C¨®mo ganar la guerra del tel¨¦fono
La liberalizaci¨®n de las comunicaciones ha abaratado las tarifas, pero s¨®lo para quien sabe usarlas
Las organizaciones de consumidores han recibido con alborozo la competencia telef¨®nica. No es para menos, una llamada de dos minutos a Bruselas en hora punta cuesta con Telef¨®nica 160,08 pesetas. Con Retevisi¨®n asciende a 143,80 y con UNI2 el precio baja hasta las 116 (v¨¦ase el cuadro reproducido en la p¨¢gina siguiente). Contar con las nuevas opciones no cuesta dinero en esta etapa inicial de promoci¨®n. Basta con apuntarse a las nuevas operadoras para poder llamar desde el mismo tel¨¦fono de casa.
Si uno es conservador y .prefiere aguardar acontecimientos qued¨¢ndose con su compa?¨ªa de siempre, a¨²n puede ahorrarse algo de dinero: la misma llamada, con el Plan Hello de Telef¨®nica cuesta 144,07, si bien estas ofertas del antiguo monopolio adolecen de dos inconvenientes: s¨®lo se pueden aplicar a una serie de n¨²meros de destino preseleccionados por el cliente —casi siempre 10— y sus tarifas var¨ªan tanto de unos tramos a otros del d¨ªa que constituyen un laberinto para el consumidor. Como afirma el ¨²ltimo an¨¢lisis de la Uni¨®n de Consumidores de Espa?a (UCE), de los llamados planes claros de Telef¨®nica "queda constatada, precisamente, su falta de claridad".
UNI2, que empez¨® a operar el martes pasado aunque s¨®lo en grandes ciudades, ha irrumpido con buenos precios y con una novedad: conectarse, lo que oficialmente se llama establecimiento de llamada, no cuesta un duro. Este asunto es, por ejemplo, el que vuelve locos a los internautas que por cada intento fallido deben pagar ese peaje que tanto Telef¨®nica como Retevisi¨®n tienen establecido en 17,20 pesetas (IVA incluido).
La novedad hace especialmente atractivas las llamadas cortas a trav¨¦s de UNI2. La buena noticia es que, seg¨²n UNI2, no se trata de una oferta de lanzamiento, sino permanente, lo que alienta la esperanza de que los dem¨¢s acaben imit¨¢ndole.
As¨ª ha ocurrido en otras ocasiones. La telefon¨ªa m¨®vil se abarat¨® un 38% con la llegada de Airtel y la fija de Telef¨®nica adopt¨® la tarificaci¨®n por segundos, desechando el injusto sistema de pasos, cuando aterriz¨® Retevisi¨®n.
Porque all¨ª donde hay competencia hay rebajas. Donde no hay, se encarece el servicio. Telef¨®nica ha subido este a?o la tarifa del servicio que a¨²n explota en monopolio: las llamadas locales. Esto es as¨ª porque las nuevas operadoras de telefon¨ªa fija no disponen todav¨ªa de red propia y la ley no le obliga a Telef¨®nica a prestarla como de hecho hace ahora para el resto de las llamadas con precios de interconexi¨®n que tambi¨¦n quiere subir.
Pese a estos malos augurios, el tel¨¦fono es ya hoy en d¨ªa m¨¢s barato que hace un a?o. Y la vuelta atr¨¢s, el encarecimiento de los precios, no es previsible. Hay otras compa?¨ªas esperando obtener licencia para explotar la telefon¨ªa fija y las que ya funcionan tienden calladamente su red, de manera que a mediados del pr¨®ximo a?o, bien directamente o a trav¨¦s de empresas de cable o similares, llamar¨¢n a su puerta y le propondr¨¢n cambiarse a su red.
Entonces empezar¨¢ realmente la libre competencia. El usuario podr¨¢ optar por la compa?¨ªa que mejores precios y servicio le ofrezca y con todas las opciones: desde llamadas metropolitanas a conferencias internacionales.
De todos modos, desde la compa?¨ªa que el cliente elija, siempre disfrutar¨¢ de la opci¨®n de hacer una determinada llamada con la competencia igual que ahora: uno descuelga el tel¨¦fono que tiene conectado a la red de Telef¨®nica y, sin embargo, llama a trav¨¦s de otro operador marcando previamente un prefijo. El problema de cambiarse de operador es que quiz¨¢ deba renunciar a su actual n¨²mero de tel¨¦fono. La Comisi¨®n del Mercado de las Telecomunicaciones (CMT) est¨¢ in tentado ahora forzar acuerdos para evitarlo.
En ese no muy lejano futuro, el que aporree su puerta ofreciendo los servicios de otra compa?¨ªa seguramente querr¨¢ venderle un paquete en el que se incluya, adem¨¢s del servicio telef¨®nico, televisi¨®n por cable y servidor de Internet, entre otras cosas.
Y en un futuro tampoco muy lejano, las compa?¨ªas le ofrecer¨¢n tambi¨¦n la posibilidad de que su m¨®vil y su fijo est¨¦n interconectados. As¨ª, su port¨¢til se convertir¨¢ en una terminal de su tel¨¦fono fijo y las tarifas depender¨¢n de si lo usa usted en casa o lejos de ella.
Ventajas no econ¨®micas
Para entonces es casi seguro que llamar a trav¨¦s del m¨®vil sea m¨¢s barato. Retevisi¨®n ya ha anunciado que para enero pr¨®ximo empezar¨¢ a ofrecer telefon¨ªa m¨®vil con tarifas un 30% m¨¢s bajas que las que aplican Airtel y MoviStar —MoviLine, que opera con sistema anal¨®gico, terminar¨¢ por desaparecer en el 2007—.
Es previsible que Airtel y MoviStar revisen entonces sus precios. Aunque la expansi¨®n de la telefon¨ªa m¨®vil demuestra que a menudo la gente valora otras ventajas que no son monetarias, como la comodidad de poder conectarse desde casi cualquier lugar.
Ahora, llamar con un m¨®vil es un lujo del que disfrutan casi siete millones de espa?oles y apenas hay diferencias entre las dos compa?¨ªas que explotan el sistema y que s¨®lo tendr¨¢ un tercer competidor (Retevisi¨®n), dada la limitaci¨®n de frecuencias.
En la telefon¨ªa fija s¨ª hay grandes diferencias y conviene estudiarlas. El an¨¢lisis antes mencionado de la UCE conclu¨ªa hace un mes que "en casi el 77% de los 385 supuestos planteados, Retevisi¨®n oferta la tarifa m¨¢s barata" que Telef¨®nica. La Organizaci¨®n de Consumidores y Usuarios (OCU) ha divulgado un an¨¢lisis con 16 de llamadas. En ninguna compensaban las tarifas de Telef¨®nica. En ocho compensaba usar UNI2 y en cuatro, Retevisi¨®n. En las otras cuatro depend¨ªa de la duraci¨®n de la conversaci¨®n.
La llegada de UNI2 movi¨® a Retevisi¨®n a lanzar desde el pasado martes su Promoci¨®n 3, 2, 1, que ya est¨¢ incorporada al cuadro que aqu¨ª reproducimos. Telef¨®nica se ha apresurado a aplicar tarifas reducidas a partir de las 20.00, lo que antes s¨®lo hac¨ªa desde las 22.00.
Si no quiere pagar m¨¢s de lo debido hay que estar atento a la carrera y subirse al carro de la cultura de la competencia.
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