Tiburones cautivos pero felices
"Un metro. ?se es el margen de confianza que da un tibur¨®n. Acercarse m¨¢s ser¨ªa una temeridad". V¨ªctor Garc¨ªa Arg¨¹elles, submarinista del Aquarium de San Sebasti¨¢n, a?ade que los tiburones toro "son muy tranquilos, apenas realizan movimientos bruscos y conviven pac¨ªficamente con el resto de las especies del oceanario". Ahora bien, cualquier despiste o un adem¨¢n extra?o en la profundidad del acuario podr¨ªa provocar "una tragedia". La pareja de odontaspis taurus (nombre cient¨ªfico del tibur¨®n toro) lleva en sus genes la voracidad indiscriminada y la amenaza permanente, y, sin embargo, su aclimataci¨®n al centro oceanogr¨¢fico donostiarra es mod¨¦lica. Un mes despu¨¦s de su traslado desde Miami los tiburones viven "en unas condiciones inmejorables, siempre dentro de los rigores que entra?a la cautividad" advierte Amalia Mart¨ªnez de Murgu¨ªa, bi¨®loga responsable de la enfermer¨ªa del Aquarium. "Se les renueva el agua todos los d¨ªas, el tanque est¨¢ siempre limpio, reciben un trato esmerado, nunca les falta comida y adem¨¢s se entretienen con los buceadores". A primera vista parecen seres d¨®ciles y mansos, inocentes incluso; bien mirado, poseen tres filas de dientes puntiagudos que cortan el aliento. "Su aspecto es envidiable. Comen bien, no atacan a nadie, son muy solitarios y cada d¨ªa te regalan un cent¨ªmetro de confianza", advierte Garc¨ªa Arg¨¹elles. Cuando no se protege con una manga met¨¢lica, el buceador marca una distancia prudente acerc¨¢ndoles la comida con una p¨¦rtiga de madera. La fama de comehombres que acompa?a a los tiburones toro no tiene fundamento, en opini¨®n de Garc¨ªa Arg¨¹elles, aunque es obligatorio no realizar movimientos bruscos. La liturgia diaria de la comida es el trance m¨¢s arriesgado. "Comen verdeles y chicharro; unas cuatro piezas cada uno. Acostumbran a ingerir bastante comida y la digieren lentamente". Por eso no siempre acuden a la llamada gastron¨®mica del buceador, explica Mart¨ªnez de Murgu¨ªa. "Al principio hu¨ªan", matiza el buceador. "Extra?aban nuestro tama?o y las burbujas que expulsamos bajo el agua. Ahora no, conocen nuestras intenciones y agradecen nuestra compa?¨ªa". Estos escualos, procedentes de litorales tropicales y aguas templadas han experimentado una adaptaci¨®n cel¨¦rica al h¨¢bitat donostiarra. Junto a otras 35 especies marinas, los tiburones campan a sus anchas, con movimientos premiosos pero continuos, siempre de d¨ªa. En el Aquarium han alterado su conducta natural en el oc¨¦ano Atl¨¢ntico. "Aqu¨ª han cambiado su ciclo vital; resultan activos durante el d¨ªa para ser observados por el p¨²blico y descansan de noche", asegura la bi¨®loga. Todav¨ªa no han sido bautizados, a la espera de que los escolares de Guip¨²zcoa lleguen a un consenso y acuerden un nombre para el macho y la hembra. Cuando llegaron med¨ªan 150 cent¨ªmetros, pero est¨¢n creciendo. Se calcula que al mes se estiran una media de ocho cent¨ªmetros. Su ¨²nica preocupaci¨®n es merodear y pegar aletazos con mucha parsimonia cuando est¨¢n tranquilos. Los submarinistas siempre tienen presente que "el mordisco de una raya es suave, el de una tortuga es serio y el de un tibur¨®n, muy peligroso". Y ante todo, la recomendaci¨®n de Mart¨ªnez de Murgu¨ªa: que traten a los escualos "como si fueran sus novias".
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