Consumo justo
Acequias y ordenanzas medievales siguen distribuyendo estas aguas a diez aldeas del somonte segoviano
Hoy el agua es un recurso que, aun siendo finito, se consume con infinita alegr¨ªa, como si las duchas de tel¨¦fono comunicaran directamente con las fuentes del Nilo, pero en la Edad Media la suerte de muchos pueblos pend¨ªa del hilo de un exiguo caudal que, si no se administraba bien, pod¨ªa dejar parados los molinos, agostados los prados, marchitos los huertos y los est¨®magos vac¨ªos. Del agua del r¨ªo Pir¨®n, derivada por la cacera de San Medel, depend¨ªan anta?o 10 concejos de la ladera segoviana de la sierra, a saber: Torrecaballeros, Santo Domingo de Pir¨®n, La Aldehuela, Basardilla, Brieva, Adrada de Pir¨®n, Cabanillas, Tizneros, Espirdo y La Higuera.En 1734, representantes de estos lugares aprobaron unas ordenanzas para repartir las aguas "con igualdad y proporci¨®n, sin perjudicar a ning¨²n pueblo". No obstante, la cacera y sus normas no escritas de uso deb¨ªan de tener una antig¨¹edad mucho mayor -tanta quiz¨¢ como la repoblaci¨®n de esta frontera castellana, all¨¢ por los siglos XI o XII-, pues ya en un legajo de 1290 se hablaba de "molinos, linares et prados" en Torrecaballeros. E1 caso es que, desde tiempo inmemorial, entre el 1 de abril y el D¨ªa de San Miguel, postrero de septiembre, se verificaba un complejo proceso de reparto a trav¨¦s de la cacera madre, cuyo caudal era distribuido mediante partidores a una red secundaria de acequias, las cuales dispon¨ªan a su vez de tomas llamadas boquerones, que se abr¨ªan o cerraban respetando los turnos acordados. As¨ª se consegu¨ªa, por ejemplo, que Santo Domingo de Pir¨®n gozase de un doceavo del agua total, o que al lugarejo de Cabanillas s¨®lo fuese un noveno de la que sobraba tras separar el doceavo de Santo Domingo y un tercio para otros cuatro pueblos de la zona. Complicado, pero justo.
Ahora, a pesar de que el suministro est¨¢ garantizado con un embalse que entr¨® en funcionamiento en el alto Pir¨®n a finales de 1995, la vieja cacera de San Medel permanece intacta, tal cual estaba cuando los 10 pastores del agua -uno por cada lugar- y el alcalde del agua -elegido en junta anual el domingo de Cuasimodo- velaban por ella. De hecho, la limpieza del cauce sigue realiz¨¢ndose en com¨²n el fin de semana anterior al d¨ªa de San Juan (24 de junio) y, en ¨¦pocas de excedente, la linfa vuelve a fluir por su lecho centenario para regar los prados.
A cuatro kil¨®metros de Torrecaballeros, como a medio camino entre este pueblo y Sotosalbos, y poco antes de que la carretera cruce el Pir¨®n, surge a manderecha una buena pista de tierra que permite subir en coche al molino del Romo, cuyo acceso, flanqueado por dos viejos mojones de granito, veremos a la izquierda en otros cuatro kil¨®metros. All¨ª son desviadas las aguas del r¨ªo a la cacera de San Medel. Y all¨ª, abusando de la hospitalidad de los due?os, podremos conocer el primer partidor de la cacera: una peque?a represa en cuyo frente hay 12 rebosaderos id¨¦nticos llamados compases o dientes.
Un kil¨®metro y pico m¨¢s arriba del molino, por la misma pista, toparemos junto al r¨ªo una barrera que impide el paso de veh¨ªculos. Ser¨¢ el momento de caminar. Optando en la primera bifurcaci¨®n -inmediata a la barrera- por el ramal de la izquierda, y en la siguiente por el de la derecha, avanzaremos rodeando el moderno embalse del Pir¨®n, en cuyo espejo se mira el pinar. A poco de rebasar el embalse, la pista cruza el r¨ªo y, ya sin apartarse mucho de ¨¦l, vuelve a saltarlo a una hora larga del inicio.
A partir de aqu¨ª, una borrosa trocha permite remontar unos pocos cientos de metros el m¨¢s alto y agreste Pir¨®n, dando vista ya al pico Negro (2.087 metros) donde nace. Hay pozas y cascadas, saucedas y brezales, verdes ribazos para almorzar. Si el tiempo acompa?a y llevamos viandas en el morral, agua no nos ha de faltar.
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