M¨¢s vale prevenir
La prudencia es una virtud que se supone asociada a los banqueros centrales, pero su ejercicio no siempre es f¨¢cil. Las actuaciones fundamentalmente preventivas, anticipadoras, de esas instituciones, buscan ante todo garantizar la estabilidad de los precios de su econom¨ªa, dosificando para ello la cantidad de dinero o su precio. En la medida en que la referencia b¨¢sica de evaluaci¨®n del desempe?o de esas instituciones es ese control de la inflaci¨®n, la mayor¨ªa tiende a curarse en salud, mostrando un mayor celo ante riesgos inflacionistas que ante los opuestos y, en consecuencia, una mayor propensi¨®n a la elevaci¨®n de los tipos de inter¨¦s que a su descenso.Esa custodia soberana de la estabilidad llega a imprimir car¨¢cter, y como se supone que los pol¨ªticos no siempre mantienen los mismos objetivos, o al menos las mismas perspectivas temporales en la defensa de los mismos, es necesario que los banqueros centrales dramaticen suficientemente su autonom¨ªa sin rehuir la dramatizaci¨®n de los conflictos con los gobernantes de turno. Especialmente aquellos que no disponen de una dilatada tradici¨®n auton¨®mica o/y de la suficiente credibilidad antiinflacionista, aspectos ambos estrechamente correlacionados. La severidad de su semblante ha de ser proporcional a la carga de la responsabilidad encomendada, sin preocuparse en exceso que los medios de comunicaci¨®n los presenten como feos y antip¨¢ticos.
Los resultados de esa tensi¨®n no siempre son los m¨¢s convenientes para la prosperidad de los ciudadanos que pagan la n¨®mina de unos y otros. En Europa, en el ¨¢rea euro concretamente, los riesgos de inadecuaci¨®n de la pol¨ªtica monetaria del Banco Central Europeo (BCE), que preside Wim Duisenberg, a las condiciones de las econom¨ªas que lo integrar¨¢n est¨¢n hoy m¨¢s distantes que ayer. El nacimiento de esa instituci¨®n monetaria, la necesidad de granjearse ante los operadores en los mercados financieros y ante los gobiernos europeos una reputaci¨®n que no desmereciera la heredada del Bundesbank (banco central de Alemania), se encontr¨® con las preferencias de algunos ministros de Hacienda m¨¢s expl¨ªcitamente orientadas al fomento del crecimiento y del empleo que hac¨ªan temer lo peor: el enroque del BCE aun cuando los efectos de la crisis se empezaran a percibir en Europa.
La reducci¨®n de los tipos del Bundesbank y del Banco de Francia, desde el 3,30% hasta el 3%, y su seguimiento por otros bancos centrales del ¨¢rea euro, se inscribe en ese ejercicio de la prudencia que en ocasiones aconseja prevenir los efectos del mal contrario al habitualmente perseguido por estas entidades.
Esa decisi¨®n, adem¨¢s de facilitarle las cosas al BCE, reduce los riesgos de que el nacimiento del euro estuviera acompa?ado de una debilidad de la actividad econ¨®mica superior a la esperada y de una innecesaria apreciaci¨®n de la moneda ¨²nica frente al d¨®lar, de efectos adversos para el sector exterior de sus econom¨ªas. La tasa de variaci¨®n de los precios de Francia y Alemania (representativas de la mitad de la producci¨®n de la zona), un 0,4% y 0,6%, respectivamente, pueden llegar a interpretarse como m¨¢s pr¨®ximos a la desconocida y temida deflaci¨®n que al recrudecimiento de las tensiones inflacionistas en la econom¨ªa.
S¨®lo quedan algunas dudas sobre las consecuencias de esa relajaci¨®n monetaria sobre econom¨ªas como la espa?ola, con ritmos de crecimiento y tasas de inflaci¨®n significativamente superiores a las de las econom¨ªas centrales. Espa?a tiene ya el mismo precio del dinero que el de sus principales socios comerciales y, de hecho, la misma moneda. No son pocas las implicaciones favorables, para las familias, las empresas y para las Administraciones p¨²blicas endeudadas, pero tambi¨¦n queda lugar para la duda. La m¨¢s importante es la asociada a la capacidad de superaci¨®n de las amenazas de deterioro adicional de la competitividad de la econom¨ªa espa?ola, derivadas de la dificultad para estrechar ese diferencial de inflaci¨®n frente a los eurol¨ªderes que ya empieza a percibirse en nuestro creciente d¨¦ficit comercial.
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