Los recursos geol¨®gicos de Marte
Todo parece indicar que la colonizaci¨®n de la Luna va a ser nuestro primer paso extraterrestre en la migraci¨®n de la humanidad hacia otros mundos. Por ello conocer cu¨¢les son las materias primas de nuestro sat¨¦lite ser¨¢ crucial para el establecimiento de bases espaciales permanentes, y para determinar qu¨¦ recursos ser¨¢n imprescindibles como soportes de vida.Sabemos que en la Luna podr¨ªa existir agua en forma de hielo cometario, y que incluso el ox¨ªgeno podr¨ªa ser extra¨ªdo de forma factible a partir de determinados ¨®xidos minerales, como por ejemplo la ilmenita (de hierro y titanio). La Luna dispone tambi¨¦n de hierro y n¨ªquel meteor¨ªtico, y de importantes cantidades de titanio. Determinadas formaciones rocosas son ricas en potasio, f¨®sforo, tierras raras, vanadio, cromo, manganeso, cinc, etc. En su superficie, el viento solar ha depositado ingentes acumulaciones de helio-3, hidr¨®geno, carbono, nitr¨®geno y otros vol¨¢tiles, que ser¨ªan excelentes combustibles. Incluso se ha propuesto la utilizaci¨®n del propio regolito (suelo) lunar como material industrial para la construcci¨®n de peque?as carreteras, pistas de despegue y aterrizaje, y escudos de protecci¨®n contra la radiaci¨®n para personas y equipos electr¨®nicos.
Pero si el escenario de recursos geol¨®gicos de la Luna ya empieza a parecernos algo tangible, el de Marte, desde luego, no se queda atr¨¢s. En la actualidad, las condiciones del planeta rojo son extraordinariamente hostiles para cualquier forma de vida, con una atm¨®sfera con m¨¢s de un 95% de CO2 y tan s¨®lo un 0,13% de ox¨ªgeno, grandes tormentas de polvo, radiaci¨®n ultravioleta, alt¨ªsimas presiones atmosf¨¦ricas, 100 veces superiores a las de la atm¨®sfera terrestre, y temperaturas que pueden llegar a fundir el plomo.
Sin embargo, Marte es tambi¨¦n el ¨²nico planeta terrestre de nuestro Sistema Solar en el que los seres humanos podr¨ªan vivir, trabajar y desarrollar una colonia autosuficiente, con un ciclo d¨ªa/noche muy similar al ritmo circadiano natural de los humanos. De hecho, se ha evaluado cient¨ªfica y tecnol¨®gicamente su posible terraformaci¨®n.
Marte posee hielo en sus dos casquetes polares, y se trata adem¨¢s de hielo de agua, al menos en sus niveles m¨¢s superficiales. La distribuci¨®n de componentes del suelo marciano est¨¢ constituida por minerales silicatados (79-84%), minerales magn¨¦ticos (3%), sulfatos (12%), cloruros (1%), carbonatos (0-4%) y nitratos (0-1%), con una proporci¨®n de agua en el total del suelo que podr¨ªa alcanzar el 1%. De todos ellos, llama especialmente la atenci¨®n la existencia de sales hidratadas, como epsomita (de magnesio), yeso (de calcio) e hidrohalita (de sodio), que se suponen formadas en cuencas evapor¨ªticas (por ejemplo, las cuencas marcianas de Argyre y Hellas). Con independencia de las aplicaciones que podr¨ªan derivarse de estos minerales, se ha estimado que un s¨®lo metro de espesor de suelo marciano ser¨ªa suficiente para protegerse de las radiaciones, y que el tratamiento simple del suelo, por humedecimiento y secado, produce, dado su alto contenido en sales, un material similar al cemento, pero mucho m¨¢s duro (duricrete).
Existen muchas evidencias geomorfol¨®gicas y mineral¨®gicas marcianas que indican que en el pasado existi¨® un ciclo del agua con lagos, valles y canales fluviales, mares, oc¨¦anos e incluso actividad hidrotermal, que ha dejado recursos minerales important¨ªsimos tanto en su superficie como, probablemente tambi¨¦n, bajo ella. Se ha propuesto que la actividad hidrotermal podr¨ªa a¨²n seguir activa en algunas zonas subsuperficiales, tales como en la regi¨®n de Tharsis.
Desde el punto de vista de la exploraci¨®n de sus recursos minerales y energ¨¦ticos, se han detectado mediante radar y espectrometr¨ªa grandes masas de ¨®xidos de hierro, probablemente hematites, que podr¨ªan ser aprovechables econ¨®micamente, y no se descarta la existencia de ¨¢reas mineralizadas de gran extensi¨®n lateral, y rellenos filonianos ricos en ¨®xidos y sulfuros de plomo, cinc, hierro, manganeso y metales preciosos (oro y plata). Estos yacimientos ser¨ªan similares a los que actualmente se est¨¢n formando a partir de las salmueras submarinas procedentes de las chimeneas hidrotermales de los fondos oce¨¢nicos terrestres, o tambi¨¦n a los sistemas hidrotermales suba¨¦reos de tipo epitermal. Como recursos energ¨¦ticos se ha evaluado positivamente la utilizaci¨®n de plantas con colectores solares, que ser¨ªan suficientes para mantener una peque?a base marciana de 30 x 30 metros cuadrados y aproximadamente una masa de 1.000 kilogramos. Asimismo, la abundancia de CO2 tambi¨¦n permitir¨ªa conseguir, mediante su manufacturaci¨®n in situ, combustibles para cohetes, compuestos org¨¢nicos de distintos tipos, pol¨ªmeros y otros productos.
Son muchas las razones que existen para enviar a los seres humanos a Marte. La ciencia es una justificaci¨®n muy importante; la colonizaci¨®n en s¨ª misma puede ser otra. Pero hay algo m¨¢s que nos empuja a salir del planeta que nos vio nacer: la curiosidad por desentra?ar nuestros or¨ªgenes estudiando otros planetas, el conocimiento que podemos aportar a las generaciones venideras, y el propio cuestionamiento de si seremos capaces de afrontar los desaf¨ªos que nos impone el desarrollo cient¨ªfico y tecnol¨®gico. El conocimiento de los recursos geol¨®gicos de Marte es en todo este proyecto de futuro tan s¨®lo un paso m¨¢s.
Jes¨²s Mart¨ªnez-Fr¨ªas es miembro de la Planetary Society y director del curso de meteoritos y geolog¨ªa espacial del CSIC.
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