EL NUEVO ESCENARIO POL?TICO Municipios y decisiones constitucionales JOS? M. PORTILLO VALD?S
El llamado "¨¢mbito vasco de decisi¨®n" no coincide, a juicio del autor, con lo que es el ¨¢mbito de decisi¨®n de los vascos.Dicen en HB que por fin el PNV se ha convertido al nacionalismo, que ha entendido que la ¨²nica pol¨ªtica de ese signo posible es la que debe conducir a formalizar el "¨¢mbito vasco de decisi¨®n", cosa que es muy diferente de un ¨¢mbito de decisi¨®n de los vascos. El t¨¦rmino est¨¢ puesto, y de manera nada inocente, en las elecciones municipales del a?o pr¨®ximo, en la promoci¨®n en las corporaciones locales de una iniciativa independentista y, como final a tutti, en una magna asamblea de ayuntamientos vascos que ser¨¢ no ya embri¨®n de asamblea legislativa vasca, sino aut¨¦ntico parlamento constituyente de Euskal Herria. Ya se ve que todo es pueblo, todo corporativo y org¨¢nico, como cierta "democracia" que no lo era: las rep¨²blicas locales constituyendo la rep¨²blica nacional, es decir (y tampoco es casual), una especie de antiguas Juntas Generales no ya provinciales pero, desde luego, s¨ª nacionales. De las corporaciones locales a la corporaci¨®n nacional pero, ?ay!, sin pasar por los individuos, o sea nosotros, que no pintamos pol¨ªticamente nada en todo ese recorrido. No tiene relevancia el individuo en ese planteamiento fundamentalista de la naci¨®n vasca, de sus derechos e independencia, por varias razones. La primera por el desprecio ol¨ªmpico que contiene hacia el respeto que deber¨ªan merecer unas reglas del juego pol¨ªtico que s¨ª han sido legitimadas por la voluntad ciudadana y que, casualmente, se llaman Constituci¨®n y Estatuto de Autonom¨ªa. Y se dicen leg¨ªtimas porque sendos textos fueron aprobados, repectivamente, por un 74,60% y un 94,60% de ciudadanos que libremente dijeron s¨ª en los refrendos convocados al efecto. No invento nada, son datos del Departamento de Interior del Gobierno vasco que pueden consultarse en su p¨¢gina de Internet. Para no atender tan ciudadana y contundente raz¨®n de legitimidad, suele apelarse a la considerable abstenci¨®n que se produjo en ambas convocatorias (55,35% y 41%, respectivamente). Sin embargo, el respeto a las reglas del juego de la democracia empieza precisamente por saber y aceptar que la abstenci¨®n no es imputable a ninguna de las opciones pol¨ªticas, que nadie se la puede apuntar a su favor, porque precisamente por eso es abstenci¨®n: la opci¨®n leg¨ªtima de no mostrar favor por ninguna de las ofertas pol¨ªticas. De hecho, el nacionalismo vasco ha gobernado durante a?os con ¨ªndices similares de abstenci¨®n sin que a nadie se le ocurriera tachar de ileg¨ªtimo su gobierno. ?Quiere ¨¦sto decir que no puede perseguirse la transformaci¨®n de esas reglas? En absoluto. Puesto que no hablamos de religi¨®n y s¨ª de pol¨ªtica, no existen dogmas inmutables sino sistemas que nos convengan a todos para nuestra convivencia pol¨ªtica y el mayor grado de felicidad posible. Pero s¨ª quiere decir que tambi¨¦n para su alteraci¨®n deben respetarse las normas del juego. Y esas previsiones de reforma, o de radical alteraci¨®n, est¨¢n claramente expuestas en el mismo manual de instrucciones del juego pol¨ªtico (T¨ªtulo X de la Constituci¨®n y IV del Estatuto). El nacionalismo que se ha colocado a rueda del fundamentalismo de HB (que no es ni todo el nacionalismo, ni todo el PNV), persigue, sin embargo, que sea a trav¨¦s de los ayuntamientos que se llegue a alterar el sistema que regula nuestra existencia y participaci¨®n pol¨ªticas. Argumentar¨¢n, supongo, que los ayuntamientos son cuerpos representativos y que de ah¨ª su legitimidad para tal proceso. Tambi¨¦n son representativas las comunidades de vecinos, los clubes de f¨²tbol o las asociaciones profesionales, pero no representan, como tampoco los ayuntamientos, esa capacidad soberana de un poder constituyente. Imagino que Jes¨²s Gil estar¨¢ interesad¨ªsimo en ese proyecto de HB, pues ya se ver¨¢ con su feudo marbell¨ª independiente cual nueva taifa. Pero el sentido del recorrido dise?ado por HB est¨¢ en el atajo perfecto para evitar precisamente que la independencia sea el producto de una decisi¨®n de los vascos, a cambio de que lo sea del "¨¢mbito vasco de decisi¨®n". Como dec¨ªa al principio, una cosa excluye a la otra. Si se siguieran las reglas del juego (como explic¨® muy detalladamente Juan Jos¨¦ Soloz¨¢bal en el n? 70 de la revista Claves), habr¨ªa que contar en distintos momentos del proceso con el refrendo ciudadano: para constatar la voluntad real de iniciarlo, para la sanci¨®n de las reformas pertinentes y para su ratificaci¨®n final. Sin embargo, en el razonamiento ultranacionalista que antepone el pueblo a los ciudadanos, unas corporaciones locales sustituyen a los individuos sin el menor rubor de la conciencia democr¨¢tica ausente y, poni¨¦ndose el sistema por montera, saca la independencia de la chistera. No es magia, es trampa pol¨ªtica. Es un artificio que, adem¨¢s de la voluntad, hurta el debate ciudadano. Cuestiones muy relevantes quedar¨ªan en tal caso sin tratarse. Todav¨ªa no han argumentado, ni HB ni quienes como ellos piensan en el PNV, por qu¨¦ motivos los ciudadanos vascos tienen que renunciar a su actual capacidad para participar pol¨ªticamente en Espa?a. Dicho de otro modo, por qu¨¦ tenemos que recortar el ¨¢mbito de nuestra soberan¨ªa. Puede ser un indicio aquellas frase esculpida por Arzalluz en los micr¨®fonos que le entrevistaban hace unos meses: "Cada vez nos importa menos el Gobierno de ah¨ª abajo (el de Madrid, que en realidad est¨¢ m¨¢s arriba) y m¨¢s el de ah¨ª arriba (el de Bruselas, que en realidad est¨¢ m¨¢s abajo)". No es gratuita la afirmaci¨®n, pues puede ser bien cierto que le interese menos un gobierno sometido al juego parlamentario que otro que es pr¨¢cticamente s¨®lo ejecutivo. Tampoco se ha dado respuesta satisfactoria a la paradoja de que ese "¨¢mbito vasco de decisi¨®n" deje fuera de juego a otras instituciones representativas de los vascos, porque las elegimos y, a juzgar por los datos facilitados por el Departamento de Interior, con mucho m¨¢s inter¨¦s participativo que las instituciones auton¨®micas. ?Es que el Congreso de los Diputados no representa tambi¨¦n la voluntad de los vascos? ?No es tambi¨¦n "¨¢mbito vasco"? No para un nacionalismo que ha perdido de vista al ciudadano y s¨®lo ve pueblo. Le da igual que los vascos est¨¦n tambi¨¦n representados en las Cortes Generales, porque no lo est¨¢ el pueblo vasco que, sin embargo, s¨ª lo estar¨ªa en una asamblea de municipios a los que nadie ha dado poderes constituyentes. La diferencia es notable: el pueblo vasco de ese ultranacionalismo no es en ning¨²n caso el conjunto de los ciudadanos vascos. Por ello, tampoco se parte del respeto a la decisi¨®n que libremente tomaron de dotarse de una Constituci¨®n y un Estatuto. Son asuntos que, creo, deber¨ªan tratarse y debatirse, porque no estamos hablando de construir un hospital m¨¢s o menos, sino de la forma de existencia pol¨ªtica de los ciudadanos vascos.
Jos¨¦ Mar¨ªa Portillo es profesor de Historia de la UPV-EHU.
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