Sida, alta la guardia
CASI VEINTE a?os despu¨¦s de la identificaci¨®n del virus de inmunodeficiencia adquirida (VHI), se han templado las esperanzas sobre una pr¨®xima erradicaci¨®n de la llamada peste del siglo XX. La epidemia, que se ha cobrado la vida de 11 millones de personas, dista mucho de estar dominada. Naciones Unidas da cuenta de que casi 34 millones est¨¢n infectados en el mundo, y el 90% lo desconoce; casi todos morir¨¢n. En el 2000, el a?o t¨®tem, 40 millones de seres vivir¨¢n con un virus cuya ¨²nica esperanza de contenci¨®n consiste, hoy por hoy, en administrarse cada d¨ªa hasta 40 pastillas diferentes, el conocido como c¨®ctel de f¨¢rmacos, una terapia que est¨¢ s¨®lo al alcance de los pa¨ªses ricos.El ansia generalizada por anticipar la extinci¨®n de una pandemia que no conoce barreras geogr¨¢ficas o sociales est¨¢ induciendo a una ceguera colectiva, advierten los expertos. Si es cierto que en las sociedades desarrolladas la enfermedad ha podido ser frenada (en Espa?a los nuevos casos han disminuido este a?o un 25% respecto a 1997), no lo es menos que, en el universo subdesarrollado, el sida es m¨¢s devastador que nunca. Desde luego, mucho peor que hace cinco a?os. Dos tercios de las personas infectadas viven al sur del S¨¢hara, y el virus contin¨²a expandi¨¦ndose. La ONU calcula que alrededor de siete mil j¨®venes entre 15 y 24 a?os son infectados cada d¨ªa. Cinco personas en alguna parte del mundo -Espa?a incluida- mientras usted lee este comentario.
Y no hay vacuna contra el sida. Los m¨¢s optimistas calculan entre siete y diez a?os para obtenerla. S¨®lo la prevenci¨®n funciona en una guerra que gana o pierde en su conjunto la especie humana. Pero incluso en pa¨ªses que se consideran progresivos, esa prevenci¨®n -el preservativo-, todav¨ªa tiene que combatir cada d¨ªa la intolerancia culposa de las autoridades religiosas.
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