Moneda de cambio

PINOCHET, QUE asalt¨® el palacio de La Moneda en 1973, lleva visos de convertirse en moneda de cambio: unidad de las fuerzas pol¨ªticas chilenas a favor de su retorno a Chile a cambio de cerrar esta etapa de democracia vigilada para entrar en otra libre de esa tutela. Si as¨ª fuera, la detenci¨®n de Pinochet en Londres a instancias del juez Garz¨®n no s¨®lo servir¨ªa a la justicia hist¨®rica, sino a que Chile iniciara una verdadera transici¨®n. Pero este trato es una cosa y otra la impunidad del general, de todo punto inaceptable.De momento, el ministro de Exteriores chileno, Jos¨¦ Miguel Insulza, antes de venir a Espa?a, donde ser¨¢ recibido por el presidente Aznar, intenta presionar en Londres para que Pinochet sea puesto en libertad. La decisi¨®n est¨¢ en manos del ministro brit¨¢nico del Interior, Jack Straw, que dispone de un plazo de 12 d¨ªas para decidir si traslada o no a la justicia la demanda de extradici¨®n espa?ola. Straw, por la legislaci¨®n brit¨¢nica, cuenta con un margen de discrecionalidad para devolver a Pinochet a Chile por razones "humanitarias". Por ello es de prever que en los pr¨®ximos d¨ªas sus allegados, e incluso el Gobierno chileno, aleguen que la salud del anciano ex dictador se est¨¢ deteriorando. Straw se encuentra sometido a una opini¨®n internacional crecientemente contraria a Pinochet, y ahora mucho m¨¢s favorable a una jurisdicci¨®n universal en relaci¨®n con los cr¨ªmenes contra la humanidad.

Pese a las dificultades internas que ha creado en Chile, la decisi¨®n de los lores puede contribuir a darle a la transici¨®n chilena el ¨²ltimo impulso que necesitaba; pues ha quedado patente que, aunque cediera sus cargos y se refugiara en un vergonzante sill¨®n senatorial vitalicio, Pinochet y los suyos siguen influyendo. Sin embargo, la situaci¨®n ha puesto de relieve lo in¨²til que resultar¨ªa un golpe militar, pues la decisi¨®n sobre Pinochet depende ahora de las autoridades brit¨¢nicas.

El presidente Frei intenta unir a las fuerzas pol¨ªticas para presionar sobre Londres. Tal unidad depende esencialmente de la izquierda, sin la cual carecer¨ªa de credibilidad cualquier delegaci¨®n parlamentaria. Los socialistas intentan un compromiso de apoyo a la liberaci¨®n del general en Londres a cambio de modificaciones legislativas que permitan mejorar la situaci¨®n de los derechos humanos y, eventualmente, juzgar al ex dictador en su propio pa¨ªs, algo que supone un anatema para la derecha. As¨ª se abrir¨ªa tambi¨¦n el camino para una reforma constitucional que normalizara el marco pol¨ªtico chileno sin las prerrogativas residuales del anterior r¨¦gimen. Pero es dif¨ªcil lograr este pacto desconociendo cu¨¢l va a ser la decisi¨®n final brit¨¢nica.

De todas formas, acabe como acabe, juzgado como criminal en Espa?a, expulsado por razones humanitarias o instalado por varios meses en Londres de modo que Chile se acostumbre a tenerlo lejos, la derecha pinochetista ya ha perdido. Si los lores hubieran ratificado la inmunidad al ex dictador, Pinochet habr¨ªa convertido su regreso a Chile en un triunfo. Ya no. Pinochet ha quedado pol¨ªtica y moralmente derrotado. Una ocasi¨®n excelente para, de modo pac¨ªfico e inteligente, consolidar definitivamente su derrota.