Redimensionamiento de la lengua espa?ola
En el marco del ¨²ltimo Congreso de las Academias de la Lengua Espa?ola, celebrado en la barroca ciudad de Puebla, M¨¦xico dio nuevamente testimonio de su fe en el destino de nuestro idioma com¨²n. Hizo algo m¨¢s que atender la log¨ªstica del congreso, cuidando y facilitando que todas las Academias asistieran y deliberaran a puerta cerrada, con reflexiones y aportaciones de cara a las realidades e inaplazables requerimientos de la comunidad hispanohablante. Quiso ser fiel a su compromiso como cabeza num¨¦rica de ella y de su posici¨®n geogr¨¢fica, lindante con tres mares, Atl¨¢ntico, Pac¨ªfico y Caribe; vecina por el norte con Estados Unidos, hoy capitana imperial de la lengua inglesa, y por el sur con los pa¨ªses hermanos de habla y cultura. Producto de ese celo fue la presentaci¨®n del segundo ?ndice de Mexicanismos, encaminado a integrar un diccionario hist¨®rico en el que tendr¨¢n cabida alrededor de 70.000 voces. Algunas ya est¨¢n en la edici¨®n del DRAE de 1992, otras ingresar¨¢n entre los 13.000 americanismos previstos para la del a?o 2001, reestructurado por una planta de cinco comisiones acad¨¦micas. Del caudal mexicano de voces pueden ser ejemplo las 50 entradas que figuran en el ?ndice con la palabra ching, comparadas con las diez contenidas en el DRAE y las 619 terminaciones en ate contra las 156 analogadas con la misma forma. El ?ndice de Mexicanismos brinda una preciosa antolog¨ªa de dichos populares, algunos oriundos del espa?ol, como hay algunos espa?oles procedentes de M¨¦xico.Cap¨ªtulo de intenso an¨¢lisis fue el de la situaci¨®n de la comunidad hispana en Estados Unidos, cuantificada en 30 millones de legales, m¨¢s unos 12 millones de ilegales, cuyo conjunto alimenta un mercado tan enorme como el de 270.000 millones de d¨®lares al a?o, seg¨²n el m¨¢s reciente c¨¢lculo. Adem¨¢s de constituir la minor¨ªa m¨¢s numerosa de Estados Unidos a comienzos del nuevo siglo, habr¨¢ Estados, como el de California, en los que la tercera parte aproximadamente ser¨¢ de habla castellana, pese a limitaciones o medidas restrictivas. Obviamente, el tema llev¨® anexo otro, que fue considerado con car¨¢cter de apremio: el de los anglicismos invasores, propiciados por la velocidad con que surgen nuevos t¨¦rminos que no tienen traducci¨®n al espa?ol, lo que influye en el comportamiento de los medios de comunicaci¨®n, bajo el acoso de las exigencias cotidianas. El acuerdo adoptado ha sido el de convocar sin demora a una junta extraordinaria de las Academias para tratar este asunto de una manera exclusiva.
La Real Academia Espa?ola, que coordinar¨¢ dicha junta, atrajo un¨¢nimemente la atenci¨®n de los congresistas, al resumir algunos de sus logros en este ciclo renacentista de sus intensas actividades. Destaca entre ellas un Corpus de Referencia del Espa?ol, que suma en su primera fase, dividida en ciclos o hipercampos de cinco a?os, un total de 100 millones de palabras, recogidas de textos de todos los pa¨ªses hispanohablantes, editadas con posterioridad al a?o 1975. Su proporci¨®n del 50% del espa?ol de Espa?a y otro tanto del espa?ol de Am¨¦rica estar¨¢ conformada finalmente por 200 millones de t¨¦rminos de uso com¨²n, no de sublenguajes. De los cuales 180 millones corresponder¨¢n a textos escritos y 20 millones a textos orales. (Con todo y lo que significa tan elevado n¨²mero, vale citar que el Tesoro de la Lengua Francesa, elaborado en Nancy para los siglos XIX y XX, requiri¨® 800 millones de registros).
Inseparable del anterior es el Corpus Diacr¨®nico del Espa?ol, vinculado a la lengua antigua. De gran ayuda para este programa y las necesidades actuales del idioma es el Banco Electr¨®nico de Datos instalado en Internet, que ya puede ser consultado. En proceso de desarrollo se encuentra en la Real Academia su gram¨¢tica, cuya publicaci¨®n pudiera coincidir con la del DRAE en el a?o 2001. M¨¢s a¨²n: se espera dar cima en el tiempo venidero a un Diccionario Ortogr¨¢fico y a otro de americanismos, am¨¦n de adelantar el Diccionario Hist¨®rico en el que se lleva trabajando hace m¨¢s de treinta a?os. Todo esto, con independencia de un Espasa completamente digitalizado y de las actividades crecientes del Instituto Cervantes en los estudios de la ingenier¨ªa ling¨¹¨ªstica del espa?ol, sus casas de ense?anza en las capitales importantes del mundo francosaj¨®n, euroafricano y asi¨¢tico y su centro virtual en Internet. Es un despliegue m¨²ltiple, de amplia y larga trayectoria, que aspira a cumplir la enorme demanda que impulsa al idioma espa?ol en el gran meridiano de su destino contempor¨¢neo, de su inmediato futuro. Valga una referencia indicativa muy actual: la disposici¨®n del Gobierno de Brasil para que el castellano sea una segunda lengua oficial necesitar¨ªa un plantel de no menos de 100.000 profesores.
No es de extra?ar que un panorama tan s¨®lido y ambicioso para el porvenir de la lengua espa?ola convocara el entusiasmo y el inter¨¦s de todos los congresistas. Como una exposici¨®n de ese estado de ¨¢nimo pudiera caber el homenaje rendido a las Academias de Honduras, Nicaragua y El Salvador, que, pese a las inmensas cat¨¢strofes sufridas por esos tres pa¨ªses, no faltaron en la cita de Puebla, participando activamente en sus deliberaciones. En el curso y en el colof¨®n de ellas qued¨® patente la idea reforzada de una identidad com¨²n en el espejo de nuestro idioma, como v¨ªnculo de cultura y solidaridad. Llega redimensionado a las puertas del nuevo milenio. Sus m¨¢s de 400 millones de hablantes constituyen, en su ascenso imparable, un testimonio y un movimiento firme ante el globalismo de los intereses econ¨®micos y el del mundo sin fronteras de la comunicaci¨®n. Nada exagerado es proclamar, como lo ha hecho Fernando L¨¢zaro Carreter, que el espa?ol es el lat¨ªn de nuestro tiempo. Mantenerlo vivo, enriqueci¨¦ndolo, es tarea de cuantos lo hablamos y, sobre todo, de las instituciones que lo norman.
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