Rub¨¦n Beloki
Si la pelota es una religi¨®n navarra y Juli¨¢n Retegi su profeta, Rub¨¦n Beloki (Burlada, 1974) es el seminarista aventajado de la promoci¨®n para ocupar el p¨²lpito y el p¨¢lpito de los frontones. Retegi ejerce su magisterio despues de los cuarenta; Beloki exhibe su condici¨®n de campe¨®n m¨¢s joven del Manomanista, algo as¨ª como su catedr¨¢tico de menor edad. Y lo hace apelando a los fundamentos b¨¢sicos de este juego. Cuando en los centros escolares y en los clubes el mocer¨ªo prefiere el crujir de la pala en detrimento del crujido de los contranudillos, Beloki apuesta por la violencia del pelotazo como expresi¨®n del dominio de la teor¨ªa y de la pr¨¢ctica. Dec¨ªa Martin Ezkurra (botillero de Retegi y Eugi) que el principal argumento para descubir a un pelotari es comprobar si tiene "golpe". A partir de ah¨ª se construye el resto, sea delantero o zaguero. Beloki no admite dudas, pero si alguna existiera combina la violencia con la sutileza. Y en la segunda funci¨®n resulta que se convierte en el pelotari mejor dotado para la dejada desde posiciones lejanas al frontis, all¨ª donde el riesgo de fallar se aviene con la satisfacci¨®n de ganar. Los catedr¨¢ticos del otro lado del front¨®n le achacan debilidad psicol¨®gica ante la adversidad, una tendencia natural al vac¨ªo y la abstracci¨®n cuando la mano no responde a su gusto o cuando el contrario le inventa lo imprevisible y le obliga a un esfuerzo suplementario, no f¨ªsico, sino personal. La ficha biogr¨¢fica que antecede a cada momento estelar define las aficiones de Rub¨¦n Beloki: cine y monta?a, dos actividades que reclaman tanta atenci¨®n como introversi¨®n, tanto silencio como goce. Un asunto muy personal e intransferible que comparte el individualismo de los frontones en el momento culminante de la pelota: el mano a mano. Las caras del ¨¦xito Rub¨¦n Beloki lo ha ganado casi todo: la olimpiada (1992), el Manomanista de segunda, el Campeonato de Euskadi y de Espa?a de Parejas y el Manomanista profesional en dos ocasiones. Pero la pelota no tiene f¨ªn. El front¨®n no agota los t¨ªtulos y los renueva cada a?o como si nada de lo anterior hubiera ocurrido. De hecho, en el campeonato disputado el pasado domingo en San Sebasti¨¢n, Beloki ejerc¨ªa de favorito tras haber superado el trauma del aplazamiento cuando todo su entrenamiento se conduc¨ªa hasta el mes de mayo previsto para la final. A priori daba la impresi¨®n de que Beloki se jugaba m¨¢s que su rival, cuando ambos disputaban lo mismo y bajo los mismos par¨¢metros. El pelotari de Burlada super¨® la prueba psicol¨®gica de su mal comienzo, resisti¨® los efectos de los errores por intentar lo que no acostumbra y se permiti¨® una frivolidad final para reclamar una condici¨®n que apela a algo m¨¢s que a su pegada. En cierto modo, contravino los diagn¨®sticos de fragilidad emocional que le atribuyen y dibuj¨® una estuctura cinematogr¨¢fica del gui¨®n pelotazale: el suspense lo condujo hasta un momento determinad. Luego impact¨®. ?ntimo amigo de Mikel Unanue (su botillero) y, sobre todo, de Armendariz (otro pelotari), Beloki asoma por su cabeza algo m¨¢s que la claridad capilar por donde transitan las ideas con rotundidad y clarividencia. Y sin embargo Beloki ha debido conjugar todas las caras del ¨¦xito apresurado: la condici¨®n de ¨ªdolo juvenil entre los grandes y la picaresca de la realidad cotidiana que ello acarrea. El ¨¦xito le ha ido forjando tanto como las contrariedades, sumi¨¦ndole en un baj¨®n deportivo que gestion¨® con paciencia y que pudiera haberle apartado de las preferencias generales. Por eso en este campeonato comenz¨® varios pelda?os m¨¢s abajo de lo que su escalaf¨®n presagiaba. Otra vez el riesgo como elemento prioritario. Los d¨ªas malos en la pelota son demasiado circunstanciales como para hacer apriorismos. En realidad se trata de un juego demasiado personalista donde intervienen la mano y la pelota sin demasiadas buenas relaciones ¨²ltimamente. Los cesta?os del material determinan el primer eslab¨®n del juego. Una elecci¨®n desafortunada puede inducir a un resultado diferente de lo previsto. Pero al final prevalecen casi siempre los elementos fundamentales: el golpe y las manos, como elementos complementarios (o sustitutivos) de la voluntad y las piernas. Beloki hereda el clasicismo de la pelota para ponerle nombre propio. Aunque se trate de un nombre poco cl¨¢sico en los frontones.
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