Las cuentas de Catalu?a
Varios expertos conciden en se?alar las desventajas fiscales que soporta la comunidad en su relaci¨®n con Espa?a y Europa
Cada vez que Jordi Pujol habla de dinero abre la caja de los truenos. El planteamiento reiteradamente victimista del injusto trato fiscal que recibe Catalu?a de entrada aburre, cuando no molesta.Con independencia de los r¨¦ditos pol¨ªticos que obtenga el presidente de la Generalitat por su manera y momento de plantear las cosas, los ciudadanos, tanto los que viven en Catalu?a como en el resto de Espa?a, quieren saber de qu¨¦ se est¨¢ hablando.
En esta ocasi¨®n el debate se centra en el llamado "saldo fiscal". Es decir, la diferencia entre lo que aporta Catalu?a por la v¨ªa de impuestos y lo que recibe en forma de servicios e inversiones.
Seg¨²n las cifras que esgrime Pujol, este saldo oscila entre 800.000 millones y 1,3 billones de pesetas anuales, seg¨²n distintos c¨¢lculos. Es decir, la diferencia entre lo que el Estado recauda y gasta en Catalu?a es de una cuant¨ªa situada entre estas dos cifras.
Pero estos n¨²meros u otros por s¨ª solos no dicen absolutamente nada del problema. En cualquier sistema federal existe una transferencia neta de las regiones con m¨¢s renta a las que tienen menos. La cuesti¨®n est¨¢ en todo caso en saber cu¨¢l deber¨ªa ser este saldo fiscal. O dicho de otra forma, cu¨¢l deber¨ªa ser el grado de solidaridad de las regiones con m¨¢s recursos hacia las dem¨¢s.
Este aspecto ha sido analizado recientemente por el profesor Antoni Castells, el economista con mayores conocimientos sobre esta materia, que ha impulsado el actual sistema de financiaci¨®n auton¨®mica. Castells se?ala que el saldo fiscal catal¨¢n, es decir, la contribuci¨®n neta de Catalu?a al conjunto de Espa?a, es superior entre 250.000 y 450.000 a la que le corresponder¨ªa si se aplicaran unos criterios m¨¢s adecuados.
Castells se basaba en las ¨²ltimas investigaciones de la economista Esther Mart¨ªnez Garc¨ªa, que se?alaba que el saldo fiscal de Catalu?a con el resto de Espa?a en 1994 era de unos 750.000 millones de pesetas, lo que significaba un 6% del Producto Interior Bruto Catal¨¢n. Es decir, la aportaci¨®n de Catalu?a a Espa?a por la v¨ªa de impuestos hab¨ªa superado en esta cuant¨ªa al conjunto de gastos realizados por el Estado en Catalu?a.
Este saldo fiscal negativo de Catalu?a ha ido aumentando en los ¨²ltimos a?os en la medida en que se ha ido reduciendo el d¨¦ficit p¨²blico del Estado, que en 1994 fue del 6,5%.
Cuando se reduce el d¨¦ficit p¨²blico porque se reduce el gasto y se mantienen los impuestos, aumenta el saldo fiscal en contra de Catalu?a. Esta din¨¢mica perversa funciona as¨ª porque la aportaci¨®n fiscal se mantiene ya que los impuestos son los mismos mientras que los ingresos son menores al reducirse el gasto p¨²blico. En el supuesto de que el d¨¦ficit p¨²blico fuera del 0%, es decir, en una situaci¨®n de equilibrio presupuestario del Estado, el saldo fiscal de Catalu?a ser¨ªa de 1,2 billones de pesetas.
No se trata, por tanto, de lanzar tal o cual cifra sin m¨¢s. Resulta que la disminuci¨®n del d¨¦ficit p¨²blico, una medida en la que pueden estar interesadas todas las partes, puede perjudicar a unas regiones m¨¢s que a otras. Es un debate que no se puede manejar sin ciertas consideraciones.
Una vez establecido el saldo fiscal en unas condiciones determinadas, la cuesti¨®n es su valoraci¨®n. Es decir, establecer unos criterios que permitan valorar si es mucho o poco.
En este sentido, Castells toma como referencia un estudio elaborado por la European Policies Research Group (EPRG), de la Universidad de Strachclyde en Glasgow, que ha analizado las transferencias fiscales interregionales en varios pa¨ªses europeos. Seg¨²n este estudio, Catalu?a, con una renta per c¨¢pita superior en un 20% a la media espa?ola, aporta unos 250.000 millones de pesetas, m¨¢s de los que le corresponder¨ªa si se aplicaran los criterios europeos.
Junto a la comparaci¨®n europea, Castells defiende otra regla que ha obtenido un amplio consenso en debates internos realizados en el ¨¢mbito acad¨¦mico. Se trata de tener en cuenta el nivel de renta y la poblaci¨®n. As¨ª, en opini¨®n de este economista, la aportaci¨®n fiscal de las distintas comunidades deber¨ªa ser proporcional a su renta y recibir los recursos necesarios seg¨²n la poblaci¨®n. En el caso de Catalu?a, ello significar¨ªa, que aportar¨ªa el 19,1% de todos los ingresos del Estado (la econom¨ªa catalana representa el 19,1% del Producto Interior Bruto) y recibir¨ªa el 15,6% de todo lo que gasta el Estado (el peso de su poblaci¨®n dentro del conjunto de Espa?a). Aplicando esta regla, la aportaci¨®n neta de Catalu?a ser¨ªa inferior en unos 450.000 millones de pesetas a lo que est¨¢ siendo actualmente.
Este ¨²ltimo estudio del EPRG ha sido analizado tambi¨¦n por el profesor Mart¨ª Parellada, quien ha se?alado que esta desventajosa situaci¨®n en que se encuentra Catalu?a en sus relaciones con el Estado central se agrava al sufrir tambi¨¦n un saldo fiscal negativo en sus relaciones con la Uni¨®n Europea, a la que la comunidad catalana realiza una aportaci¨®n neta que oscila entre los 30.000 y los 80.000 millones de pesetas, seg¨²n los ejercicios.
Mart¨ª Parellada subraya la paradoja de que regiones como Catalu?a y Madrid, que tienen un nivel de renta en el ¨¢mbito europeo como Midi-Pyr¨¦n¨¦es, tienen un trato fiscal muy distinto con sus respectivos Gobiernos centrales. As¨ª, mientras Catalu?a realiza una aportaci¨®n neta del 5% de su PIB y Madrid del 10%, la citada regi¨®n francesa obtiene una aportaci¨®n neta de su Gobierno central del 5%.
Menos inversiones p¨²blicas
Posiblemente, uno de los aspectos que han despertado mayor preocupaci¨®n especialmente en medios empresariales ha sido la insuficiente dotaci¨®n de inversiones. El C¨ªrculo de Econom¨ªa advirti¨® recientemente de los riesgos para la competitividad que se derivaban de una insuficiente dotaci¨®n de infraestructuras.La tercera pista del aeropuerto de El Prat, la conexi¨®n con Madrid y con la frontera francesa del tren de alta velocidad y las obras de ampliaci¨®n de los puertos de Tarragona y Barcelona se han convertido en reivindicaciones de mayor amplitud que el segmento que representa Jordi Pujol. Sin embargo, cuando el peso de las inversiones p¨²blicas del Estado en Catalu?a se sit¨²an por debajo del 10% del conjunto del Estado y s¨®lo en un ejercicio hayan alcanzado el 13,5% se entiende que sea f¨¢cil la tentaci¨®n de utilizar esta deficiencia como arma pol¨ªtica.
Por otra parte, los problemas del saldo fiscal no se pueden mezclar con los mecanismos de financiaci¨®n auton¨®mica. Jordi Pujol ha producido una especial confusi¨®n al meter en el mismo saco la petici¨®n de unos 400.000 millones m¨¢s de financiaci¨®n con otra emblem¨¢tica reivindicaci¨®n, la de recaudar todos los tributos generados en Catalu?a y entregar el sobrante al Gobierno central. Se trata de una propuesta con notable gancho pol¨ªtico por su similitud al modelo vasco, pero que enzarza con la discusi¨®n actual.
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