El ingreso de E?a de Queiroz en el Pante¨®n Nacional de Portugal pone fin a una batalla judicial por la sepultura de sus restos
El escritor luso, que dej¨® uno de los grandes legados literarios del XIX, naci¨® ¡°de madre desconocida¡± en 1845 y acab¨® ¡±en el lugar de los inmortales¡±
La vida del escritor portugu¨¦s E?a de Queiroz comenz¨® en la clandestinidad en P¨®voa do Varzim en 1845, nacido de ¡°madre desconocida¡±, y, de alguna manera, acab¨® este mi¨¦rcoles en el Pante¨®n Nacional, en Lisboa, rodeado de otros grandes de la historia de Portugal. Aunque su existencia biol¨®gica concluy¨® en 1900, sus restos han peregrinado por varias ubicaciones hasta llegar a la iglesia de Santa Engracia, donde las principales autoridades del Estado le han rendido un homenaje que puede considerarse un punto final. El autor de Os Maias lleg¨® adonde ten¨ªa que llegar, ¡°el lugar de los inmortales¡±, en palabras del presidente de la Rep¨²blica, Marcelo Rebelo de Sousa.
E?a de Queiroz reposar¨¢ a partir de ahora junto a otros portugueses que protagonizaron la pol¨ªtica o la cultura, entre otros, una fadista (Am¨¢lia Rodrigues), un futbolista (Eusebio) y un general asesinado por combatir la dictadura (Humberto Delgado). Una compa?¨ªa de glorias indeseables, para algunos miembros de la familia del escritor que se opon¨ªan al traslado y que fracasaron en su intento de vetar la mudanza en los tribunales, como defend¨ªan la mayor¨ªa de los 22 bisnietos. En junio de 2024 la justicia zanj¨® la cuesti¨®n y aval¨® la propuesta de la Fundaci¨®n E?a de Queiroz, que retom¨® la organizaci¨®n de una ceremonia que hab¨ªa tenido que aplazarse en 2023.
En la sesi¨®n institucional han participado el jefe del Estado, el primer ministro Lu¨ªs Montenegro y las m¨¢ximas autoridades del pa¨ªs. Durante una larga ceremonia, actores y acad¨¦micos leyeron pasajes de sus obras m¨¢s c¨¦lebres como El crimen del padre Amaro o As Farpas, mientras una guardia de honor escoltaba el ata¨²d. En mitad de la pompa, el escritor y presidente de la Fundaci¨®n, Afonso Reis Cabral, record¨® que E?a de Queiroz ¡°llega al Pante¨®n llevado a hombros por la gente que tanto le ha le¨ªdo, tanto le lee o leer¨¢¡±. ¡°Contin¨²a siendo le¨ªdo en el siglo XXI, traducido, estudiado por los acad¨¦micos, pero tambi¨¦n ha sido caricaturizado, llevado al teatro, convertido en estatua e incluso figura pop; es la prueba de la posteridad¡±, destac¨®.
Los restos del novelista dieron algunos tumbos. Durante nueve d¨¦cadas estuvo en el pante¨®n de sus suegros, los condes de Resende, en el cementerio del Alto de S?o Jo?o de Lisboa, pero el deterioro llev¨® a la familia a trasladarlos en 1989 a una tumba en Santa Cruz do Douro, en el municipio de Bai?o, donde se hab¨ªa rehabilitado una quinta que se convirti¨® en sede de la Fundaci¨®n E?a de Queiroz. ¡°Este justo homenaje ya podr¨ªa haber ocurrido hace a?os, teniendo en cuenta que estuvo en una sepultura provisional durante casi cien a?os¡±, declar¨® la ex ministra de Cultura y especialista queirosiana, Isabel Pires de Lima, a la cadena RTP.
E?a de Queiroz muri¨® a los 54 a?os en Par¨ªs, donde era c¨®nsul. A pesar de su labor como diplom¨¢tico, tuvo tiempo de crear uno de los mejores legados de la literatura portuguesa del XIX. ¡°Es suya la idea del pa¨ªs que a¨²n tenemos¡±, destac¨® su bisnieto Afonso Reis Cabral. ¡°Es el escritor que nos descubre nuestros vicios y el que mejor denuncia nuestros defectos colectivos¡±, subray¨® el presidente de la Asamblea de la Rep¨²blica, Jos¨¦ Pedro Aguiar-Branco.
La s¨¢tira fue uno de sus rasgos, que cultiv¨® tanto en escritos period¨ªsticos como en tertulias como la formada por el grupo Vencidos por la Vida, donde se integraron algunos de los intelectuales m¨¢s brillantes de aquel siglo como el historiador Joaquim Pedro Oliveira Martins o el escritor Jos¨¦ Duarte Ramalho Ortig?o, con quien escribi¨® El misterio de la carretera de Sintra, publicado como cartas an¨®nimas en el Di¨¢rio de Not¨ªcias durante el verano de 1870.
El propio E?a de Queiroz fue un personaje repleto de contradicciones y extravagancias. Vest¨ªa como un dandi y viv¨ªa por encima de sus posibilidades mientras le recomendaba a su esposa, Em¨ªlia de Castro, que fuese taca?a. ¡°Los tiempos son sombr¨ªos, la avaricia es un deber, una imperiosa necesidad¡±, le urg¨ªa por carta en 1898. Entretanto el escritor segu¨ªa eligiendo caras mansiones para veranear y se alojaba en hoteles de lujo cada vez que viajaba. Su asfixia econ¨®mica, a pesar de su salario oficial y sus ingresos literarios, fue permanente.
El gran misterio de su vida fue, sin embargo, la relaci¨®n con sus padres, que se casaron cuando el escritor ten¨ªa cuatro a?os. En el momento de su nacimiento, su madre, Carolina Augusta Pereira, se instal¨® en la casa de un pariente en P¨®voa do Varzim para evitar el esc¨¢ndalo de dar a luz soltera en su localidad. E?a de Queiroz fue registrado con el apellido de su padre, el juez Jos¨¦ Maria Teixeira de Queiroz, pero como hijo de ¡°madre desconocida¡±. Educado por amas, abuelos, t¨ªos e internados, apenas convivi¨® con sus padres y sus hermanos. Un aspecto biogr¨¢fico que marc¨® su universo literario. Los especialistas en su obra destacan la ausencia de figuras maternas en sus novelas. ¡°Y si las hay¡±, puntualiz¨® Isabel Pires de Lima a la revista S¨¢bado, ¡°son problem¨¢ticas¡±. De las m¨²ltiples cartas intercambiadas por E?a de Queiroz con amigos y allegados, ninguna fue dirigida a su madre ni remitida por ella.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.