Puerto Rico-EE UU, tercer asalto
Los puertorrique?os deciden hoy entre la uni¨®n o la asociaci¨®n con Estados Unidos en un refer¨¦ndum considerado no vinculante por Washington
Puerto Rico quiere que Washington se tome en serio de una vez por todas el futuro de su relaci¨®n pol¨ªtica. Pero ni siquiera Puerto Rico sabe muy bien qu¨¦ futuro desea pedirle a Estados Unidos. Por tercera vez desde que la isla es Estado Libre Asociado (ELA) de EE UU, los puertorrique?os acuden hoy a las urnas para decir si prefieren seguir as¨ª o ser un Estado de pleno derecho y obligaciones. Una campa?a apasionada y demag¨®gica por parte de ambas partes ha dividido al electorado justo por la mitad, seg¨²n las encuestas. El abanderado de la "estadidad", el gobernador Pedro Rossell¨®, del Partido Nuevo Progresista (PNP), clausur¨® el viernes su campa?a seguro de la victoria. Pero el resultado tampoco ser¨¢ esta vez vinculante para EEUU, y muchos boricuas se preguntan si realmente necesitan cambiar su estatus."Yo tengo casa propia y mi hija estudia en Estados Unidos, ?para qu¨¦ m¨¢s he nacido yo?", se preguntaba un comerciante del viejo San Juan. Es una sensaci¨®n de relativo bienestar que se respira en la isla y que, seg¨²n la ¨²ltima encuesta publicada el viernes por el diario El Nuevo D¨ªa, comparte un 48% de los ciudadanos, que prefiere el statu quo actual (s¨®lo tres puntos por encima de los defensores de la incorporaci¨®n total a EE UU). Despu¨¦s de ganar el ELA en 1967 y 1993, este a?o se preve¨ªa un importante avance del voto pro-estadidad. Pero el pasado julio, el Senado de EEUU rechaz¨® la propuesta de la C¨¢mara de dar al plebiscito cierto car¨¢cter vinculante. Adem¨¢s, el endiablado dise?o de la papeleta electoral, con cinco opciones tan ambiguas que s¨®lo se conocen por el n¨²mero, ha volcado a los indecisos hacia la opci¨®n 5, la que reza "ninguna de las anteriores" e implica el continuismo. Casi nadie aboga por la independencia, pero est¨¢ en la pape-leta.
Confusi¨®n
"Nunca he visto un proceso tan confuso como ¨¦ste en cuesti¨®n de estatus pol¨ªtico", asegura Irving Faccio, el director de campa?a del Partido Popular Democr¨¢tico (PPD), que se opone a la "estadidad". El lema del PPD es "Este pueblo se respeta", y su campa?a ha denunciado que la plena anexi¨®n a EEUU ser¨ªa un suicidio de la identidad hispana.El debate sobre la identidad es, como dir¨ªan aqu¨ª, muy "controversial". El PNP alega que la cultura no peligra porque el mestizaje ya est¨¢ hecho y no queda ninguna pureza que defender. En San Juan se ven carteles como "Prohibida la penetraci¨®n de personas extra?as, los violadores ser¨¢n removidos". A¨²n as¨ª, el espa?ol que se habla en la isla es notablemente mejor al que manejan los hispanos en EE UU. "Rossell¨® quiere una estadidad artificial", asegura Faccio, "de tipo Disneyworld. Como no la ha conseguido antes con los votos, la quiere lograr ahora con dinero". El PPD cree que el partido en el poder dise?¨® una papeleta confusa en la que todas las opciones menos la estadidad parecen negativas. Sin embargo, Milagros Rodr¨ªguez, subsecretaria del PNP, alega que las opciones responden a la propuesta del Congreso de EEUU. Para Rodr¨ªguez, y pese a lo que dice la doctrina de Naciones Unidas, la situaci¨®n de Puerto Rico es colonial y por tanto insostenible. "Pedimos justicia social, pol¨ªtica y econ¨®mica", afirma. "Queremos aportar nuestra cultura y nuestra econom¨ªa al conjunto de EEUU, pero en una primera etapa es evidente que ellos nos aportar¨ªan m¨¢s a nosotros". Los puertorrique?os actualmente son ciudadanos de EE UU en el pasaporte y en el servicio militar. Pero no votan al presidente de EE UU ni pagan impuestos federales (s¨ª a nivel local). Su representante en el Capitolio en Washington no tiene voz ni voto.
"En cien a?os no han podido con el espa?ol, aqu¨ª el 95% de la poblaci¨®n no sabe ingl¨¦s pero lo quieren imponer por la v¨ªa oficial", dice el abogado sindicalista Ra¨²l P¨¦rez, parte del 4% de boricuas que creen en la v¨ªa de la independencia.
Pero este letrado no teme que tal cosa vaya a ocurrir pronto. "Aqu¨ª mandan los americanos y el estatus no se va a definir hasta que quieran ellos", afirma. "Y adem¨¢s es un plebiscito que es una botada de dinero de m¨¢s de 20 millones de d¨®lares, mientras hay pueblos que siguen sin luz y sin agua despu¨¦s del hurac¨¢n George". En septiembre, ese hurac¨¢n caus¨® p¨¦rdidas por valor de 2.000 millones de d¨®lares en la isla. La oposici¨®n pidi¨® en vano al gobernador que aplazara el refer¨¦ndum de hoy hasta reparar la cat¨¢strofe.
Una opini¨®n muy extendida en Puerto Rico, y tambi¨¦n fuera, concretamente en Nueva York, donde viven muchos m¨¢s puertorrique?os que en el propio San Juan, es que Rossell¨® s¨®lo quiere la estadidad para entrar ¨¦l en la historia de Am¨¦rica por la puerta grande. El PNP sue?a con que Puerto Rico siga el mismo proceso que el otrora independiente para¨ªso tur¨ªstico de Hawai. "Pero las decisiones no se pueden tomar para llenar la barriga de la gente", dice P¨¦rez, "hay una dignidad del ser humano".
"En San Juan est¨¢ la concentraci¨®n econ¨®mica, pero hay algo m¨¢s en la isla que lo que uno sospecha", asegura Roberto Pietrantoni, de Dean Witter Reynolds. "Los incentivos fiscales que ha habido para invertir en zonas no metropolitanas han funcionado, y hoy todos los pueblos tienen su parque industrial". Pietrantoni vende bonos p¨²blicos puertorrique?os en la delegaci¨®n de esa casa de inversi¨®n estadounidense en San Juan. Seg¨²n ¨¦l, no hay forma de saber si la estadidad ser¨ªa mejor o peor para la econom¨ªa local.
Para eso hay tantas opiniones como posturas morales frente al plebiscito. Todos aseguran a gritos por la radio y por las calles que s¨®lo su postura garantiza la supervivencia cultural y financiera, y defienden su mensaje con una pasi¨®n desenfrenada que contrasta con la relativa asepsia del proceso pol¨ªtico en EE UU (en la isla vota el 80% del electorado, el doble que en las presidenciales del gran hermano).
Por ejemplo, en los ¨²ltimos d¨ªas, el PNP bloque¨® el tr¨¢fico en distintos puntos de la capital para repartir banderolas "proestadidad" y bailar en la calle al ritmo de m¨²sica emitida desde camiones. Justo el tipo de manifestaci¨®n de fervor que espanta a los estadounidenses reacios a la incorporaci¨®n de Puerto Rico. Personas como Don Feder, que en una columna en el Boston Globe hace dos semanas solt¨® una bomba de racismo e intolerancia que ha sacudido a la sociedad isle?a. Feder calific¨® a Puerto Rico de "cloaca" y caracteriz¨® a sus habitantes como devoradores de frijoles incapaces de asimilarse.
Una renta alta
En Puerto Rico la renta per c¨¢pita est¨¢ muy por debajo de la media de EEUU; el crimen y el paro, muy por encima. Pero su situaci¨®n dista mucho de la de sus vecinos caribe?os: Cuba, Hait¨ª y Rep¨²blica Dominicana. No hay corrupci¨®n institucionalizada y la sociedad no s¨®lo no est¨¢ oprimida, sino que es muy din¨¢mica, y parece reconocer c¨®mo la clase pol¨ªtica les manipula en un proceso como el actual. No quieren ser mendigos llamando a la puerta del Congreso de EE UU."Puerto Rico en el siglo pr¨®ximo deber¨ªa mejorar progresivamente el estatuto de la ELA para tener una asociaci¨®n verdaderamente libre y acabar independiz¨¢ndose", dice Ra¨²l P¨¦rez. La dispersi¨®n del mapa pol¨ªtico ha impedido que se consolide una alternativa as¨ª frente al avance de la estadidad. Pero ese avance lo han equilibrado los puertorrique?os que creen que todo lo bueno que puedan obtener de EEUU ya lo tienen de hecho.
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