Un hombre cautivador
En febrero de 1993, cuando Frank O. Gehry era todav¨ªa pr¨¢cticamente desconocido en Bilbao, y el Museo Guggenheim, una quimera, asisti¨® en un discreto segundo plano a una rueda de prensa en la que se dio a conocer la maqueta de su proyecto.Cuando los pol¨ªticos callaron, Gehry se qued¨® junto a los paneles dispuesto a explicar a unos periodistas rezagados los planos del museo. Sac¨® un puntero y empez¨® a hablar con un entusiasmo desbordante de su obra. Los pol¨ªticos se lo llevaron con la excusa de que les esperaban para comer.
En poco tiempo, el car¨¢cter afable y la cordialidad de Gehry se ganaron al equipo que trabajaba en la construcci¨®n de la obra m¨¢s importante de su carrera, a los medios de comunicaci¨®n e incluso al personal de los restaurantes que frecuentaba en sus visitas a Bilbao. A su favor jug¨® su aspecto campechano y el origen hispano de su esposa, Berta Aguilera.
Gehry naci¨® en Toronto en 1929, pero se form¨® como arquitecto en California y ha desarrollado toda su carrera en su estudio de Santa M¨®nica. Su trabajo mereci¨® en 1979 el Premio Pritzker, considerado el Nobel de la arquitectura.
Gehry ha mostrado su originalidad y su sorprendente manejo de los materiales en obras diseminadas por medio mundo, como los laboratorios de la Universidad de Iowa, el complejo del parque Disney en Par¨ªs o las oficinas de la Nationale Nederlanden en Praga. Pero las dimensiones del Guggenheim de Bilbao, en contacto directo con el poderoso director de la Fundaci¨®n Guggenheim, Thomas Krens, abri¨® una nueva etapa. Ahora le espera otro proyecto en ?lava: la bodega Marqu¨¦s de Riscal en Elciego.
Gehry parece obsesionado con los peces. En Jap¨®n alcanz¨® una sorprendente popularidad con un restaurante en forma de pez; en Barcelona instal¨® junto al puerto ol¨ªmpico una gigantesca escultura met¨¢lica con la misma silueta, y en el Guggenheim todo el mundo llama fish (pez) a la sala m¨¢s grande del museo.
Babelia
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