Violencia, corrupci¨®n y juego sucio marcan los comicios de San Petersburgo
Todas las miradas se volvieron hacia San Petersburgo cuando, el 20 de noviembre, dos pistoleros segaron la vida de la diputada liberal Galina Starov¨®itova. A¨²n no se sabe, y probablemente no se sepa nunca, qui¨¦n pag¨® ese contrato de muerte. El atentado fue la siniestra guinda a un pastel de violencia, corrupci¨®n y juego sucio que ha marcado la campa?a para la elecci¨®n del Parlamento de la segunda ciudad de Rusia, fundada por Pedro el Grande hace casi tres siglos, y que bajo la direcci¨®n de Anatoli Sobchak se convirti¨® en abanderada de las reformas. La primera vuelta de los comicios se celebr¨® ayer.
En las dos ¨²ltimas semanas se ha comparado con frecuencia a San Petersburgo con el Chicago de los a?os treinta. No es ¨¦sa la impresi¨®n que se tiene paseando, sin ninguna sensaci¨®n especial de inseguridad, por las calles por las que deambularon Dostoievski, G¨®gol o Pushkin, junto a canales bordeados por palacios a¨²n esplendorosos, o por los escenarios de la revoluci¨®n bolchevique de 1917. Y, sin embargo, en pocas ciudades rusas como en ¨¦sta, de cinco millones de habitantes, es m¨¢s frecuente el recurso a la bomba o el Kal¨¢shnikov para dirimir batallas pol¨ªticas o econ¨®micas.El asesinato de Starov¨®itova fue el ¨²ltimo de una larga serie que, en apenas cuatro meses, se ha cobrado la vida de un estrecho colaborador del presidente de la Duma estatal, Guennadi Selezniov, del ayudante de un diputado ultranacionalista, de un periodista, de un banquero y del administrador de los cementerios de la ciudad. Un a?o antes, un tirador de ¨¦lite abat¨ªa al vicegobernador y encargado del proceso de privatizaciones, Mija¨ªl Man¨¦vich. Triste destino el de una ciudad abanderada de la reforma, donde los comunistas nunca pasaron del cuarto puesto en unas elecciones y que Anatoli Sobchak, su primer alcalde democr¨¢tico y una de las grandes figuras de la perestroika, declar¨® que iba a convertir en un centro internacional de negocios. Muchos dedos acusadores le se?alan, sin embargo, como un aut¨®crata que, una vez en el poder, gobern¨® arbitrariamente y dispuso a su antojo, y para beneficio propio y de sus amigos, de la propiedad municipal. Hoy, acusado de corrupci¨®n y refugiado en Par¨ªs, se dice objeto de una persecuci¨®n a causa de sus profundas convicciones democr¨¢ticas y reformistas.
Sobchak perdi¨® en 1996 la silla de alcalde (que luego se rebautizar¨ªa como gobernador) frente a su n¨²mero dos, Vlad¨ªmir Yakovlev, que gast¨® 2.000 millones de pesetas en una campa?a pagada probablemente desde Mosc¨².
Con Yakovlev, San Petersburgo lav¨® un poco su cara, pero enfang¨® a¨²n m¨¢s sus cloacas. El crimen organizado se volvi¨® m¨¢s agresivo y desafiante. El soborno y la corrupci¨®n se extendieron. La elecci¨®n que se plantea a muchos funcionarios en puestos clave es, como en Colombia, entre plata y plomo, o sea, entre venderse o morir. El diario Noviye Izvestia reprodujo una cinta en la que se liga al gobernador con conocidos jefes mafiosos. Supuestamente, esa cinta estaba en poder de Starov¨®itova.
El bando reformista, uno de cuyos principales grupos promov¨ªa la diputada, tiene como bandera una nueva carta municipal que limita y somete a control el poder del gobernador. La necesidad de hacer frente al enemigo com¨²n no ha logrado unir a estas fuerzas y hacerles que presenten candidatos conjuntos. Por eso, el resultado de las elecciones es incierto, y en ning¨²n caso quedar¨¢ resuelto hasta la segunda vuelta, a celebrar el d¨ªa 20.
La campa?a ha registrado un interminable cat¨¢logo de irregularidades tan singulares como el pago, para que se presenten como candidatos, a individuos cuya ¨²nica credencial es la de que tienen el mismo nombre y apellido que otros aspirantes, que se arriesgan a perder muchos votos en la confusi¨®n. La compra del sufragio, sobre todo a jubilados, ha sido frecuente.
Tras el asesinato de Starov¨®itova, se han multiplicado las denuncias de que la situaci¨®n se ha escapado de las manos de los gobernantes. Lo han dicho desde Chub¨¢is ("es la capital criminal de Rusia") al viceprimer ministro Vadim Gustov ("la situaci¨®n est¨¢ fuera de control") o el jefe del Servicio Federal de Seguridad, Vlad¨ªmir Putin ("no se ha reaccionado adecuadamente ante la infiltraci¨®n criminal"). Ayer, los peterburgueses ten¨ªan en sus manos la posibilidad de empezar la operaci¨®n limpieza.
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