... ni para Massera

LOS FUERTES vientos contra la inveterada impunidad para los dictadores que corren en este 50? aniversario de la Declaraci¨®n de Derechos Humanos acaban de llevar en Argentina a prisi¨®n preventiva al ex almirante Emilio Massera, miembro de la junta presidida por Jorge Videla que encabez¨® el golpe de Estado en 1976. Un poder sanguinario que hizo desaparecer a m¨¢s de 30.000 personas en siete a?os. Como Videla el pasado julio, procesado por el secuestro de menores nacidos en cautiverio durante su tiran¨ªa, Massera, el almirante Cero, ha sido acusado por la juez Mar¨ªa Servini del secuestro y desaparici¨®n de dos reci¨¦n nacidos en la maternidad clandestina que montaron los marinos en la Escuela de Mec¨¢nica de la Armada, su infame campo de concentraci¨®n.Massera, como Videla, fue juzgado y condenado en 1985 a cadena perpetua por asesinatos, torturas y secuestros. Y amnistiado por el presidente Carlos Menem -en 1990 y contra la opini¨®n mayoritaria de los argentinos- tras las leyes de "obediencia debida" y "punto final" promulgadas en 1987 por su antecesor, Ra¨²l Alfons¨ªn. Pero la sustracci¨®n de menores (las Abuelas de la Plaza de Mayo han denunciado la desaparici¨®n de m¨¢s de 230 ni?os en centros de detenci¨®n) es un aspecto de la dictadura no protegido por las leyes de amnist¨ªa. Es un delito de lesa humanidad, imprescriptible. En ese hueco hurgan la juez Servini y, en el caso de Videla, el juez Roberto Marquevich. Para satisfacci¨®n de los argentinos de buena fe y desmayo de los militares implicados en la barbarie de la junta, que se cre¨ªan a salvo y que ahora ven impotentes c¨®mo, en la estela de Pinochet, el cerco de la civilizaci¨®n se estrecha imparablemente sobre ellos. Y esta vez, en su propio pa¨ªs.