨¢s necesario que nunca ante tantas lamentables rupturas del entorno familiar y social, aunque no menos ante las profundas innovaciones en la relaci¨®n profesor-alumno debidas a la creciente utilizaci¨®n de nuevas tecnolog¨ªas en el aprendizaje.
La vocaci¨®n que la docencia exige no exime nunca empero de una adecuada formaci¨®n inicial y en servicio para alcanzar las m¨¢s altas cualificaciones ni puede ser utilizada como excusa para no equiparar las retribuciones con profesiones que exigen similares cualificaciones.
La similitud de caracteres personales, as¨ª como de los mecanismos o bases neurofisiol¨®gicas de aprendizaje, en los que pudieran agruparse tanto los alumnos como sus profesores, es un formidable instrumento de futuro para coadyuvar al ¨¦xito en los procesos de aprendizaje gracias al grado de mutua empat¨ªa que ello permite potenciar. De acuerdo con estudios en curso desde hace algo m¨¢s de una d¨¦cada, tal adecuaci¨®n resulta posible en niveles de educaci¨®n preescolar y a¨²n de educaci¨®n b¨¢sica o primaria, aunque resulta mucho m¨¢s dif¨ªcil practicarla en los niveles superiores de la ense?anza.
Los m¨¦todos pedag¨®gicos tradicionales, por su parte, que siguen siendo los m¨¢s extendidos y practicados, se inspiran fundamentalmente en el concepto de ense?anza y est¨¢n muy alejados del fen¨®meno del aprendizaje aut¨®nomo o autoaprendizaje e incluso de una ense?anza interactiva apoyada en el di¨¢logo o, preferiblemente, en el saber escuchar. En consecuencia, los alumnos tienen pocas oportunidades para desarrollar un pensamiento aut¨®nomo. En la mayor¨ªa de los centros educativos es poco frecuente que los profesores acepten salirse del tema cuyo "conocimiento" transmiten cuando un alumno formula preguntas originales, responde a preguntas interesantes, escribe un ensayo o realiza experiencias de aprendizaje distintas a las previamente programadas. Todo ello suele ser desviado del di¨¢logo o postergado con bastante frecuencia. Esta situaci¨®n, que antes se deb¨ªa sobre todo a un equivocado ejercicio de la autoridad, se hace cada vez m¨¢s evidente y dram¨¢tica desde que, debido a los medios de comunicaci¨®n m¨¢s diversos, los alumnos aportan al aula un c¨²mulo de informaci¨®n de gran actualidad, a menudo mayor de la que dispone el propio profesor, pero que necesitan saber discernir o valorar y transformar en conocimiento.
En todo caso, una funci¨®n propiamente ense?ante ya no puede ser limitada a unos contenidos fijados por los planes y programas oficiales, sino que esa misma funci¨®n de transmisi¨®n de conocimientos se inserta en el amplio marco multidisciplinar e interdisciplinar de una problem¨¢tica mundial que una progresiva globalizaci¨®n hace cada d¨ªa m¨¢s compleja y necesitada de una visi¨®n omnicomprensiva y anticipatoria que ofrezca una base suficientemente amplia para permitir la soluci¨®n eficaz de los problemas puntuales. Sin desprecio de un cierto grado de aprendizaje memor¨ªstico para ejercitar tanto la atenci¨®n como la recuperaci¨®n de la informaci¨®n y contribuir al desarrollo neuronal, la prioridad se centra hoy en d¨ªa en la pr¨¢ctica de tal estudio y soluci¨®n de problemas concretos desde una visi¨®n lo m¨¢s global e interdisciplinaria posible.
Un conocimiento de car¨¢cter cient¨ªfico es, por otra parte y en todos los casos, base esencial para una labor eficiente de todo docente, siendo tanto m¨¢s exigible el grado de conocimiento cient¨ªfico avanzado de los contenidos de su respectiva especialidad tem¨¢tica cuanto m¨¢s elevado es el nivel de sus ense?anzas en el sistema educativo o m¨¢s especializado el aspecto o modalidad de su ense?anza profesional o de los trabajos de investigaci¨®n a ¨¦l encomendados. Obviamente, el profesorado de educaci¨®n superior tiene que poseer una formaci¨®n cient¨ªfica al m¨¢s alto nivel y debe desarrollarse ¨¦l mismo una labor de investigaci¨®n cient¨ªfica.
Por otra parte, los profesores de educaci¨®n primaria y de alfabetizaci¨®n o de educaci¨®n de adultos en pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo, sobre todo en zonas rurales, frecuentemente no tienen m¨¢s remedio que asumir funciones de m¨²ltiples profesionales ante la falta de disponibilidad de tales especialistas, como por ejemplo en el campo de la salud, nutrici¨®n o asistencia social, cuando no son funciones policiales ante la violencia o el narcotr¨¢fico que se produce a veces en torno a los centros educativos. Con el creciente desempleo y la consiguiente miseria han aumentado tambi¨¦n de forma considerable en las dos ¨²ltimas d¨¦cadas la violencia e incluso la delincuencia dentro de los centros escolares, junto con numerosos y graves problemas sociales en el entorno familiar de los educandos, ante lo cual el profesor se ve muchas veces obligado a actuar.
Por cierto que la lista de los deberes en la enumeraci¨®n de las funciones que el profesorado debe asumir suele ser muy extensa, formulada por los m¨¢s variados sectores de la sociedad, en escritos especializados, en las conclusiones de congresos pedag¨®gicos y de reuniones internacionales, adem¨¢s de cuanto contienen las normas legales. Sin embargo, rara vez va debidamente acompa?ada la lista de deberes de una lista de derechos y, menos a¨²n, de asignaciones presupuestarias efectivas o de nuevos medios materiales puestos a disposici¨®n del profesorado, junto con orientaciones metodol¨®gicas y did¨¢cticas, as¨ª como de la oportunidad de adquirir una s¨®lida formaci¨®n en las omnipresentes nuevas tecnolog¨ªas, adem¨¢s del correspondiente est¨ªmulo y reconocimiento social para inducir y coadyuvar a la aplicaci¨®n efectiva y eficaz de cuanto contribuya a una docencia e investigaci¨®n de la mayor calidad posible.
Los futuros profesores que han iniciado su formaci¨®n en este curso van a facilitar el acceso al conocimiento y a las destrezas, adem¨¢s de desarrollar h¨¢bitos y actitudes, para muchos de quienes van a estar en plena actividad a lo largo del siglo XXI. Ellos ser¨¢n los testigos y actores activos del nuevo siglo que abre ahora el tercer milenio.
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