La paradoja global
La foto aparecida recientemente en un peri¨®dico surafricano de dos mujeres de la tribu Ndebele, vestidas con ropas ex¨®ticas, que ondeaban banderitas rojas de McDonald"s, capturaba con una elocuencia impresionante el extraordinario alcance de nuestra econom¨ªa global.Igual de elocuente era la imagen con la que se encontraron los periodistas el viernes al observar al general Pinochet en su primera comparecencia ante un tribunal de justicia. La escena del viejo dictador chileno en Londres simboliza el viaje hacia una terra incognita. La justicia se est¨¢ haciendo mundial.
Mucha gente lo celebra en todo el mundo. En una ¨¦poca en la que la pol¨ªtica amoral y "pragm¨¢tica" y el puro inter¨¦s econ¨®mico son las fuerzas que mueven a la humanidad, la decisi¨®n de los brit¨¢nicos hace noble uso de lo que Abraham Lincoln denomin¨® "los ¨¢ngeles buenos de nuestra naturaleza".
Sin embargo, las personas que, como lady Thatcher, consideran que la decisi¨®n de Straw es una abominaci¨®n, se inspiran en otra definici¨®n de moral. Argumentan que si, por sus propias razones de pol¨ªtica interior, los chilenos han preferido perdonar los cr¨ªmenes de Pinochet, ?qu¨¦ derecho tienen a inmiscuirse las viejas potencias imperialistas de Europa?
Es una pregunta dif¨ªcil de responder. La izquierda es la que m¨¢s ruidosamente ha protestado siempre contra la influencia nefasta del imperialismo en la soberan¨ªa de los pa¨ªses. Por el contrario, la derecha siempre ha acogido con agrado la injerencia imperialista (la de la CIA, por ejemplo) cuando se trataba de matar "comunistas" en Angola, Afganist¨¢n, Guatemala o Chile.
Para comprender a¨²n m¨¢s lo confuso de la situaci¨®n, pi¨¦nsese en Sur¨¢frica, donde todos los indicios se?alan que el sucesor casi seguro de Mandela como presidente, Thabo Mbeki, anunciar¨¢ una amnist¨ªa el pr¨®ximo a?o. Imaginemos que en el 2001 el ex presidente P.W. Botha, imagen viviente de los horrores del apartheid, decide seguir el incauto ejemplo de Pinochet e ir a operarse de hemorroides a Londres. E imaginemos que un tercer pa¨ªs decide pedir su extradici¨®n para que responda por sus cr¨ªmenes ante los tribunales. Mbeki se sentir¨ªa tan ofendido como lo est¨¢ hoy el presidente chileno. Y ser¨ªa el mismo Mbeki que, durante los largos a?os de lucha, no vacilaba en citar la definici¨®n que Naciones Unidas hab¨ªa hecho del apartheid: "Un crimen contra la humanidad".
En esencia, el debate que ha suscitado el caso Pinochet se reduce a esta pregunta: ?Hasta qu¨¦ punto nos tomamos en serio esta noci¨®n de los "cr¨ªmenes contra la humanidad"? Si nos la tomamos verdaderamente en serio, las fronteras no existen; que ardan todos los tiranos. Si no, lo que brit¨¢nicos y espa?oles est¨¢n haciendo con Pinochet es atroz. Por supuesto, hay algunos, quiz¨¢ la mayor¨ªa, que est¨¢n en un punto intermedio. Prefieren tomarse en serio los cr¨ªmenes contra la humanidad s¨®lo cuando les conviene.
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