Shakespeare, inventor del hombre actual
Harold Bloom publica un apasionado y exhaustivo an¨¢lisis sobre el dramaturgo ingl¨¦s
Asumiendo a veces la m¨¢scara de un Falstaff par¨®dico y otras la de un Hamlet trascendente, el cr¨ªtico Harold Bloom proclama en su ¨²ltimo libro que Shakespeare es el hombre que "en esencia invent¨® la personalidad humana como la seguimos conociendo y valorando". Bloom, cuya obra El canon occidental situaba a Shakespeare y Dante como los m¨¢ximos genios en "precisi¨®n cognitiva, energ¨ªa ling¨¹¨ªstica y poder de invenci¨®n", explora ahora en el inmenso territorio del dramaturgo ingl¨¦s con una obra de 750 p¨¢ginas, Shakespeare, la invenci¨®n de lo humano.
Aficionado a la diatriba y el humor afilado, como Falstaff, pero apasionado y sentimental al mismo tiempo (con un estilo claro y preciso aunque a veces desali?ado), Bloom escribe un canto de amor a Shakespeare en un grueso volumen editado en Estados Unidos por Riverhead Books y que en Espa?a, como en el caso de El canon occidental, ser¨¢ publicado por Anagrama. "No hay nada arbitrario en esta supremac¨ªa, cuyas bases son s¨®lo una: los dones de Shakespeare, los m¨¢s misteriosos y bellos, una confluencia de hombres y mujeres sin paralelo en el resto de la literatura".Freud, Nietzsche, Strindberg, Beckett, Pirandello, Kierkegaard o Ibsen son citados como herederos directos, desde perspectivas diferentes, del legado de Shakespeare. Michiko Kakutani escribe en The New York Times que mientras muchos cr¨ªticos se han detenido en los elementos redentores de Shakespeare -justicia, renovaci¨®n y resurrecci¨®n-, Bloom adopta una perspectiva m¨¢s sombr¨ªa. "De hecho, este volumen acent¨²a la visi¨®n oscura y sin compromisos de Shakespeare, su firme an¨¢lisis de las consecuencias del tiempo, la mudanza y la p¨¦rdida, y su precisa conciencia de la contingencia del amor y la raz¨®n. En la radical alienaci¨®n de Hamlet, en la voluntad maligna de Yago, en la confrontaci¨®n de Lear con el abismo, en la percepci¨®n de Macbeth de que la vida es una historia que significa nada, Bloom sugiere que est¨¢n contenidas las semillas del nihilismo del siglo XIX, el existencialismo incubado en Dostoievski y el malestar espiritual de Baudelaire".
Sexteto maravilloso
Si el estudioso A. C. Bradley cit¨® a Falstaff, Hamlet, Yago y Cleopatra como los personajes "m¨¢s maravillosos", Bloom a?ade a la Rosalinda de Como gust¨¦is y a Macbeth para crear "un sexteto de maravillas", "pues ¨¦stas son las mayores invenciones de Shakespeare, y todas ellas llevan la naturaleza humana a alguno de sus l¨ªmites, sin violar esos l¨ªmites. El ingenio de Falstaff, la ambivalencia aunque carism¨¢tica intensidad de Hamlet y la volubilidad de esp¨ªritu de Cleopatra encuentran rivales en la prol¨¦ptica imaginaci¨®n de Macbeth, el control de todas las perspectivas de Rosalinda y el genio para la improvisaci¨®n de Yago".Profesor de Humanidades en la Universidad de Yale y de Ingl¨¦s en la de Nueva York, Bloom sostiene que Shakespeare invent¨® lo que se ha convertido en la forma m¨¢s aceptada de representaci¨®n del car¨¢cter y la personalidad en el lenguaje, y de ese modo invent¨® lo humano tal y como lo conocemos. Entre los personajes, Hamlet y Falstaff prevalecen en su clasificaci¨®n. Y entre las obras, El rey Lear y Hamlet frustran cualquier comentario ya que su infinitud "quiz¨¢ trascienda los l¨ªmites de la literatura".
"Antes de que Hamlet nos ense?ara a no tener fe en el lenguaje ni en nosotros mismos, ser humano era mucho m¨¢s simple para nosotros pero tambi¨¦n bastante menos interesante", escribe Bloom. "Shakespeare, a trav¨¦s de Hamlet, nos ha hecho esc¨¦pticos en nuestras relaciones con los dem¨¢s, porque hemos aprendido a dudar sobre la claridad en el dominio de los afectos". En el caso de Falstaff, Bloom cree que le debemos "nuestra habilidad para re¨ªrnos de nosotros mismos con tanta disposici¨®n como nos re¨ªmos de los dem¨¢s". Asimismo, comprendemos mejor la naturaleza del poder a trav¨¦s de Yago, el "demi-diablo", como lo define Otelo -"Shakespeare sab¨ªa que el amor al poder, que es otro nombre para el amor a la perversidad, era natural al hombre", en palabras de William Hazlitt-. Cleopatra, por su parte, nos ense?a "lo complejo que es el eros, y lo imposible que resulta separar el hecho de actuar en el papel de estar enamorado y la realidad de estar enamorado".
Michiko Kakutani escribe que una noci¨®n exc¨¦ntrica -que no sab¨ªamos c¨®mo ser humanos hasta que Shakespeare vino a cont¨¢rnoslo- "le da a Bloom un t¨ªtulo y una tesis, pero afortunadamente contamina poco su libro. En realidad, este volumen se lee mejor como un comentario al viejo estilo human¨ªstico sobre las obras de Shakespeare, que renueva nuestra percepci¨®n de los asombrosos logros del dramaturgo".
El autor reconoce que su libro est¨¢ escrito en la estela de los cr¨ªticos de Shakespeare que m¨¢s admira: Samuel Johnson, William Hazlitt, A. C. Bradley y Harold Goddard. De otro cr¨ªtico indispensable, Samuel Taylor Coleridge, Bloom rescata una frase: "Shakespeare es la deidad espinoziana -una creatividad omnipresente". Y de la obra maestra de Jacob Burckhardt, La cultura del Renacimiento en Italia (1860), Bloom cita la ¨²nica pero suficiente frase referida a Shakespere: "Una mente as¨ª es el m¨¢s raro de los dones del cielo".
Como buen polemista, Bloom no se olvida de atacar a quienes fueron ya su principal objetivo en El canon occidental: los miembros de la Escuela del Resentimiento, encabezados por los "profetas posestructuralistas". Interpretar aleg¨®ricamente o ironizar sobre Shakespeare desde "la antropolog¨ªa cultural, o la historia teatral, o la religi¨®n, o el psicoan¨¢lisis, o la pol¨ªtica, o Foucault, o Marx, o el feminismo, s¨®lo funciona de forma limitada". Con Shakespeare, cualquier reduccionismo es igual a ignorancia: "Su universalidad te derrotar¨¢, sus obras saben m¨¢s que t¨²".
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