La ciudad subterr¨¢nea

A MEDIO camino entre el Viaje al centro de la Tierra de Julio Verne y la ciudad prodigiosa de Metr¨®polis, el ministro de Fomento y el alcalde de Madrid presentaron el quim¨¦rico proyecto de construir cien kil¨®metros de autov¨ªas subterr¨¢neas en Madrid -salpicados en zonas estrat¨¦gicas por aparcamientos-, lo que permitir¨ªa al automovilista atravesar Madrid ?en un tiempo no superior a ocho minutos!, aparcar su coche en el ¨¢rea elegida y acceder a la superficie con su coche -vigilado, eso s¨ª, a 200 pesetas la hora- sin sufrir las tensiones del tr¨¢fico de superficie. La morbosa atracci¨®n por los t¨²neles del alcalde de Madrid, fabricante tenaz de galer¨ªas subterr¨¢neas como soluci¨®n para todos los males del tr¨¢fico, no pod¨ªa haber encontrado un plan m¨¢s adecuado a sus obsesiones.El problema de este peregrino plan es que s¨®lo existe en la febril imaginaci¨®n de quienes lo han avalado. No existe un proyecto t¨¦cnico que lo sustente ni plan de evacuaci¨®n de emergencia que salvaguarde ese mundo subterr¨¢neo que tan entusi¨¢sticamente presentaron Arias Salgado y Manzano. Tampoco se conoce un esquema de financiaci¨®n de la obra -cuyo coste estimado es de 320.000 millones de pesetas-, salvo una vaga apelaci¨®n al "capital privado" que pueda interesarse por el proyecto (a cambio, se supone, de los ingresos que se obtengan por el peaje y por el aparcamiento). Que se sepa, la construcci¨®n de cien kil¨®metros de autov¨ªa bajo Madrid no est¨¢ integrada en una concepci¨®n global del tr¨¢fico y de las necesidades ciudadanas. M¨¢s bien parece contraria a la tendencia de racionalidad urbana, que apuesta por el transporte p¨²blico y por zonas de servicios integrados. Los expertos han calificado de inviable esta fara¨®nica cloaca de coches. Una entelequia que, si llegara a confirmarse, abrir¨ªa un nuevo periodo de otros ocho o diez a?os de obras en localizaciones neur¨¢lgicas de la ciudad para mayor tortura de madrile?os y visitantes.

Manzano y Arias Salgado han cometido un ejercicio de leso oportunismo pol¨ªtico al presentar este plan de ciencia-ficci¨®n sin el soporte financiero y urban¨ªstico adecuado; al mismo tiempo, han tomado el pelo a los madrile?os, que ya tienen bastante con la sufrida tarea diaria de sortear cascotes y saltar zanjas abiertas a mayor gloria del permanente estado de obras en la ciudad, que, por otra parte, lucen s¨®lo por su fealdad y su estilo hortera. En el caso del alcalde, el dislate tiene una vaga explicaci¨®n, puesto que las elecciones municipales se aproximan y hay que vender humo a precio de oro despu¨¦s de haber logrado hacer de Madrid una ciudad invivible y sucia. Pero la presencia del ministro de Fomento escapa a toda explicaci¨®n como no sea para resaltar a¨²n m¨¢s la oposici¨®n a tanta locura del presidente de la Comunidad de Madrid, Jos¨¦ Mar¨ªa Ruiz-Gallard¨®n, excluido de los supuestos y m¨¢s que dudosos beneficios pol¨ªticos de tan extravagante excavaci¨®n. M¨¢s le valdr¨ªa al ministro resolver el caos de Barajas o el galimat¨ªas de la liberalizaci¨®n de las telecomunicaciones antes que apadrinar los fantasmag¨®ricos t¨²neles de este alcalde empe?ado en horadar la ciudad a cualquier precio.