Los cuatrocientos golpesXAVIER ANTICH
A pesar del titular, esto no es una cr¨ªtica de cine. Adem¨¢s, el protagonista de este art¨ªculo no es un personaje de ficci¨®n. No se llama Antoine Doinel, sino Driss Zraidi. Tampoco es un chaval franc¨¦s de 13 a?os, como el adolescente de la pel¨ªcula de Fran?ois Truffaut, sino un ciudadano marroqu¨ª de carne y hueso, un adulto hecho y derecho, por m¨¢s se?as inmigrante en la Costa Brava. La noticia saltaba a la luz p¨²blica hace un par de semanas y corre el peligro de pasar casi desapercibida, enfrascados como estamos en dos bloques informativos que parece que ocupan toda la energ¨ªa de las neuronas medi¨¢ticas: los fastos de la celebraci¨®n del centenario del Bar?a, empa?ados (?ay!) por la nueva patolog¨ªa de la vangaalfobia, y la atenci¨®n concentrada en el m¨ªnimo movimiento que se produce en la esfera de eso que generosamente podr¨ªamos denominar la pol¨ªtica virtual (la cosa pol¨ªtica es, como ya todo el mundo sabe a estas alturas, cada vez menos cosa y menos pol¨ªtica). ?En qu¨¦ consist¨ªa la noticia? Por decirlo brevemente: por lo que parece, al menos 10 agentes de la comisar¨ªa de los Mossos d"Esquadra en Roses participaron activamente o como espectadores privilegiados de las dos palizas que le propinaron, con dedicatoria incluida, a un ciudadano marroqu¨ª detenido y esposado. La fuente es de primera mano; la transcripci¨®n de las cintas grabadas en la comisar¨ªa de la polic¨ªa auton¨®mica que han sido entregadas al juzgado que instruye el caso (la periodista Gemma Ribas ofreci¨® en La Vanguardia un extracto que no ten¨ªa desperdicio). Por lo que se deduce del informe, los mossos de Roses, constituidos en una especie de comit¨¦ de bienvenida, golpearon al hu¨¦sped con una cierta sa?a acompa?ada, por lo que registra la grabaci¨®n, de unos coros de risas y de comentarios m¨¢s bien ir¨®nicos. La voz de Driss Zraidi, el detenido, no parece dejar lugar a dudas sobre el cari?o y la simpat¨ªa del recibimiento: "Basta, basta por favor, no me pegues m¨¢s, no me pegues m¨¢s por favor". Lamentablemente, durante esas 24 horas que Zraidi estuvo detenido, el sistema de grabaci¨®n de video, que hubiera debido registrar alguna de las palizas, se hab¨ªa averiado: ?qu¨¦ curioso! ?verdad? Parece ser que a las seis de la ma?ana el detenido volvi¨® a recibir una visita de varios agentes en su celda y que dos testigos, tambi¨¦n detenidos, ya han declarado al juez que oyeron c¨®mo se quejaba ante esta segunda agresi¨®n. Aquella misma ma?ana Zraidi era trasladado al hospital comarcal de Figueres con cuatro costillas rotas. Hasta aqu¨ª la noticia. La fecha de los hechos: los d¨ªas 3 y 4 de agosto pasados. A estas alturas, el consejero de Gobernaci¨®n de la Generalitat, Javier Pom¨¦s, todav¨ªa no ha dado una explicaci¨®n convincente de los hechos ni ha hecho en p¨²blico la m¨¢s m¨ªnima reflexi¨®n autocr¨ªtica sobre un hecho que es, cuando menos, una verg¨¹enza para el gobierno catal¨¢n y que deber¨ªa abochornar a cualquier ciudadano honrado. No hace falta ser un lector de Raymond Chandler para saber que la polic¨ªa acostumbra a tener la mano un poco floja. Y no s¨®lo en la literatura de ficci¨®n. Y no s¨®lo la polic¨ªa de los pa¨ªses que muestran un aut¨¦ntico desprecio por los derechos constitucionales de sus ciudadanos, y tampoco s¨®lo la polic¨ªa de los reg¨ªmenes totalitarios y dictatoriales. Tambi¨¦n, por lo que parece, una polic¨ªa de dise?o como la auton¨®mica, la polic¨ªa nacional de Catalu?a, la nostra. Es cierto que no se puede ser tan iluso ni tan injusto como para considerar que los Mossos como cuerpo merezcan una descalificaci¨®n general y global por lo sucedido en Roses. Muchos de ellos han nacido con la democracia y conocen la dictadura y sus detestables procedimientos s¨®lo por los libros de historia. Muchos de ellos han crecido y se han formado, queremos suponer, con la conciencia de que la polic¨ªa no es una enemiga de la ciudadan¨ªa ni una vigilante del orden, sino una garant¨ªa de la legalidad constitucional y democr¨¢tica. Y sin embargo, nada de esto puede evitar que se contemple con inquietud y con preocupaci¨®n una reacci¨®n en cadena como la que parece que est¨¢ en las manos del juez, una reacci¨®n que no afecta s¨®lo a uno o dos perturbados. Como tampoco es insignificante el que las autoridades gubernamentales responsables de los cuerpos policiales auton¨®micos no hayan sido todav¨ªa capaces de reaccionar con energ¨ªa: todos los implicados, ?salvo uno!, se reincorporaron al servicio unos d¨ªas despu¨¦s del "incidente". Demasiado preocupados por que nuestra polic¨ªa hable catal¨¢n correctamente, por que tenga un nivel de eficacia equiparable al de la polic¨ªa de los pa¨ªses de nuestro entorno, por que dispongan de medios tecnol¨®gicos a la altura de nuestro final de siglo y por que ofrezcan una imagen atl¨¦tica y est¨¦tica que no provoque una abierta repugnancia, objetivos todos ellos razonablemente dignos, quiz¨¢s los responsables de la consejer¨ªa de Gobernaci¨®n han acabado por olvidarse de algo sin duda mucho m¨¢s importante. Por decirlo de forma r¨¢pida: que una polic¨ªa democr¨¢tica no puede reproducir ni mimetizar comportamientos propios de la polic¨ªa de una dictadura. Es de sobras conocido que el Cuerpo Nacional de Polic¨ªa y la Guardia Civil, a diferencia del Ej¨¦rcito, todav¨ªa no han llevado a t¨¦rmino su particular transici¨®n. Al menos no de forma completa. Pero los Mossos d"Esquadra son un cuerpo nuevo, nacido con la democracia, y algunas actitudes deben ser denunciadas en¨¦rgicamente y sus responsables deben ser apartados definitivamente del servicio. Los que pegan y los que se r¨ªen con los que pegan; los actores y los espectadores; aqu¨ª no valen rebajas. Asimismo, alguien deber¨ªa dar explicaciones sobre cu¨¢l es la formaci¨®n que se les imparte a los futuros mossos y sobre cu¨¢l es el seguimiento que se hace de sus pr¨¢cticas profesionales. Lo s¨¦: no se trata de que los mossos lean a Foucault, pero es que uno, modestamente, empieza a temerse que algunos tengan como modelo policial a los protagonistas de algunas pel¨ªculas de serie B o del g¨¦nero Stallone. Los golpes de los mossos (?cu¨¢ntos? ?dos, cuatrocientos, veinte?) duelen m¨¢s que los golpes de cualquier energ¨²meno neonazi. Como las balas de los GAL dol¨ªan -y duelen todav¨ªa- m¨¢s que las balas de ETA. Y el m¨¢s se debe a un simple matiz, pero esencial: aquellas balas y estos golpes nos los abonan en nuestra cuenta. De alg¨²n modo, los pagamos todos, como una letra que no hemos firmado pero que nos cargan a pesar nuestro. Las palizas a Driss Zraidi no son un hecho intrascendente ni irrelevante. No pertenecen a la pol¨ªtica virtual. Son, por el contrario, un caso real de la micropol¨ªtica que, en caso de que sea confirmado, debiera producir un terremoto en la macropol¨ªtica. Aunque s¨®lo fuera por verg¨¹enza.
Xavier Antich es fil¨®sofo y profesor de la Universidad de Girona.
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