Sofismas
Me disculpo por volver a solicitar espacio en esta secci¨®n y sobre el mismo tema que en mi anterior intervenci¨®n. Pero si entonces me pareci¨® preciso salir al paso de unas palabras capciosas del presidente chileno, Frei, igualmente necesario juzgo ahora rebatir las no menos sibilinas de su compatriota Jorge Edwards, escritor y diplom¨¢tico, en su art¨ªculo Razones chilenas (14-11-98), en el cual se lee: "... un proceso en Madrid, en la capital de un pa¨ªs donde no se hizo nada comparable para conocer y castigar los abusos del franquismo, ser¨ªa una perfecta payasada". Y se a?ade: "?Con qu¨¦ objeto, adem¨¢s? ?Para colocar a un anciano de salud fr¨¢gil bajo vigilancia espa?ola, con todos los problemas que esto provocar¨ªa entre los dos pa¨ªses?".Considera esta autorizada voz que los chilenos padecieron Pasa a la p¨¢gina siguiente Viene de la p¨¢gina anterior 17 a?os de dictadura y desde entonces viven en democracia. Puede ser. Le aseguro que si los espa?oles padecimos m¨¢s del doble (36 a?os) fue porque Franco no dej¨® nunca el menor resquicio para que su dictadura pudiera ser confundida por nadie con una democracia, ni siquiera nominal o vigilada. Y as¨ª jam¨¢s pudimos, en vida suya, so?ar con juzgarlo ni castigarlo. Su dictadura lo fue a todos los efectos hasta su muerte, y lo que vino tras ella es ya otra historia.
Nadie pide a los chilenos, por otra parte, que juzguen a Pinochet. Hace mucho -v¨¦ase la actitud de sus instituciones- que renunciaron a ello, y nadie se lo ha reprochado. Pero nadie, tampoco, ha ido a buscar a Pinochet a su pa¨ªs, nadie lo ha secuestrado. Si ¨¦l vino a territorio europeo, donde est¨¢ acusado del asesinato de ciudadanos europeos, entre otros delitos grav¨ªsimos, se expuso a ser aqu¨ª procesado. Aqu¨ª, no en Chile, territorio en el que nadie europeo est¨¢ se?alando lo que debe hacerse. Franco, por lo dem¨¢s, se guard¨® de pisar m¨¢s suelo extranjero que el portugu¨¦s, sometido por su colega dictador Salazar. Fue m¨¢s perezoso o m¨¢s precavido; lo cierto es que, por desgracia, nunca pudo darse con ¨¦l una situaci¨®n semejante.
Ser¨ªa de desear que personas influyentes como el presidente y el diplom¨¢tico chilenos dejaran de recurrir a los sofismas y se abstuvieran de los golpes bajos. La prevalencia del diplom¨¢tico sobre el escritor, en el caso del se?or Edwards, queda patente en su pregunta asombrosa: "?Con qu¨¦ objeto, adem¨¢s?". Si ¨¦l s¨®lo alcanza a divisar "los problemas entre los dos pa¨ªses", ser¨ªa in¨²til apelar a la posible imaginaci¨®n del novelista para que se le ocurriera otra respuesta. Eso ¨¦l mismo lo descarta.-
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