Y en eso lleg¨® Menese
Jos¨¦ Menese/Samaruco. VI Festival de Flamenco. Palau de la M¨²sica. Valencia, 22 de noviembre.No se hab¨ªa repuesto el p¨²blico de la accidentada actuaci¨®n del Lebrijano, y en eso lleg¨® Jos¨¦ Menese. ?ste puso las cosas en su sitio, no sin antes quejarse p¨²blicamente de que su repertorio no apareciera en el programa de mano del Festival de Flamenco del Palau, siendo que s¨ª constaba el de Samaruco, espect¨¢culo concebido y dirigido por Isidro Mu?oz con el que Duquende y Joaqu¨ªn Grilo cerrar¨ªan la velada dominical. Expresado el desahogo, el de Puebla de Cazalla concentr¨® toda su energ¨ªa en un cante a palo seco con el que calent¨® la voz e inici¨® un recital pleno de nervio y jondura, para satisfacci¨®n del p¨²blico que casi llenaba la sala Iturbi. Hubo solicitudes para todos los gustos, pero Menese no se mostr¨® amigo de ese tipo de concesiones y fue a lo suyo, a lo que esa noche ten¨ªa preparado o le ped¨ªa el cuerpo. As¨ª que ni siquiera al final hizo caso de la petenera insistentemente demandada y terci¨® con Los Campanilleros, por la proximidad navide?a, concluyendo un concierto en el que daba igual lo que cantara, tangos o guajira, puesto que revest¨ªa todo de un sentido y dignidad ins¨®lito en lo que va de festival. Y si alguien andaba presto al estremecimiento, el cantaor sevillano di¨®le pie con la siguiriya, bien arropado por la guitarra de Antonio Carri¨®n. Completaba su grupo un d¨²o de palmas con el que la complicidad del cantaor era evidente y fruct¨ªfera. Mientras en el cante de Menese predominaba la intensidad, el de Duquende, uno de los deudos m¨¢s aventajados de Camar¨®n, parec¨ªa presidido por la energ¨ªa. Pero a energ¨ªa le gan¨® El Grilo con su baile sudoroso y arrebatado. El p¨²blico aplaudi¨® con ganas al bailaor, due?o de un juego de piernas y tacones agotador, pero si hubiera dosificado su presencia, tal vez Samaruco, espect¨¢culo colectivo estrenado el a?o pasado en Barcelona, hubiera estado m¨¢s equilibrado. El Grilo se lo comi¨® todo y s¨®lo en los resquicios que dej¨® entre un arrebato y otro se pod¨ªa apreciar el trazo colorista de la guitarra de Juan Carlos Romero y el desgarro preciso de Duquende. En cualquier caso, a ver qui¨¦n le quita lo bailao.
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