La mueca
La prensa publicaba el pasado martes una fotograf¨ªa del presidente del Tribunal Superior de Justicia de Andaluc¨ªa, en la que aparec¨ªa frot¨¢ndose las manos y con una sonrisa de oreja a oreja. Expresaba la satisfacci¨®n del d¨ªa. Hab¨ªan inaugurado nueve juzgados de lo Contencioso. ?Esto marcha!, o va a marchar, parec¨ªa decir la sonrisa. Pues no, esto no arranca la m¨¢s leve sonrisa. Conocemos como funciona la justicia y no camina como exige un estado social, democr¨¢tico y de derecho. Por lo pronto, al d¨ªa siguiente, los decanos de los Colegios de Abogados de C¨¢diz y Jerez destacaron la improvisaci¨®n en la creaci¨®n de esos juzgados y que su falta de medios les har¨¢ inoperantes. El resultado es previsible: La justicia seguir¨¢ siendo lenta y sus representantes seguir¨¢n inaugurando sedes y responsabilizando a jueces sat¨¦lites y periodistas de su desprestigio, como hizo, a bombo y sin platillo, este presidente en su particular augustoscopia en abril de este a?o. No son los ciudadanos los responsables de esta situaci¨®n, ah¨ª est¨¢n, para ponerlo de relieve, la sentencia en el caso de la ni?a de Benamaurel; la que autoriza a un padre denunciado por abusos deshonestos a reanudar el r¨¦gimen de visitas a la menor; o las que acuerdan puestas en libertad de quienes quebrantan su condena y son presuntos en las muertes de Aitor y de una mujer en el barrio de Santa Cruz. Decisiones m¨¢s que discutibles que, en uni¨®n de otras actuaciones, como la de Luis Alfredo, el juez que puso pleito social al Ayuntamiento para cobrar por ense?ar en su tiempo libre -juez, profesor o protagonista de telenovela-, son las que ayudan a formar la opini¨®n que se tiene de la justicia y de algunos jueces porque otros, trabajadores y pensionistas, si trabajan, son despedidos o privados de la pensi¨®n. No es para frotarse las manos, salvo por el fr¨ªo. Y la sonrisa, no sea m¨¢s que la mueca de quien debe conocer que, lo que dice, es tan irreal como la de aquellos que atribuyen la autor¨ªa del asesinato de Aitor a los que no somos vascos, cuando parece la obra de un condenado por hechos similares y acordada su libertad, sin trabas para asistir a espect¨¢culos, por un juez de vigilancia.EUGENIO SU?REZ PALOMARES
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