Las mentiras piadosas de Rigoberta Mench¨²
"El libro ha servido para que la gente sepa lo que suced¨ªa en Guatemala", afirma Elisabeth Burgos, coautora de la primera autobiograf¨ªa de la premio Nobel de 1992
Un libro de reciente publicaci¨®n en EEUU, Rigoberta Mench¨² y la historia de todos los pobres guatemaltecos, del antrop¨®logo estadounidense David Stoll, ha provocado un notable esc¨¢ndalo. En ¨¦l se cuestiona la exactitud de los datos biogr¨¢ficos que hicieron de la ind¨ªgena guatemalteca el premio Nobel de la Paz de 1992. Seg¨²n Stoll, Rigoberta Mench¨² se convierte en espectadora de tragedias a las que no asisti¨® y se atribuye unos dramas vitales que no ha vivido. Inmediatamente se han hecho o¨ªr voces que han criticado el empirismo de Stoll, reproch¨¢ndole que se pierda en los detalles y no sepa ver el conjunto, de verdad tr¨¢gico, del destino de muchos de los indios latinoamericanos. Es la reproducci¨®n de un viejo debate sobre el fin y los medios en un contexto de sospecha que afecta a todos los personajes medi¨¢ticos. Elisabeth Burgos, antrop¨®loga venezolana residente en Par¨ªs y coautora de la primera autobiograf¨ªa de la premio Nobel, Me llamo Rigoberta Mench¨² y as¨ª me naci¨® la conciencia (1983), juega un papel importante en la confusi¨®n reinante sobre la vida de Mench¨². Aunque hoy ha sido desautorizada por la premio Nobel, Burgos la entrevist¨® en 1982 para que sus palabras se transformasen en relato autobiogr¨¢fico. "El punto de partida era un trabajo de naturaleza period¨ªstica", explica Burgos, "que deb¨ªa servir al movimiento de solidaridad con la guerrilla de Guatemala. Yo, junto con otras personas, me sent¨ªa muy implicada en el problema y ve¨ªa que el drama de Guatemala era muy mal conocido porque ning¨²n guatemalteco quer¨ªa dar testimonio de lo que suced¨ªa. Los que viv¨ªan en el interior del pa¨ªs, por razones obvias, pero quienes se hab¨ªan exiliado, porque tem¨ªan que el Ej¨¦rcito tomase represalias contras sus familiares en el pa¨ªs. Fue en ese momento cuando una m¨¦dico amiga canadiense me present¨® a Rigoberta Mench¨². Ten¨ªa una necesidad imperiosa de hablar. Estuve con ella durante todo un d¨ªa y aquello me pareci¨® tan impresionante que quedamos en continuar cuando ella volviese de un viaje a Holanda. Luego se instal¨® en mi casa y de ah¨ª, de 19 horas de conversaciones grabadas, sali¨® el libro".
En la medida en que se trataba de un trabajo "mucho m¨¢s de militante que de antrop¨®loga", de un elemento m¨¢s de "una estrategia de resistencia" frente a la dictadura, Elisabeth Burgos no se cuestion¨® entonces la veracidad de los datos suministrados por su entrevistada. "Debo decir que Rigoberta se expresa con gran talento y contaba detalles impresionantes de verosimilitud. Poco tiempo despu¨¦s, cuando hice una pel¨ªcula sobre ella para la televisi¨®n francesa, repiti¨® ante las c¨¢maras todo lo relativo a la muerte de su hermano, c¨®mo los militares hab¨ªan desnudado su cuerpo ante los indios para que ¨¦stos viesen las heridas y la tortura les sirviese de escarmiento. Mientras lo explicaba las l¨¢grimas vinieron a sus ojos. Era imposible no creerla".
En 1982, Elisabeth Burgos no pod¨ªa visitar Guatemala y embarcarse en un trabajo de comprobaci¨®n de datos. "Me limit¨¦ a enviar el manuscrito a Ricardo Ram¨ªrez, el l¨ªder guerrillero, que me lo devolvi¨® felicit¨¢ndome. S¨®lo me pidi¨® que modificase dos detalles, uno referente a la participaci¨®n de ni?os en las acciones guerrilleras y otro referido al asalto de la Embajada espa?ola
[el 31 de enero de 1980, en el que muri¨® el padre de Rigoberta, Vicente] porque hab¨ªa ah¨ª algunos elementos confusos sobre el origen del fuego. Eso fue todo", afirma la antrop¨®loga.
Ahora, cuando han transcurrido 15 a?os de todo aquello, las cosas aparecen bajo otro prisma. No ha sido necesario que apareciese el libro de Stoll para que Burgos se diese cuenta de que hab¨ªa participado en una empresa de mistificaci¨®n. "A finales de la d¨¦cada de los ochenta comenc¨¦ a recibir informaciones que desment¨ªan mi relato. Comprend¨ª hasta qu¨¦ punto la estrategia de la guerrilla era jacobina, voluntarista y peligrosa. Fue entonces cuando empez¨® la campa?a de promoci¨®n de Rigoberta como candidata al Nobel y a m¨ª ya no quisieron asociarme a ella porque les hab¨ªa dicho que ciertas cosas no me parec¨ªan bien. El libro de Stoll, que est¨¢ muy bien documentado, que no tiene nada de panfleto, demuestra que no es cierto que Rigoberta no haya ido nunca a la escuela, que no es cierto que su hermano Nicol¨¢s muriese de hambre -en realidad sigue con vida-, que a¨²n es menos exacto que Rigoberta hubiese trabajado como criada en la capital y por tanto no pudo sufrir ciertas vejaciones racistas de las que habla, que tampoco asisti¨® al asesinato de su otro hermano, Patrocinio, a manos de unos militares que lo quemaron vivo, y que tampoco se corresponde con la verdad la imagen idealizada que da de su padre".
Todas las falsedades o inexactitudes no indignan ni a Stoll ni a Burgos. "No puede decirse que Rigoberta miente. Es una persona que pertenece a otra tradici¨®n cultural, a una tradici¨®n preliteraria, de oralidad, en la que la historia tiene un car¨¢cter colectivo, los hechos se almacenan en esa memoria com¨²n y pertenecen a la comunidad. Todo ha sucedido aunque no le haya pasado necesariamente a ella. Su familia sabe lo que es la pobreza aunque su pueblo no fuese tan miserable como ella lo presenta. Hay gente cuyos hijos han muerto abrasados, padres que han muerto ejecutados por los militares y eso es lo que Rigoberta cuenta".
Reproche a la guerrilla
El gran reproche que Burgos hace a Rigoberta "es el mismo que le hace Stoll: seguir ocultando el c¨®mo la guerrilla se ha servido de la violencia". No se trata, claro est¨¢, de negar la responsabilidad del Ej¨¦rcito ni de negar los cr¨ªmenes que ¨¦ste ha cometido, sino de "desvelar que la guerrilla tambi¨¦n ha violado los derechos humanos, que tambi¨¦n ha matado ind¨ªgenas para radicalizar la situaci¨®n y atraerse los indios a su causa". En ese sentido el libro de Stoll, un especialista en cuestiones de violencia, tambi¨¦n pone en la picota la c¨¦lebre teolog¨ªa de la liberaci¨®n.
La oralidad, el car¨¢cter m¨ªtico de la explicaci¨®n hist¨®rica propuesta por el castrismo, la memoria colectiva, la influencia de una teolog¨ªa partidaria de la lucha armada o de un contexto hist¨®rico en el que EE UU aparece siempre como la gran amenaza -en 1954 Guatemala conoci¨® un golpe de Estado sangriento patrocinado por la United Fruit, durante los a?os ochenta hubo varias tentativas de acabar violentamente con la experiencia sandinista- no bastan para liberar de toda responsabilidad a Rigoberta Mench¨² como tampoco es muy convincente la explicaci¨®n dada por Geir Lundestad, secretario permanente del comit¨¦ noruego del Premio Nobel, pues "todas las autobiograf¨ªas tienden a embellecer el papel del protagonista y los detalles sobre la historia de su familia no nos parecen esenciales. El premio no se le concedi¨® exclusivamente por su autobiograf¨ªa".
Para Elisabeth Burgos si de algo no cabe la menor duda es de que "el libro de Rigoberta y m¨ªo ha servido de mucho para que la gente sepa lo que suced¨ªa en Guatemala. Hasta entonces en Europa s¨®lo hab¨ªa curiosidad por Argentina y Chile, por una izquierda blanca que hablaba en franc¨¦s. Y no hay que olvidar que cuando se lucha dentro de un movimiento de resistencia se recurre a m¨¦todos que en otro contexto no son aceptables". Lo malo es que hoy las inexactitudes, medias verdades o mentiras a secas de Rigoberta Mench¨² pueden desacreditar no s¨®lo su persona, sino todo un movimiento o poner entre par¨¦ntesis todas las informaciones que hablen del sufrimiento de los indios en Centroam¨¦rica.
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