Qu¨¦ pintan las mujeres
Poca presencia internacional y precios m¨¢s bajos, parte del tratamiento discriminatorio hacia las artistas
"Somos poqu¨ªsimas. En las muestras colectivas las mujeres no pasamos nunca de un 6%. En Europa y en Am¨¦rica se est¨¢ haciendo un poco mejor, aunque todav¨ªa hay mucho que reivindicar. Hay muestras internacionales en las que entre un mont¨®n de varones aparece una sola mujer, y en Espa?a es todav¨ªa peor. No estamos en el mercado", dice Paloma Navares. Y Soledad Sevilla a?ade: "Veo a mi generaci¨®n bastante negativa, desilusionada".
Son s¨®lo dos muestras de una opini¨®n coincidente entre grandes artistas del momento. Mujeres que han superado las dificultades, triunfadoras, reconocidas dentro y fuera pero que no por ello se enga?an sobre una realidad que en t¨¦rminos generales califican de negativa. Y todas coinciden al reflexionar sobre las causas que influyen tan desfavorablemente sobre su vocaci¨®n.
Marisa Gonz¨¢lez explica su postura: "En mi casa se quejan de que doy al trabajo el 99% de mi tiempo. Creo que exageran, pero, tengo muy claro que las dos cosas, trabajo y familia, son igual de importantes para m¨ª".
"Yo creo que actualmente la mujer no tiene que luchar por demostrar nada, eso nos toc¨® hacerlo a las de mi generaci¨®n. Pero a¨²n as¨ª, el contexto social incide en contra de la dedicaci¨®n de la mujer al arte, te cuesta diez veces m¨¢s porque tienes una familia, los hijos, la pareja... A m¨ª esos asuntos me han afectado y finalmente aparecen en mi arte. No es, por tanto, que haya o no un porcentaje de mujeres aceptadas por el mundo art¨ªstico, sino que la sociedad debilita la dedicaci¨®n de la mujer al arte", se lamenta Navares, y Sevilla corrobora: "Siempre est¨¢n ah¨ª toda clase de obligaciones de las que los hombres est¨¢n libres: los hijos, los m¨¦dicos..., el papel que se le atribuya a la mujer en la vida y del que es tan dif¨ªcil librarse. Yo he tenido que esperar a la madurez para alcanzar la libertad; libertad de un machismo a tope. En muchas ocasiones he estado a punto de desistir. Cuando no pod¨ªa ni exponer, en los sesenta, mis amigos, todos los que hab¨ªan empezado conmigo, ya eran conocidos por lo menos al nivel entonces nos mov¨ªamos. Las galer¨ªas te dejaban al margen, hab¨ªa un rechazo y una desconfianza. Y tambi¨¦n influ¨ªa nuestra propia mentalidad. A fuerza de represi¨®n yo hab¨ªa llegado a asumir que era l¨®gico que a m¨ª me rechazaran y a los hombres no. Me parec¨ªa normal ser de segunda clase por ser mujer. El ambiente en que viv¨ªamos era tan machista que ni siquiera permit¨ªa que nos di¨¦ramos cuenta". Sevilla habla as¨ª delante de su exposici¨®n actual, un magn¨ªfico montaje en la galer¨ªa madrile?a Soledad Lorenzo. Cientos de mariposas azules vibran a punto de emprender el vuelo. "Es cierto", reconoce la artista. "Esas mariposas hablan de renacer. De los pasos tan duros que ha debido pasar el insecto hasta convertirse en ese ser libre y capaz de volar. As¨ª me siento ahora yo".
?Imagina alguien un discurso similar en boca de un hombre? A Carmen Calvo, algo com¨²n trabajo de mujer. Ellos protegidos mujeres y rev¨¦s no" por ejemplo, no le parece posible, coincide con Navares. La unanimidad se rompe cuando se trata de valorar si, una vez superados los obst¨¢culos, la artista que consigue situarse recibe un trato discriminatorio. Navares asegura que no lo ha vivido; Sevilla contrapone una opini¨®n distinta: "Todav¨ªa muchas galer¨ªas piensan que pueden poner precios m¨¢s bajos a una obra en raz¨®n del sexo"; Navares va todav¨ªa m¨¢s lejos: "Cuando en Espa?a se montan exposiciones de mujeres, son catastr¨®ficas. Se hacen deprisa, sin presupuesto, oportunistas. Nos hacen a nosotras lo que no har¨ªan a un hombre".
Calvo, por su parte, asegura: "no percibo un trato discriminatorio, pero quiz¨¢s es porque estoy siempre alerta y no lo consiento. Sin embargo", a?ade, y obliga a la periodista a asumir los fallos de la profesi¨®n, "todav¨ªa se dan situaciones peculiares. En este peri¨®dico titularon un reportaje sobre m¨ª diciendo: "A Carmen Calvo le encanta desnudar a los hombres. Lo cual es, evidentemente, una frivolizaci¨®n morbosa".
Cierto. ?A qu¨¦ pintor serio le gustar¨ªa que presentaran su obra bajo ese aspecto? Porque una cosa es que la mirada del hombre y de la mujer artista sean diferentes y otra cosa es que la mirada del hombre sea m¨¢s profunda o m¨¢s interesante que la de la mujer. Pero ?puede afirmarse que las miradas sean diferentes o estamos tambi¨¦n ante otro prejuicio?
"Diferente. Rotundamente, s¨ª. Desde luego yo distingo a simple vista si un trabajo lo ha hecho un hombre o una mujer. El contacto ¨ªntimo con la realidad cotidiana dan a la mujer —y por supuesto a su obra— un matiz especial. De hecho mi trabajo est¨¢ considerado como reivindicativo, no es cuesti¨®n de un feminismo duro pero s¨ª de una reivindicaci¨®n feminista", dice Navares.
"Creo que s¨ª, pero precisar¨ªa. Yo no creo que la feminidad sea algo aparte, no creo que haya una expresi¨®n t¨ªpicamente femenina en las artes pl¨¢sticas. Pero yo soy mujer y como tal me reflejo en mi obra", confirma Sevilla.
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