Idea
Tropec¨¦, zapeando, con la siempre entra?able imagen (y m¨¢s en estas entra?ables fechas) de Ana Botella de Aznar. Vaya, mira por d¨®nde, me dije, a medio camino de la sorpresa y pr¨¢cticamente metida en el asombro. Fue un estimulante encuentro, ya que, desde que abandon¨¦ mi reducto de la ¨²ltima p¨¢gina del domingo, he recibido pocos est¨ªmulos procedentes del esperpento nacional. Interven¨ªa la Segunda Dama en uno de esos maratones caritativos, en esta ocasi¨®n pro Centroam¨¦rica, que esnifamos con pertinaz adicci¨®n. Con gran generosidad, la se?ora entreg¨® a la causa una raqueta de p¨¢del propiedad de su propio esposo, quien hab¨ªa estampado su propia firma, y un propio anillo que no era ni de brillantes ni de esmeraldas, pero al que confes¨® tener mucho amor propio. Espero que se subastaran bien.Y ello me condujo a reflexionar. Nos hemos acostumbrado a este tipo de actos ben¨¦ficos, que por su simpar repercusi¨®n, sin duda colman mejor nuestras ansias de bondad que la recaudaci¨®n callejera de fondos mediante mesa petitoria y agitaci¨®n de hucha (y lucen m¨¢s: en la calle, las damas suplicantes se despeinan, y en invierno hasta puede que se les vuele el sombrero). Nos hemos habituado, dec¨ªa, pero tenemos que reconocer que no siempre se presentan causas de verdadero fuste. Un hurac¨¢n como el Mitch ha puesto el list¨®n muy alto. Dado el car¨¢cter insaciable de nuestro af¨¢n de beneficencia, ?qu¨¦ nuevos horizontes de destrucci¨®n podr¨¢n colmarlo?
He tenido una feliz idea, basada en la acreditada teor¨ªa de la acci¨®n-reacci¨®n. Podr¨ªamos nombrar a Irak algo as¨ª como pa¨ªs RIP (Receptor Indefenso de Presentes) y montar un chocho televisivo una vez por mes. Eso, contando con la acci¨®n frecuente y continuada de Clinton, Blair y el de la raqueta, que no nos va a faltar. Ser¨ªa maravilloso: bombardeo-marat¨®n-bombardeo.
Y as¨ª, hasta la eternidad.
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