La certeza
Las cosas no suelen ser blancas ni negras, ni tan siquiera a veces son lo que parecen, tal como ocurre en el teatro. En C¨®mo canta una ciudad de noviembre a noviembre, Echanove, perfectamente caracterizado en una media luz equ¨ªvoca, tan excelente interpretaci¨®n hizo cantando, tocando el piano y hablando andaluz que los espectadores pudimos hacernos la ilusi¨®n de estar viendo a Lorca mientras duraba la representaci¨®n. Al encenderse las luces, Echanove volvi¨® a ser Echanove y se hicieron realidad la peluca, el maquillaje, el Teatro Central y el buen rato que hab¨ªamos pasado. No hab¨ªa desilusi¨®n ni desenga?o porque todos sab¨ªamos lo que es el teatro. En la vida real, la decepci¨®n nos coge siempre de sorpresa, como ha ocurrido con el cuadro de Santa Rufina. Parece ser que, desde el punto de vista hist¨®rico, se trata de una obra de Vel¨¢zquez, pero que en la pincelada no se reconoce como tal, sino que est¨¢ m¨¢s pr¨®xima al modo de hacer de Murillo. Es una discusi¨®n de eruditos. Para la gran mayor¨ªa de ciudadanos que miramos el arte a trav¨¦s de prototipos, tan certera puede ser una opini¨®n como la otra, y no hay forma de despertar a Vel¨¢zquez para averiguarlo. Me pregunto cu¨¢ntos cuadros habr¨¢ en Sevilla que no son de quien dicen o parecen. El quebranto puede ser el de los especialistas, crisis de autoridad, fama o cr¨¦dito; tambi¨¦n es posible un conflicto acad¨¦mico, en cuanto que el cuadro puede pasar a formar parte de una lista o de otra seg¨²n el criterio del experto; y, sobre todo, es un problema econ¨®mico, porque el precio de una obra de arte es conceptual: esa duda o esa certeza se mide en dinero. Pero no s¨¦ por qu¨¦ me ha de llegar a m¨ª o a cualquier otro ciudadano esa consternaci¨®n si el cuadro de Santa Rufina no es nuestro, ni sabemos si lo vamos a comprar, ni si nos interesa, ni a qu¨¦ precio. Si de verdad nos altera el ¨¢nimo la discusi¨®n sobre el autor, si tanto hablamos de ello, quiz¨¢ se deba a la prisa que tenemos los humanos por abrazar una verdad, porque los saberes seguros, indudables, son muy confortables y nos irrita que llegue de pronto a romp¨¦rnoslos otra verdad, una realidad cosida a dudas y a excepciones.BEGO?A MEDINA
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