La guerra del tabaco deja cicatrices
Las grandes industrias tabaqueras han sabido frenar a las administraciones de Estados Unidos, aunque s¨®lo las asociaciones m¨¢s radicales han denunciado el pacto entre las dos partes
S¨®lo las asociaciones anti-tabaco m¨¢s radicales han puesto reparos al acuerdo que pone fin a la guerra entre la industria y las administraciones de Estados Unidos. Los m¨¢s cr¨ªticos ven peque?as fisuras en el texto que permitir¨¢n a las empresas seguir convirtiendo el tabaquismo en un negocio redondo. Las restricciones publicitarias acaban con Joe Camel -el camello fumador de dibujos animados- pero permiten que el hombre de Marlboro siga cabalgando con un cigarrillo colgando de los labios.Uno de los t¨¦rminos del acuerdo oculto en la letra peque?a obliga a las empresas que venden cigarrillos a desvelar al gran p¨²blico los documentos internos que contienen estudios en torno a los efectos nocivos del consumo de tabaco. Algunos de esos informes hab¨ªan saltado ya a los medios de comunicaci¨®n por cortes¨ªa de la empresa Liggett & Myers (fabricante de LM y otras marcas conocidas). Esta compa?¨ªa hab¨ªa interpretado hasta ahora el papel de "arrepentido" en el juicio p¨²blico contra el tabaco.
Con los documentos encima de la mesa y con las prohibiciones publicitarias que se imponen a la industria, ser¨ªa il¨®gico pensar que no habr¨¢ repercusi¨®n en el consumo a medio plazo. B¨¢sicamente, la industria sacrifica la posibilidad de conseguir nuevos clientes -nuevos fumadores- a cambio de la estabilidad judicial que proporciona el acuerdo y la estabilidad financiera que garantizan los clientes fijos enganchados al h¨¢bito del cigarrillo.
En un an¨¢lisis a largo plazo, est¨¢ claro que el sector tendr¨¢ que enfrentarse a una reconversi¨®n cuando la ausencia de nuevos fumadores reduzca su n¨²mero de clientes. Las grandes industrias dejar¨¢n de ganar una enorme cantidad de dinero cada a?o y pasar¨¢n a ganar s¨®lo mucho dinero; sin embargo los due?os y empleados de plantaciones de tabaco pasar¨¢n de trabajar a no trabajar.
Junto con el anuncio del acuerdo con las administraciones de los estados, las compa?¨ªas de tabaco han propuesto a los cultivadores de tabaco una indemnizaci¨®n de 5.000 millones de d¨®lares (750.000 millones de pesetas) a repartir entre los 10 pr¨®ximos a?os. Con esa cantidad pretenden compensar a los due?os de las plantaciones por los efectos que provocar¨¢ un inevitable descenso en la demanda de hojas de tabaco.
Las noticias sobre el pacto no han logrado evitar leves cr¨ªticas al acuerdo por no ser tan duro con la industria como esperaban quienes luchan contra el tabaco. Incluso Everett Koop, que era hasta hace poco la m¨¢xima autoridad sanitaria del pa¨ªs, dijo ayer que el acuerdo era "d¨¦bil" para con la industria.
Christine Gregoire, la fiscal general de Washington y portavoz de los representantes de los estados, respondi¨® a Koop con el argumento de que m¨¢s vale poco que nada: "A quienes dicen que el acuerdo no es suficiente, les digo que lo que no podemos permitirnos es no llegar a ning¨²n tipo de acuerdo", dijo Gregoire.
Otra cuesti¨®n que quedar¨¢ pendiente cuando ma?ana se firme el texto del acuerdo ser¨¢ el papel de la instituci¨®n central a la que corresponde -en teor¨ªa- todo lo relacionado con el tabaco, la "Food and Drug Administration". El acuerdo evit¨® en todo momento que este organismo tuviera alg¨²n tipo de funci¨®n supervisora o reguladora, porque eso habr¨ªa exigido una tramitaci¨®n parlamentaria que estaba abocada a un nuevo fracaso.
Fuera los carteles
Entre los logros conseguidos por las autoridades pol¨ªticas, destaca la obligaci¨®n de las empresas a retirar en un plazo relativamente corto (quiz¨¢ antes del pr¨®ximo verano) todos los grandes carteles publicitarios desplegados por el pa¨ªs. Queda prohibida la publicidad con dibujos animados o aquella que objetivamente presente un atractivo especial para los m¨¢s j¨®venes. Tambi¨¦n estar¨¢ vetado regalar camisetas o gorros con el logotipo de una marca de cigarrillos.Sin embargo, el acuerdo no es tan severo en materia publicitaria como el proyecto de ley que fracas¨® en su tramitaci¨®n hace unos meses. Aquel texto, como ¨¦ste, prohib¨ªa la publicidad en transportes p¨²blicos, pel¨ªculas y videojuegos, pero tambi¨¦n en acontecimientos deportivos, revistas y publicaciones, algo que el nuevo acuerdo permite a la industria s¨®lo con ciertas restricciones.
Tambi¨¦n el grado de inmunidad conseguido por la industria es mayor que el que se ofrec¨ªa en el proyecto de ley. El tiempo ha demostrado que Big Tobacco se merece ese apodo no s¨®lo por el volumen de su negocio sino por su capacidad para tumbar una ley empleando sus conexiones pol¨ªticas en Washington.
Por eso el proyecto de ley fracas¨® y por eso el acuerdo que finalmente ha triunfado fue redactado por los abogados de la industria, no por los representantes de los estados.
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