Don Manuel

Antes de ir a la ¨®pera del hijo deber¨ªan leerse las 984 p¨¢ginas del libro sobre el padre. Preestreno de Don Carlo de Verdi, el pr¨ªncipe rebelde y maldito recreado en su dolor y su soledad por Manuel Fern¨¢ndez ?lvarez en el libro Felipe II y su tiempo, que ya va por la sexta edici¨®n. Le¨®n Carlos ?lvarez Santal¨® present¨® la obra en la librer¨ªa Antonio Machado y recomend¨® leerla como el Rayuela de Cort¨¢zar entrando por la puerta de la correspondencia del rey con sus hijas y saliendo por la ventana del Memorial de Luis Ortiz, un pionero aventajado del marxismo que le sugiri¨® al monarca que pusiera pie en pared con tanto par¨¢sito nobiliario obligando a los hijos de las casas de abolengo a que aprendieran los oficios viles. Otro gallo le hubiera cantado a Alessandro Lecquio, leyenda negra de la prensa rosa.. Felipe II esquina con la avenida de la Borbolla. Felipe II esquina con Alfonso Guerra en este santuario de guerristas felipistas -Paco Moreno, Miguel ?ngel Pino- de este Felipe II y de su bi¨®grafo. Se merece un puesto vitalicio en la Casa Real de El Escorial porque le dedic¨® medio siglo al monarca de aquel 98. "Hay mucho don Manuel dentro" dijo ?lvarez Santal¨®. Hay un don Manuel fuera que se siente Felipe II, pero ¨¦se es otro cantar. No es un libro improvisado. En las ant¨ªpodas del manual de Raimundo Amador: "T¨² dices que p¨¢ cantar hace falta mucho ensayo; en las Tres Mil no es igual, con dos copas no me callo". Don Manuel sac¨® del ostracismo a un hombre que hace 20 a?os fue delegado de Cultura de la UCD en Sevilla. Nadie se acordaba de Gabriel Bascones, disc¨ªpulo que en tiempos heroicos acompa?¨® a Fern¨¢ndez ?lvarez en la Barraca historiogr¨¢fica que iba por los pueblos contando los delirios de ese imperio. "Una vez llegamos a Valdecarros y nos recibi¨® una comisi¨®n femenina que nos pidi¨® que empez¨¢ramos m¨¢s tarde. "Es que nuestros hombres est¨¢n en el campo"". De Fernando III a Felipe II sin ascensor. A ¨¦ste le llamaban la Ara?a porque gustaba de controlarlo todo. Como el Pacific Blue, una computadora inventada por los americanos cuyas virtudes narraba un jubilado al at¨®nito empleado de un banco. "Es capaz de hacer 3.900.000 operaciones en un segundo. Con una calculadora de bolsillo se tardar¨ªan 63.000 a?os en hacer esas operaciones". El empleado resopl¨®. "No lo diga usted muy alto, que nos despiden en un segundo".