La factura de la UE

La batalla de la financiaci¨®n de la Uni¨®n Europea a partir del a?o 2000 est¨¢ en sus inicios, pero todo anticipa que ser¨¢ cruenta. Y ha colocado en bandos enconadamente opuestos a Espa?a, receptor neto, y a Alemania, m¨¢ximo contribuyente. El nuevo Gobierno de Bonn ha dejado claro que la Agenda 2000 -o propuesta de gastos hasta el 2006, un complejo paquete financiero combinado con reformas del gasto agr¨ªcola y ayudas para los pa¨ªses m¨¢s pobres de la UE- es la prioridad de su presidencia a partir de enero. A ella est¨¢ vinculada la cuesti¨®n de c¨®mo reducir la contribuci¨®n alemana (13.000 millones de d¨®lares). La discusi¨®n, previa a la ampliaci¨®n, muestra la grieta Norte-Sur en la UE. Espa?a ha tenido que amenazar con vetar las conclusiones de la cumbre que este fin de semana cierra la presidencia austriaca para conseguir que Viena retire un borrador que guillotinaba las aspiraciones de nuestro pa¨ªs no ya a mejorar, sino a seguir como estaba. El desafortunado texto austriaco, con el que previsiblemente se intentaba complacer al gran vecino del Norte (Austria forma parte del n¨²cleo aliado de Alemania en pro de la estabilizaci¨®n del gasto en la UE), ignoraba la pretensi¨®n espa?ola de que los Quince reconozcan la Agenda 2000 como ¨²nico punto de partida para la negociaci¨®n financiera y hac¨ªa hincapi¨¦ en que los socios comunitarios negocien "sin ideas preconcebidas" sobre los desequilibrios presupuestarios que afligen a Bonn.El Gobierno de Aznar ha cerrado filas en torno a la Agenda 2000, que garantiza a Espa?a unas transferencias anuales similares a las actuales, en torno al bill¨®n de pesetas. Alemania, que hasta hace unos d¨ªas se inclinaba por la supresi¨®n de uno de sus apartados clave, el Fondo de Cohesi¨®n, aprobado en 1992 en Edimburgo y del que Espa?a recibe unos 250.000 millones anuales, ha dado ahora marcha atr¨¢s. Sugiere una reducci¨®n escalonada hasta su extinci¨®n en el 2006, cuando los niveles de renta de nuestro pa¨ªs deber¨ªan estar m¨¢s cerca de la media comunitaria. La vieja reivindicaci¨®n de Bonn para reequilibrar su relaci¨®n con la UE ha sido asumida por la nueva Administraci¨®n socialdem¨®crata. A cambio de su quiebro sobre los fondos de cohesi¨®n, el canciller Schr?der espera la aceptaci¨®n por Madrid de un recorte en la aportaci¨®n de Bonn al presupuesto comunitario, b¨¢sicamente en el cap¨ªtulo de los fondos estructurales. Aznar ya ha hecho saber que los considera intocables.

En pol¨ªtica, tan importante es tener proyectos como alternativas. Cerr¨¢ndose en banda a cualquier modificaci¨®n de lo pactado, esgrimiendo la intangibilidad de la raz¨®n jur¨ªdica frente a la realidad pol¨ªtica, Espa?a corre el riesgo de quedarse aislada (s¨®lo Grecia y Portugal, y en menor medida Italia, se han hecho eco de sus puntos de vista) y resultar seriamente perjudicada a medio plazo. En inter¨¦s de los ciudadanos, el Gobierno debe esforzarse por buscar un lugar de encuentro entre las leg¨ªtimas aspiraciones espa?olas y la inquietud alemana. Los genuinos avances europeos han sido hechos siempre con el tejido del compromiso.