Envenenada herida
En mi novela Peque?as infamias hay un personaje, E. Teldi, que se dedicaba al contrabando de tabaco en la Argentina de los a?os setenta. Una noche, un teniente del Ej¨¦rcito le dijo que har¨ªa la vista gorda si Teldi le prestaba una vez su avioneta sin especificar para qu¨¦ la quer¨ªa, y as¨ª lo convinieron. Dos a?os m¨¢s tarde, cuando se fueron sabiendo los m¨¦todos para desaparecer a los desaparecidos, Teldi deduce que aquella lejana noche su avioneta fue utilizada para arrojar a las v¨ªctimas al R¨ªo de la Plata. Desde entonces, tal sospecha le hace tener cada noche pesadillas.Esto es lo que puede leerse en mi novela respecto a la dictadura argentina. Suficiente, sin embargo, para que el cr¨ªtico de un peri¨®dico de ¨¢mbito nacional, en su rese?a, se abalanzara sobre el adjetivo del t¨ªtulo y, cogiendo el r¨¢bano por las hojas, sostuviera que ciertas infamias nunca pueden ser "peque?as" y que yo, en mi libro, justificaba indirectamente una colaboraci¨®n con aquella dictadura.
Lo peor es que muchos cr¨ªticos se copian unos a otros, y as¨ª se ahorran el leer los libros, de tal manera que ya son tres, por lo menos, las veces en que yo, como autora, me he visto p¨²blicamente acusada nada menos que de defender a aquella dictadura aborrecible. No se trata s¨®lo de salir al paso de una insidia y una calumnia que crecen como una bola de nieve y son terribles para cualquiera que las sufre. Es que en mi caso, adem¨¢s, hacen sangre, puesto que mi pa¨ªs, Uruguay, tambi¨¦n sufri¨® una indeseable dictadura y varias personas amigas m¨ªas, a las que recuerdo con dolor para ellas y c¨®lera para sus verdugos, se cuentan precisamente entre los desaparecidos de Argentina. Por todo ello le agradecer¨ªa mucho que tuviera la gentileza de publicar esta carta en su peri¨®dico aunque no haya sido en ¨¦l donde me han abierto tan envenenada herida.- .
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