Los fondos del c¨¢ncer

RICARDO ALBA, director general de la Asociaci¨®n Espa?ola Contra el C¨¢ncer, ha sido obligado a dimitir a la vista de los indicios de corrupci¨®n en su gesti¨®n. La voz de alarma la dio el Consejo Europeo, que observ¨® irregularidades en la administraci¨®n de un fondo de 700 millones de pesetas destinados a la lucha contra el c¨¢ncer en Latinoam¨¦rica. Pero desde que trascendi¨® esa denuncia han ido apareciendo otros s¨ªntomas de un comportamiento que ser¨ªa caritativo calificar de irregular, y que han hecho rectificar el inicial apoyo prestado por la junta directiva de la asociaci¨®n a quien ha sido desde hace nueve a?os su director general.De momento existe una denuncia civil contra la anterior directiva de la asociaci¨®n por falsificaci¨®n de firma, usurpaci¨®n de funciones, ocultaci¨®n de datos y gesti¨®n irregular. Esa denuncia fue presentada por el jefe de oncolog¨ªa del Hospital Doce de Octubre al descubrirse, a ra¨ªz de la investigaci¨®n del Consejo Europeo, la existencia de una cuenta para el programa de ayuda a Latinoam¨¦rica que gestionaba Alba aparentemente a espaldas de la asociaci¨®n. La auditor¨ªa del Consejo Europeo, entidad ligada a la Uni¨®n Europea, observ¨® irregularidades en viajes no justificados, cuentas de hoteles de lujo y propaganda impresa, entre otros. Por ello, en paralelo a la intervenci¨®n judicial por la denuncia civil -que deber¨ªa mantenerse con o sin dimisi¨®n-, la asociaci¨®n ha decidido abrir una investigaci¨®n interna. En ella tendr¨ªan que aclararse decisiones que, aunque fueran legales, carecen de fundamento l¨®gico, como la adjudicaci¨®n (o autoadjudicaci¨®n) para uso personal del director general de un piso de lujo donado a la asociaci¨®n por benefactores fallecidos sin descendencia.

La confianza absoluta de que gozaba Alba ante la presidenta de la asociaci¨®n, la recientemente fallecida condesa de Elda, parece haber sido el aval utilizado por el director general para su gesti¨®n personalista y ajena a todo control efectivo durante cerca de una d¨¦cada; pero hay sospechas de que el director general ocult¨® la enfermedad de su protectora, e incluso falsific¨® su firma, para continuar sus manejos cuando ella no pod¨ªa ya dirigir la entidad. Aparentemente estamos, por tanto, ante un nuevo caso de utilizaci¨®n en beneficio propio de las buenas intenciones de personas generosas. El hecho de que el ahora acusado conociera a la anterior presidenta por su com¨²n militancia en Fuerza Nueva carece de relevancia a efectos penales, pero no deja de ser un dato a retener por esos desaforados que suelen intervenir en ciertas tertulias radiof¨®nicas para denunciar la corrupci¨®n que, aseguran, ha tra¨ªdo la democracia.

Lo que ha tra¨ªdo es m¨¢s transparencia, y ello ha acabado por afectar tambi¨¦n a instituciones que durante a?os, y precisamente por su origen fuera de toda sospecha, han permanecido en la penumbra, sin criterios claros de control de los fondos, en parte p¨²blicos, que gestionaban. Y pocas cosas tan odiosas como la corrupci¨®n que germina al amparo de esa penumbra y la buena fe de cuantos colaboran con tales entidades con su esfuerzo personal o su dinero.