Tolerancia a capones
?Puede imponerse la democracia por medio de la fuerza? ?Puede imponerse la tolerancia? Bosnia -y Kosovo en un futuro- son los dos grandes ensayos europeos contempor¨¢neos en esta materia. El otro, quiz¨¢s, es el proceso de paz en Oriente Pr¨®ximo. En Bosnia, la Comunidad Internacional act¨²a como una especie de d¨¦spota ilustrado colectivo, con el alto representante, Carlos Westendorp, ahora con poderes reforzados tras la Conferencia de Madrid, convocando elecciones, asegurando el pluralismo informativo, imponiendo una moneda com¨²n, etc¨¦tera. Es decir, aplicando la paz de Dayton. Con ello, se ha logrado parar la guerra, lo que no es poco. Pero tambi¨¦n se corre el riesgo -como ha ocurrido en las ¨²ltimas elecciones- de crear, all¨ª y en otros lugares como Serbia, eso que Fareed Zakaria llama "democracias iliberales", es decir, en el fondo sin tolerancia hacia el otro, al diferente o incluso a la mera oposici¨®n.Democracia no es sin¨®nimo de paz, como no lo es de riqueza. Las democracias se meten en guerras ileg¨ªtimas. Baste recordar a EEUU en Vietnam, o estos d¨ªas en el ataque a Irak. Pero se suele considerar, con la historia al apoyo, que las democracias liberales no se meten en guerras entre s¨ª, hasta el punto de que el fomento de estos sistemas pol¨ªticos forma parte de lo que se viene ahora a llamar la seguridad democr¨¢tica, como nueva y decisiva dimensi¨®n de la seguridad general. Lo que no quita para que pueda haber democracias que resulten tolerantes hacia dentro e intolerantes hacia afuera. Paralelamente, puede haber sistemas no democr¨¢ticos que resulten tolerantes.
Un ejemplo de esto ¨²ltimo fue el imperio austroh¨²ngaro. Fue un "imperio multinacional", es decir, uno de los cinco "reg¨ªmenes de tolerancia" -sistemas-tipo-, que discierne el norteamericano Michael Walzer, uno de los grandes pensadores pol¨ªticos de este final de siglo, en un libro excelente que por fin ha sido traducido en Espa?a (Tratado sobre la tolerancia, Paid¨®s). ?ste r¨¦gimen y otro, el de la "sociedad internacional" que comporta una quiebra del concepto de soberan¨ªa y un crecimiento de la injerencia humanitaria, son antes tolerantes hacia los grupos que hacia los individuos, frente a la "consociaci¨®n" -Estados bi o tri-nacionales, como B¨¦lgica o lo que podr¨ªa acabar siendo Bosnia- o el Estado-naci¨®n. ?ste, seg¨²n Walzer, es el menos tolerante con los grupos, pero el que obliga a ¨¦stos a ser m¨¢s tolerante con los individuos. Walzer apunta a lo que llama sociedades de inmigraci¨®n, como EEUU, o Israel (en lo que se refiere no a los palestinos, sino a una creciente multiculturalismo entre los israel¨ªes). La tolerancia, se?ala Walzer, no es una f¨®rmula para la armon¨ªa, pues legitima a grupos anteriormente reprimidos o invisibles y les permite as¨ª competir por los recursos disponibles. A este respecto, es importante el ¨¢mbito de decisi¨®n en el funcionamiento de la democracia. El derrumbamiento de la antigua Yugoslavia se debe en parte en la carrera hacia las definiciones nacionalistas locales de la democracia, liberal o iliberal.
Los tres a?os pasados desde los acuerdos de Dayton son pocos para cicatrizar heridas, aunque en menos tiempos se abrieron. En Bosnia el sistema electoral no ha favorecido el predominio de los moderados en cada campo, sino que ha legitimado en buena parte a los extremistas. Puede ser que a largo plazo Bosnia no sea un Estado viable, pero si fracasara ahora, toda la zona se volver¨ªa invivible. S¨®lo por eso vale la pena seguir intent¨¢ndolo. Aunque cueste dinero a Occidente, aunque Westendorp, con la OTAN detr¨¢s, tenga que imponerse, aunque haya que pensar que el nuevo orden mundial m¨¢s que fuerzas armadas de intervenci¨®n, lo que necesita es cuerpos policiales. Pues de polic¨ªa se trata.
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