Un 'do de pecho' de medio siglo
La coral de Santo Tom¨¢s de Aquino, que cumple 50 a?os, fue la primera que uni¨® voces mixtas dentro de una iglesia
S¨®lo hubo una cosa que estuvo a punto de aguar la boda de Ceci Rodr¨ªguez y Antonio Vicente en 1964: el empecinamiento de las iglesias madrile?as en impedir cantar a la Coral Santo Tom¨¢s de Aquino durante la ceremonia. ?El motivo? El do de pecho lo iban a dar al un¨ªsono hombres y mujeres y a los curas de entonces eso les deb¨ªa de parecer un atrevimiento. Los novios, que se hab¨ªan conocido dentro del coro, recorrieron Madrid templo a templo hasta que al final el p¨¢rroco de Santa Rita les dio su bendici¨®n. "En lugar de la marcha nupcial, nos cantaron el Gaudeamus Igitur. Fue el concierto m¨¢s emotivo de los 16 a?os que llevaba cantando", dice Ceci, 34 a?os despu¨¦s, cuando la Coral Santo Tom¨¢s de Aquino, la m¨¢s decana de Madrid y una de las cinco m¨¢s antiguas de Espa?a, celebra su 50? aniversario por todo lo alto.Vinculada siempre a la Universidad Complutense, el Coro de los Estudiantes, como es conocido popularmente, tendr¨¢ ma?ana d¨ªa 10 el mejor regalo de cumplea?os: un concierto en el Auditorio Nacional.
Fue en la Navidad de 1948 cuando una mujer, Carmen Segura, empez¨® a recorrer los pasillos de la Facultad de Filosof¨ªa y Letras pescando chicas para cantar villancicos en hospitales, orfanatos, colegios mayores. "Nos juntamos 25, porque entonces ¨¦ramos muy pocas las mujeres que lleg¨¢bamos a la universidad", recuerda Ceci. El coro hab¨ªa empezado a andar, adscrito primero a la Secci¨®n Femenina y posteriormente al SEU. Esta vinculaci¨®n a dos de los emblemas del franquismo fue, seg¨²n Ceci y Matilde Pelegr¨ª -coralista desde hace siete a?os-, algo circunstancial. "No fue oficialista, s¨®lo universitario", dice Matilde, mientras Ceci a?ade que "la Santo Tom¨¢s estaba adscrita al SEU porque entonces no te daban a elegir. En cuanto entrabas en la universidad te ten¨ªas que afiliar al sindicato". La central estudiantil financiaba al grupo pero se estiraba poco. "Tan poco que en 1956, durante el primer viaje al extranjero, a Marruecos, el autob¨²s bajaba las cuestas en punto muerto para ahorrar gasolina. En los viajes pasaba lo mismo, viv¨ªamos en penuria. ?bamos a pedir los churros a un bar y el caf¨¦ a otro para no abusar", recuerda Ceci.
En aquel entonces, la Santo Tom¨¢s hab¨ªa pasado de ser un grupo "de voces blancas" para convertirse en una coral mixta. Su repertorio se hab¨ªa ampliado. Adem¨¢s de los temas populares del folclor regional, recopilados con ah¨ªnco por la Secci¨®n Femenina, sus m¨¢s de 50 integrantes abordaban sin complejos piezas cl¨¢sicas y nuevas. "Durante los a?os sesenta nos llamaban sobre todo para los estrenos de compositores espa?oles y extranjeros como Halffter, Mu?oz Molleda, Fernando Remacha o Ariel Ram¨ªrez". Iniciaron entonces un archivo de partituras que atesora no s¨®lo las obras interpretadas a lo largo de cinco d¨¦cadas, sino tambi¨¦n piezas in¨¦ditas de autores como Halffter.
Con el tiempo tambi¨¦n se ampli¨® el circuito de sus conciertos. Salieron de los colegios mayores y de las iglesias para participar en festivales de toda Europa y empezaron a llegar los premios. "En este medio siglo", dice Matilde, "han pasado por la Coral m¨¢s de dos mil voces. Ha sido la cantera no s¨®lo de vocalistas sino tambi¨¦n de directores". De hecho gran parte de los integrantes del Coro de la Comunidad y de RTVE (ambos profesionales) han salido del Santo Tom¨¢s, y directores, como el prestigioso Jes¨²s L¨®pez Cobos, se iniciaron aqu¨ª. Entre los 60 miembros actuales, no queda ninguno de los fundadores, pero siguen vi¨¦ndose de cuando en cuando.
"Nosotros dejamos el coro en el 64 cuando nos casamos porque pronto vinieron los ni?os y era imposible ir a ensayos y conciertos", explica Ceci. El problema no era s¨®lo suyo. La Coral hab¨ªa ejercido de casamentera involuntaria y de ella salieron m¨¢s de una docena de matrimonios. "Incluso pensamos montar un aula guarder¨ªa para dejar a los ni?os mientras ensay¨¢bamos". No pudo ser. Nadie aceptaba ser canguro, todos quer¨ªan cantar. El problema es el mismo 30 a?os despu¨¦s. "Los ensayos -dos horas la tarde-noche del martes y cuatro las tardes de los s¨¢bados- te hipotecan todos los fines de semana. Luego est¨¢n los conciertos fuera de Madrid. Cuando digo que he pasado quince d¨ªas de vacaciones cantando con el coro, la gente me mira como si fuera un bicho raro", a?ade Matilde para quien las corales siguen siendo las grandes desconocidas del panorama musical, salvo el Orfe¨®n Donostiarra. "La gente de fuera no sabe muy bien c¨®mo eres, qu¨¦ haces. Piensa que debes saber m¨²sica, que es dificil¨ªsimo. No es as¨ª. Para formar parte de una coral amateur s¨®lo necesitas buen o¨ªdo, buen ritmo y una voz que tampoco tiene que ser espectacular".
Quiz¨¢ por eso la coral es bastante endog¨¢mica en cuanto a las relaciones. Matilde reconoce que sus grandes amigos son del coro. "Aqu¨ª han surgido amistades entra?ables, de ¨¦sas de toda la vida. Aunque haga tiempo que no ves a la gente, cuando te vuelves a encontrar, empiezas a cantar y es como si no hubieran pasado los a?os". Incluso, aunque no se acuerden del nombre. "Los motes han suplido a los nombres de pila", dice Ceci. "Tuvimos un director que se qued¨® con Sandalio porque dirigi¨® un concierto en Tur¨ªn con un frac impecable y sandalias".
El hecho de no ser profesionales evita divismos y rivalidades. "Compartimos tantas cosas... No s¨®lo tiempo y caf¨¦s, sino viajes, ensayos y el aplauso del p¨²blico, que es lo mejor de todo, lo que te anima a seguir", dice Matilde, sin olvidar nunca los nervios previos al concierto.
La Navidad es para ellos una fecha entra?able. Si cuando se re¨²nen a cenar es inevitable que les d¨¦ la madrugada cantando hasta desga?itarse, ahora salir a tomar vinos implica irremediablemente acabar cantando villancicos en la plaza Mayor. Matilde s¨®lo tiene un sue?o, que la Santo Tom¨¢s celebre los 75 a?os. "Y es un hito que una coral amateur celebre sus bodas de oro. Imag¨ªnese las de platino".
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